En el marco del déficit de larga data que arrastra la provincia de Buenos Aires en materia de infraestructura sanitaria, para 2018 el gobierno de María Eugenia Vidal definió que la Dirección Provincial de Agua y Cloaca (DIPAC) absorba las funciones del Servicio Provincial de Saneamiento Rural (SPAR) con el objetivo de “agilizar la gestión” en el área. Para esto, en enero la gobernadora puso en funciones al frente de la DIPAC al ingeniero civil especializado en Hidráulica Martín Heinrich.
En su primera semana de gestión, Heinrich visitó Tres Arroyos y, subido al dinamismo que se le pretendía imprimir a su área, afirmó que el proyecto de agua potable para Claromecó iba “a toda máquina” y que en seis meses se ejecutaría la obra. A diez meses de aquella promesa, en esa pequeña localidad tresarroyense existe una fuerte preocupación por el estado de “desaceleración” de los trabajos. Más inquietante aún es que, en el presupuesto 2018, se proyectaba para 2019 una inversión de casi $7 millones para finalizar esta obra que, en este año, tenía asignadas partidas por $5.4 millones. Pero el proyecto de presupuesto 2019 dice que para la primera etapa de la obra de agua potable en Claromecó hay "$1.000", simbolismo más que crudo para vaticinar cuál será el destino de este proyecto.
Situaciones como la de Claromecó –o aún peores- proliferan en decenas de municipios en la provincia al cotejarse los presupuestos 2018 y 2019, los cuales dan cuenta de la significativa sub ejecución bonaerense en agua y cloacas y tienen como cara visible a este ingeniero con pasado reciente en AySA y en la multinacional holandesa Trafigura, que en Argentina opera Puma Energy.
Tal como contó Letra P, existen más de 20 subejecuciones de desagües pluviales y otras 20 entre obras retrasadas o no ejecutadas en materia de ampliación de plantas depuradoras y extensión de redes cloacales y de agua. Devaluación mediante, el costo de no haber avanzado con los trabajos se paga caro. En Berisso, los desagües pluviales en la cuenca del arroyo Watzerborn, que debían finalizarse en 2018 con un presupuesto de un millón de pesos, tienen asignado un monto de $4.405.900 en el presupuesto 2019. En La Plata, son múltiples las obras demoradas en esta materia: la más significativa es la nueva planta potabilizadora de agua para la capital bonaerense y la región, para la cual ya existía financiamiento internacional desde principios de este año.
En Necochea, las plantas de tratamiento de efluentes cloacales para dos localidades que en 2018 tenían una proyección de gastos del orden de los $2.5 millones cada una, ahora figuran para 2019 con alrededor de $7 millones, cifra que en el municipio consideran marcadamente insuficiente para poder concretar esos trabajos. También allí flota el malestar con la dirección comandada por Heinrich por no figurar en el presupuesto provincial la largamente anhelada planta de tratamientos de desagües para Quequén.
Todo esto, sin contar casos como el de Claromecó, que se repiten en ciudades como Mar del Plata. Aquí, se proyectaba una inversión en redes cloacales de 53,3 millones de pesos para 2018 y de 15,2 millones para 2019. Pero en el proyecto de la ley de leyes 2019 sólo figura un simbólico "$1.000".
Ya en la primera mitad del año, algunos secretarios de Obras Públicas de distritos oficialistas y opositores señalaron a este medio la existencia de retrasos en el giro de partidas para ampliaciones o remodelaciones de plantas de tratamiento de residuos cloacales y extensiones de redes cloacales.
PASADO Y VÍNCULOS. Con una formación especializada en "privatización de Servicios Públicos" en la Universidad de Reading, Reino Unido, Heinrich no sólo ha escrito textos referidos a la privatización del servicio de agua en el Área Metropolitana de Buenos Aires, sino que también formó parte de la era privatista: fue funcionario de Aguas Argentinas entre 1998 y 2000.
Entre las múltiples sociedades que integró, Heinrich figuró en “La Distancia producción agropecuaria” con un ex gerente de Techint, Ricardo Palanco. También, el hoy titular de la DIPAC mantiene una estrecha relación con el ministro de Trabajo, Marcelo Villegas. Heindrich y Villegas fueron socios en diversas firmas, muchas de las cuales cayeron en quiebra. Una de las empresas en las que fueron socios fue Gerentia S.A., dedicada a la realización de “estudios, investigaciones, proyectos, planificación y administración de obras y servicios, públicos y privados, destinados a inmuebles urbanos o rurales, ya sean servicios de agua, electricidad, gas, cloacas, sanitarios, potabilización y sistemas de purificación de aguas”.
Uno de los argumentos que se vertía por ese entonces en las oficinas ministeriales era que buena parte de los esfuerzos del área comanda por Heinrich estaban puestos en el avance del proceso licitatorio del acueducto Bahía Blanca-Río Colorado, una de las obras más ambiciosas de la era vidalista.
Apenas asumido Heinrich en la DIPAC, fue designado miembro integrante de la Comisión Evaluadora de Ofertas para la obra del acueducto. Precisamente ese mismo mes se realizó una serie de modificaciones al pliego para permitir “otros materiales para el Diseño del Acueducto Troncal” como “el Hierro Dúctil, el PEAD y el Acero al Carbono”. Todo, mientras se prorrogaba la apertura de sobres “en atención a nuevos pedidos de prórroga efectuados por potenciales oferentes”. Tres meses más tarde, se presentaron 12 ofertas para esta obra: la más alta fue la realizada por la UTE Techint-Roggio.
No obstante, de acuerdo a las consultas realizadas por Letra P días atrás, las ofertas aún estaban “en análisis”. Oficialmente, la expectativa de máxima es avanzar en definiciones en las próximas semanas. Pero en el Ministerio de Infraestructura hay quienes consideran que el comienzo de esta obra podría demorarse hasta el año que viene. Mientras tanto, se llamó a otra licitación por el acueducto, pero ahora para hacer estudios sobre “la problemática de salinidad del agua”. Según pudo saber este portal, en la Corporación Andina de Fomento (CAF) hay malestar ante las marcadas dilaciones que presenta esta obra.