El triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil puso al Gobierno en diferentes estados anímicos. La efusividad de los que creen que la elección confirma un viraje regional en línea con la ideas de Cambiemos y aquellos que son más cautelosos y miran el detalle fino de la alianza que se viene. Estos últimos entienden que la única forma de que la recesión de 2019 se mantenga en el rango entre lo presupuestado (0,5% de caída en el PBI) y lo informado por el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, en su informe al FMI (hasta 2%) es que Brasil cambie la tendencia de la economía y empiece a crecer.
Macri, en la FIESP, los industriales brasileños que apoyan a Bolsonaro.
Uno de los que más conoce el paño brasileño es el ministro de la Producción, Dante Sica, de sus años de trabajo como consultor experto en el país vecino. Bajo ese rótulo trabajó para algunas cámaras como la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Cámara Argentina de la Construcción (Camarco) y tiene el detalle de cómo se mueve el principal socio de la Argentina. Sica, que habla casi a diario con el presidente Mauricio Macri y se transformó en uno de los superministros del gabinete, apuesta al repunte brasileño como un salvavidas clave para el desempeño de la actividad local. En el eje de las industrias está el sector automotriz, que representa el 80% de la producción nacional en un comercio bilateral que para Argentina es central.
Sica, el ministro de la Producción, convencido de que sin Brasil será difícil.
En el Gobierno, de todos modos, saben que, de hecho, Brasil ya venía en una mejora módica bastante antes de la unción de Bolsonaro. En 2017 creció 1% y esperan que 2018 lo haga en un 1,1%. Todo, después de tres años en los que la caída alcanzó el 9,3%.
Como anticipación a lo que posiblemente ocurra en Argentina a principios de 2019, Brasil vio en el campo el germen de las mejoras en el PBI. La producción agropecuaria se expandió 13% en un escenario donde la inflación cayó, a principios de 2018, a los niveles más bajos desde 1999.
En paralelo, el respaldo que recibió Bolsonaro por parte de un sector de los industriales brasileños -los de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) de Paulo Skaf- produce en Argentina la sensación de que la confianza interna en el presidente electo responde a la idea de que no habrá un plan económico perjudicial para el mercado interno. La duda al respecto es qué nivel de nacionalismo o de proteccionismo tomará el programa de gobierno del sucesor de Michel Temer. Esperan en el Gobierno un "modelo Trump", pero “con preponderancia en la relación con Argentina”. Inquieta, naturalmente, que no se haya cerrado aún un encuentro entre Macri y Bolsonaro, considerando los avatares de un vínculo histórico.
La visión del BCRA es que una apertura a acuerdos bilaterales por fuera del Mercosur generaría impacto positivo.
En otros estamentos del Estado, como el Banco Central, comandado por Guido Sandleris, hay otro dato que sería positivo según el prisma oficial: la apertura a la posibilidad de negociar acuerdos bilaterales extra Mercosur. Para las segundas líneas de la entidad monetaria argentina, eso dinamizaría el comercio facilitando el ingreso de dólares genuinos.
Aquellos que en el Gobierno observan los números para medir si la recuperación se dará y se sentirá en un año electoral clave para Cambiemos, también pujan por ordenar algunas cuestiones sin las cuales una mejora sería utópica. El punto principal, una tasa de interés más acomodada que permita el reingreso de las empresas al crédito. En el entorno de Sica admiten que es una pelea que dan “a diario”.