Intención de voto para presidente en Paraguay. (Fuente: First Análisis y Estudios. Diario ABC Color)
El estudio, sin embargo, viene con una sorpresa: los resultados para la categoría de senadores que, al igual que la de presidente y vice, se vota a nivel nacional en distrito único. En ella, lidera la carrera con un 23,5% la lista del Frente Guasú, que lleva como primer postulante al expresidente Fernando Lugo, quedando segunda la de la Asociación Nacional Republicana-Partido Colorado (15,2%) y tercera la liberal (7,9%). Luguistas y liberales van por separado pero unirán fuerzas en la cámara alta.
Para los analistas, la elección presidencial resulta de relativo interés, ya que si bien el resultado aún no puede darse por descontado, la percepción de triunfo de Abdo es muy elevada: 64,4%, según esa encuesta. En cambio, la puja para el Senado se entrevé mucho más atrapante. De hecho, por primera vez en la historia puede darse la llegada de tres expresidentes a la cámara alta: el saliente, Horacio Cartes, que encabeza la lista colorada, Nicanor Duarte Frutos (décimo en la misma) y Lugo.
Aunque Abdo enfrentó duramente en las primarias coloradas al candidato de Cartes, Santiago Peña, ambos ahora unen fuerzas, conscientes de la ventaja de usar la potente maquinaria de la ANR-PC y de su imbricación con las estructuras del Estado a todos los niveles.
Pero si esa es una fortaleza de Abdo, también es un talón de Aquiles. Una encuesta reciente del Centro de Información y Recursos para el Desarrollo (CIRD), “Qué quiere la gente. Elecciones generales 2018”, indica que para los votantes, “lo más importante en términos de cualidades del candidato es que sea honesto (30,5%), confiable y creíble (21%), y trabajador (16,4%)”. En ese sentido, la corrupción es la quinta preocupación de los votantes, con un 10,1% de las menciones. El lugar no es preeminente pero sí destacado dentro de un largo listado ofrecido a los consultados, y solo se ubica por detrás de inseguridad, salud, educación y empleo.
Cabe señalar que la de la transparencia es una inquietud predominante en el electorado urbano, el menos proclive a votar al oficialismo. Y que, al respecto, Abdo tiene al menos tres inconvenientes. Uno, la imagen habitual de la ANR-PC. Dos, su condición de hijo de quien fuera el secretario privado del exdictador Alfredo Stroessner. Tres, una sucesión de escándalos de personajes vinculados al Gobierno de Cartes, a quien el candidato se opuso en los últimos años pero cuyo respaldo necesita ahora para llegar a la elección con un partido unificado.
El caso más destacado es el del senador Óscar González Daher, implicado en un caso de enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias tras la aparición de escuchas telefónicas. Este figura en el quinto lugar de la lista nacional de postulantes al Senado, lo que supone un lastre para el oficialismo. El sector de Abdo, la disidencia interna de la ANR-PC (Colorado Añetete, “auténtico”) votó por la expulsión de González Daher de la cámara alta junto a la oposición, pero no tuvo éxito. Asimismo, su insistencia pública en que este decline su candidatura por ahora cae en saco roto.
Por otro lado, si, pese a su discurso constante y a gestos como la votación en el Senado contra González Daher, la cuestión de la transparencia es una piedra en el zapato de Abdo, la de la gobernabilidad es el gran problema de Efraín Alegre.
Pesa todavía en los paraguayos el recuerdo del estruendoso fracaso de la edición 1.0 de la alianza entre liberales y luguistas, cuando el exobispo resultó eyectado del poder en un juicio político exprés en 2012, un hecho ampliamente considerado en la región como un “golpe parlamentario”. Juega a favor de la imagen de cohesión de GANAR, en esta ocasión, el hecho de que la coalición parece estar mejor armada, con un lugar predominante para la principal de sus organizaciones, el Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), y con el acompañamiento de la izquierda luguista. ¿Una distinción demasiado sutil para la generalidad de los votantes?
Si en la previa de las elecciones internas Mario Abdo jugó la carta de la tradición del Partido Colorado contra el “Gobierno de tecnócratas” de Cartes, la misma debe ahora pasar al olvido, dada su aguda necesidad de cimentar la unidad partidaria para evitar fugas de votos.
Así, no debe sorprender que agradezca en cada aparición pública el respaldo del mandatario saliente, a quien ya no califica de “autoritario” o de insensible a las necesidad de los más pobres, y que advierta que en el partido “de la traición al partido nunca se vuelve”.
En busca de un nuevo eje de campaña, ahora apuesta a una suerte de populismo de derecha, el mejor modo, entiende, de polarizar con su rival. Los principales motivos del nuevo discurso son la defensa de la familia y la idea de reforzar el cumplimiento del servicio militar obligatorio, aún vigente en la teoría pero perforado por la posibilidad de eludirlo de los objetores de conciencia, a los que un Estado ineficiente no logra imponerles el servicio social que, de modo alternativo, deberían prestar.
La jugada apunta al corazón de las preocupaciones de los paraguayos, sobre todo de los más pobres: la inseguridad, mencionada como su prioridad por el 19,3 % de los consultados en la encuesta mencionada más arriba. Este fenómeno supone una compleja trama de delincuencia común y el fantasma de la guerrilla izquierdista del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), que ha tenido en los últimos años varias apariciones trágicas. Para muchos ciudadanos, el regreso de los jóvenes a los cuarteles serviría para alejar a los marginalizados de la vagancia, la droga y el delito. Como se ve, hay ideas que no reconocen fronteras.
“Vamos a cuidar las familias; no van a venir los aventureros a tratar de cambiar nuestro estilo de vida. Voy a terminar mi tinta vetando las leyes que destruyan a las familias”, señaló hace poco Marito, estrenando discurso.
Al repudiar una protesta de jóvenes anticolorados frente a su comando de campaña, dijo en la misma ocasión que “esa gente ndoleeikuaái (no sabe leer) la Constitución”. El uso del guaraní en medio de la frase indica claramente que les habla a los sectores populares.
Ese mismo discurso trae a la Argentina, donde vive la mayor comunidad de paraguayos fuera de su país. Este jueves, el actual vicepresidente saliente y también candidato a senador, Juan Afara, tiene previsto encabezar un acto en la Casa Paraguaya de Buenos Aires.
En tanto, como contraste, Alegre, un político tradicional que ya fue candidato y que, por esa característica, despierta pocas pasiones, apunta a la corrupción colorada. Asimismo, exagerando su vocación progresista, pone énfasis en los rezagos sociales que la era Cartes, cuando menos, no moderó.