GUALEGUAYCHÚ (Enviados) El senador salteño Rodolfo Urtubey recibe a Letra P en el lobby del Hotel Aguay, sobre la costanera del río Gualeguaychú, en la ciudad de los carnavales y, a esta altura, capital nacional anti K. En 2015, aquí nació la alianza de la UCR con el PRO. Este viernes, el peronismo federal puso la piedra fundacional de un espacio que marcó un divorcio definitivo con el kirchnerismo y señaló diferencias de política económica y social con el gobierno de Cambiemos. La tropa que controla Cristina Fernández de Kirchner “en vez de unir, resta”, dice el legislador nacional y acepta ponerle a ese espacio, aunque no la pronuncia él mismo, la etiqueta de “piantavotos”. Por eso, ve “difícil” la conformación de un frente con los K que surja de una gran interna de todas las corrientes del peronismo. “Para estabilizarse, la Argentina necesita una alternativa confiable” que no sea “el caos” ni “la vuelta al pasado”, agrega y considera que el sector articulado por su compañero de bancada Miguel Pichetto “ha hecho un aporte decisivo a la gobernabilidad” y, por eso, tiene “legitimidad y autoridad moral” para presentarse como esa opción en el proceso que terminará en las elecciones de 2019, cuando el presidente Mauricio Macri buscará el respaldo popular que le permita quedarse cuatro años en la Casa Rosada. Cuidando sus palabras para no adelantar disputas al interior del espacio recién nacido, anota a su hermano Juan Manuel, gobernador de su provincia, en la grilla para esa contienda.
BIO. Nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1959. Desde chico vivió en Salta. Es hijo de Lía Mera Figueroa y Rodolfo José Urtubey, quien fue presidente de la Corte de Justicia salteña. Es el mayor de diez hermanos. Se recibió de abogado en 1982, en la Universidad Católica de Salta. Entre 1978 y 1982, fue secretario de Prensa de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN). En 1980, junto a otros compañeros, fundó el Frente Peronista Universitario (FREPU), del que fue uno de sus primeros dirigentes. Se mudó a Buenos Aires y en 1985 fue designado apoderado del Partido Justicialista de la Capital Federal. En 1989 fue nombrado procurador general de la entonces Municipalidad de Buenos Aires. Fue juez nacional de Cámara y hasta 2004 integró el Tribunal Oral en lo Criminal N° 13 en la Ciudad de Buenos Aires. Entre 2004 y 2010, ejerció como abogado especialista en temas penales. Su hermano Juan Manuel fue electo gobernador de Salta en 2007 y, un año después, Rodolfo fue designado apoderado del Partido Justicialista de Salta. En 2013, fue electo senador nacional por esa provincia.
-¿Qué balance hace de la reunión de Gualeguaychú y qué expectativas tiene este espacio a partir de este encuentro?
-Teniendo en cuenta que era la primera reunión, una especie de lanzamiento, de una corriente del peronismo de cara al proceso electoral que se viene en 2019, ha sido muy exitosa. La participación fue amplísima, con presencia de todos los distritos de la Argentina. Y también con la concurrencia de diputados del Frente Renovador, que han decidido incorporarse a este espacio. Así que ha sido muy bueno. Creo que el camino que hemos trazado, que es ir a Mendoza y a Córdoba, va a ir acrecentando la adhesión a esta visión de esta etapa del peronismo que ha planteado el senador (Miguel Ángel) Pichetto.
-Si tuviera que definir la identidad del espacio, que características lo identifican, ¿cuáles elegiría?
-Es, básicamente, un peronismo que en estos dos años ha hecho un aporte decisivo a la gobernabilidad de la Argentina y eso le da la legitimidad y la autoridad moral para plantearse como una opción de gobierno razonable, racional, para demostrar que la Argentina tiene una opción, que no es el caos. Es una opción al gobierno de Mauricio Macri que no es el caos, sino un proyecto de gobierno que puede ser superador de lo que ha pasado en Argentina y no la vuelta al pasado.
-¿El límite son Cristina y La Cámpora? -Es una buena forma de describirlo, sí. -Entiende que el kirchnerismo es piantavotos. -Exactamente.
¿En qué puntos marca diferencias con el Gobierno?
-Tenemos una visión distinta básicamente en el modelo económico social. Nosotros creemos más en un modelo que implica una defensa de la industria y el trabajo, que pone el acento en una apertura al mundo, pero inteligente y no indiscriminada, en cuanto a defender el interés nacional. Ésos son los grandes temas. Estamos de acuerdo en consolidar el camino institucional, en trabajar juntos para mejorar la justicia y la seguridad. Ésos son puntos en común.
- Desde el kirchnerismo se los califica como "colaboracionistas". ¿Cómo marcaría las diferencias con Cambiemos a partir de lo que fueron estos dos años, en los que, como usted describió, fueron garantes de gobernabilidad?
-La diferencia está en la misma gobernabilidad, que también es generar una alternativa democrática de una opción de gobierno. Un país que no tiene una opción de alternancia no tiene buena gobernabilidad. La gobernabilidad se expresa, entre otras cosas, en el armado de una alternativa de gobierno dentro del sistema. Que lo que haga sea consolidar el sistema democrático y no destruirlo. Para estabilizarse, la Argentina necesita una alternativa confiable.
-¿Para ustedes el kirchnerismo no expresa esa alternativa?
-No, el kirchnerismo está en una clara mirada al pasado, en una actitud absolutamente violenta hasta en los modos y negatoria de todo lo que han hecho y de imposibilidad de acordar nada para gobernar. Su opción electoral siempre va a ser negativa, destructiva, de la cual no se puede sacar nada en limpio.
-En el documento que emitieron tras la reunión plantean que no están de acuerdo con el "amontonamiento". ¿Eso clausura la posibilidad de que en un futuro puedan competir en un mismo frente electoral, en listas diferentes?
-Eso es una dinámica imposible de prever ahora. También hay muchos dirigentes del kirchnerismo que hoy pueden estar ahí y mañana pueden no estar. Nosotros no tenemos una actitud de tomarle examen de pureza de peronismo a nadie. El día de mañana, la dinámica política puede hacer que muchos dirigentes que hoy están con el kirchnerismo, quizá porque no han visto aparecer una opción, modifiquen su visión y vean que hay otro espacio que los convence más. Y, en ese caso, ¿por qué los rechazaríamos?
-Pero eso no contempla la posibilidad de competir en un frente en el que una expresión sea el peronismo federal y otra, el kirchnerismo.
-La verdad es que hoy en día esa posibilidad la veo difícil.
-¿Eso no cancela la posibilidad de tener un peronismo unido, que sume en términos electorales?
-Nosotros creemos que, en vez de unir, resta. Tenemos la visión de que esa suma supuestamente aritmética después se convierte en una resta. Porque hay que ver qué hacen los otros sectores de la sociedad frente a la unidad.
-O sea, entiende que el kirchnerismo es piantavotos.
-Exactamente.
-Pero en las provincias en las que el peronismo fue dividido en 2017, con el kirchnerismo por afuera, los gobernadores se vieron perjudicados.
-En las provincias es otra lógica. Nosotros hemos sido muy cuidadosos de no meternos en el terreno de los gobernadores. Hay dinámicas locales que son muy distintas. Esto es más una línea nacional, sin perjuicio de las particularidades que puede tener cada distrito. Porque, además, en los distritos hay dirigentes kirchneristas que son buenos dirigentes, que no son irritantes.
“La gobernabilidad se expresa, entre otras cosas, en el armado de una alternativa de gobierno dentro del sistema. Que consolide el sistema democrático y no lo destruya. La Argentina necesita una alternativa confiable.”
¿Entonces el límite, como dijo Pichetto, son Cristina y La Cámpora?
-Es una buena forma de describirlo, sí.
-Hay un grupo de dirigentes, como Agustín Rossi, Felipe Solá, Alberto Fernández, que plantea una unidad completa. Hay representantes de esos espacios que estuvieron en Gualeguaychú. ¿Esa construcción no tiene chances?
-Justamente, hay dirigentes que participan de esa idea que estuvieron hoy acá y nadie les dijo que no estuvieran. Estuvo Daniel Arroyo, por ejemplo. O sea que el tema es dinámico. Nadie les dijo que no podían estar acá por haber estado en la otra reunión.
-La alternativa que ustedes están construyendo va a tener que mostrar en algún momento un candidato. ¿Su candidato es su hermano Juan Manuel?
-Sí, yo creo que Juan Manuel está en una actitud muy prudente, de no poner la carreta delante de los bueyes. Si no hay un desarrollo político de esta idea, mal puede aparecer un candidato que tenga esta idea. Hace falta un desarrollo territorial mínimo como el que estamos lanzando ahora, para que sea la pista de aterrizaje de los candidatos que tengan ese modo de pensar. En el peronismo es imposible que un candidato se instale de la nada, sin que tenga un sector, aunque sea una línea interna, que tenga esa concepción.
-¿El mal resultado de 2017 en Salta le juega en contra?
-Eso fue fruto de la coherencia. La gente lo ha entendido. La coherencia de no sumar elementos, como fue el caso de (el candidato kirchnerista) Sergio Leavy, que al final resultó perdidoso, pero prefirió mantener su convicción, a pesar de que tácticamente le hubiera convenido aliarse. Pero yo no sé si esa alianza táctica no le hubiera desdibujado la coherencia. Es decir, “vos predicás una cosa cuando estás en Buenos Aires, pero en Salta hacés otra cosa". Me parece que él decidió mantener la coherencia y a la larga eso puede ser ventajoso.
-Pero si a nivel local los gobernadores propician la unidad, por miedo a perder sus provincias, el kircherismo podría exigir lo mismo a nivel nacional.
-Me parece que son distintas las exigencias. Un gobernador que hoy esté peleando su reelección creo que puede darse el lujo de ser más flexible en su modelo de construcción, pero una persona que aspira a la presidencia tiene que dar un mensaje claro a toda la sociedad argentina.
-Pichetto habló de posicionamientos ideológicos. En esos términos, este espacio, ¿dónde se ubica? ¿Más cerca del kirchnerismo o de Cambiemos?
-Creo que más cerca de la postura tradicional del peronismo, industrialista, de un Estado presente pero no de la sustitución de la economía privada. Es un poco lo que expresó Miguel Peirano cuando habló. No es una visión liberal de la economía, pero tampoco colectivista. Es más reformista, como se decía en mi época. Es una visión que está bastante lejos de la ortodoxia monetarista.