Por la noche fue la estrella en la cena del Cippec. Lo saludaron todos y cada uno de los presentes. Empresarios, banqueros, políticos y consultores. Mientras le agitaban la mano, le preguntaban qué va a pasar con la inflación. La duda del millón. “La vamos a bajar, quédense tranquilos”, respondió Federico Sturzenegger, el presidente del Banco Central, que horas antes había jugado fuerte para salvar su pellejo, la credibilidad de la entidad y el futuro de su criatura: el modelo de metas de inflación que, en la práctica, ha tenido resultados módicos en el combate contra los precios.
En conferencia de prensa, “Fede”, como lo llaman en la city, fue al hueso y confirmó que no estará dispuesto a recibir más reprimendas y miradas inquisidoras desde adentro del Gobierno. Anunció que subirá la tasa de interés lo que sea necesario para frenar la inflación, aunque en el camino la economía atraviese su primer invierno en meses.
Macri, el sostén de Sturzenegger. Le convence que tenga un plan contra la inflación, factor que no le garantiza ningún otro.
En la Unión Industrial Argentina (UIA), con la cautela del caso, se debatió el tema en la reunión de Junta Directiva. “La amenaza de Sturzenegger no va a ser buena para la industria”, disparó, lacónico, el jefe de la entidad, el aceitero Miguel Acevedo. El resto de los presentes en la mesa asintió, a la espera de que los efectos sean perceptibles. “Por ahora, no lo hizo, pero, si las sube, será fatal”, advirtió a Letra P otro de los presentes, muy cercano a los industriales del acero.
Ante el aviso de una posible súper tasa, los empresarios fabriles quedaron presos de una situación compleja. Por un lado, no quieren agitar las aguas, dado que está la promesa de no exigir el vínculo con el Gobierno cuando se comprometieron a debatir en las mesas sectoriales que coordina el ex UIA y hombre de Francisco Cabrera en Producción, Martín Etchegoyen. Por otra parte, la realidad de las plantas es dispar y exige que marquen algunos datos para encender alarmas. El de crecimiento de 8,5% de la industria en febrero contrasta con la caída de casi 10% que tuvo en el mismo mes de 2017. “No alcanzamos todavía los niveles que teníamos en 2015”, sentenció un integrante de la mesa chica de UIA que pronosticó que marzo no tendrá números mejores.
“Seamos conscientes, comuniquemos bien”, pidió otro referente del interior profundo. Es que, además, el indicador de febrero fue impulsado por la construcción y los autos, dos sectores que tienen realidades casi estacionales: a los ladrillos los apalanca la obra pública y los coches son, en su mayoría, made in Brasil, lo que redundó en un llamado, hace unos días, del Gobierno a las automotrices como FIAT. “Produzcan más e importen menos”, les espetaron a quienes le han tomado el gusto al negocio del ingreso de vehículos desde el exterior. Uno de ellos, el ítalo argentino Cristiano Rattazzi, también integrante de UIA.
La situación de Sturzenegger, en paralelo, volvió a generar recelo puertas adentro del Gobierno. “Tráiganme ustedes una solución, si tienen una mejor”. Así, aseguran, el presidente Mauricio Macri les pidió a algunos de sus ministros, que disienten con la jugada de riesgo de un súper tasón justo cuando la economía parecía despegar en cierto modo. Macri es el único y no menor aliado que conserva el jefe del BCRA. A su favor, juega que es uno de los pocos que tiene un plan contra la inflación.
Macri, de todos modos, vive tironeado no sólo por las quejas internas, sino por las recomendaciones y los diagnósticos que le plantean los consultores económicos que bancaron a Cambiemos. Hay pocos con predicamento, que forman parte del club de los ultras, entre ellos, Miguel Ángel Broda. Creen que el problema es de diagnóstico: le plantean que la suba de tasas responde a una comprensión equivocada de que la inflación está asociada a la demanda, cuando, en realidad, es una inflación de costos. Ergo, para este sector de los opinólogos, el plan está patas para arriba.
Muchos de los que lo cuestionan son, incluso, amigos personales de Sturzenegger. “Él está convencido de que es el único que sabe”, se quejan en privado. Y adelantan, además, que la tasa alta traerá también atraso cambiario, lo que impactará en las exportaciones.
Miguel Broda, uno de los técnicos que respetan en el Gobierno, alertó sobre los problemas del esquema de metas.
Por el lado del Ministerio de Hacienda, cerca de Nicolás Dujovne, no se definen. “El BCRA tiene su función y es independiente”, dijeron a Letra P. Y agregaron que “tiene su meta y está usando todas las herramientas que tiene para lograr bajar la inflación”. En los últimos días, Sturzenegger ha cruzado conceptos y acercó posiciones con uno de los laderos de Dujovne, Sebastián Galiani, en una de las reuniones con Macri en la Rosada.
En Balcarce 50, reconocen que "hay voces disonantes" sobre el tema tasas, pero aseguran que "hay un debate en el país sobre cómo combatir la inflación y algunos plantean recetas que ya han fallado". Concluyeron, además, que "los que importan lo bancan a Federico".
En silencio, todos le dan a Sturzenegger una última oportunidad. En quince días, el BCRA sabrá si el mes de mayo le dará buenas noticias, confirmando que la inflación está a la baja. Si eso no ocurre, el operativo “tasas récord” se pondrá en práctica. Y, más allá de los resultados, Sturzenegger parece estar dispuesto a morir con las botas puestas antes de que la avanzada del gabinete termine sustituyéndolo por un cuadro con una idea más afín al núcleo duro, fuertemente ideologizado, que rodea a Macri.