A pesar de las certezas que repitió el ministro de Producción, Francisco Cabrera, sobre un posible acuerdo entre el presidente Mauricio Macri y su anfitrión francés, Emmanuel Macron, respecto a la relación comercial del Mercosur con la Unión Europea, el mandatario argentino fracasó en su intento. La confirmación la aportó el propio jefe del Estado durante la conferencia de prensa que ofrecieron ambos mandatarios, cuando le pidió a su par francés "no desperdiciar" la "oportunidad”, mientras Macron remarcó su preocupación "sobre temas agrícolas y carne en particular". La negociación no esta perdida, pero no tendrá ningún desenlace “relámpago”, como el gobierno argentino espera desde el año pasado, a pesar de las clarísimas señales en sentido contrario.
El portazo de Macron promedia dos años de intentos de libre comercio por parte de la administración Macri con grandes potencias que incrementan su proteccionismo, mediante nuevas barreras arancelarias a las importaciones. Por esa razón, y luego de la accidentada relación comercial con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, el freno de Macron encierra un impacto por ahora desconocido a la estrategia de Cambiemos por conquistar nuevos mercados en el exterior. Las pocas luces que le ofreció París a las expectativas argentinas, no es diferente a la magra cosecha de logros que arrancó en Moscú, con un inadvertido acuerdo de explotación de uranio con Rusia, que confirmó los intereses nucleares de la agenda exterior de Macri. La rúbrica de explotación nuclear con Putin fue el primer giro en la materia. En Davos, Suiza, ocurrió el segundo capítulo de esa ruta inesperada: la venta de un reactor nuclear fabricado por INVAP a Holanda, en medio de un particular recorte estatal a ese organismo estratégico.
Las demás citas que protagonizó Macri en el Foro Económico Mundial confirmaron que el mandatario sigue siendo taquillero para las figuras del establishment global, tan afecto a las cumbres blindadas, pero ese brillo sigue sin aportar dividendos concretos a los objetivos de apertura comercial de la diplomacia de Cambiemos. La señal más amarga de esa desazón vino de boca del propio Macron, que le repitió a su invitado argentino las señales que el canciller Jorge Faurie ya había escuchado por parte de sus interlocutores galos desde mediados del año pasado.
El mal trago que Macri escuchó dentro del Palacio del Eliseo lo obligó a sobrevender las expectativas para el futuro, sin perder las esperanzas, pero sin un solo resultado concreto en la negociación que el Gobierno admite como estratégica. El giro estuvo determinado por el discurso presidencial: "El acuerdo Mercosur-Unión Europea es una gigantesca oportunidad para ambas regiones por historia, por relación. Eso nos llama a decir que no podemos desperdiciar esta oportunidad, porque sería darle un salto adicional a esa integración, a esa comunicación, a esa historia, a esa afinidad cultural. Un salto que apunta a generar oportunidades", dijo Macri, que incluyó su agradecimiento al apoyo galo para el ingreso de Argentina a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
La única coincidencia, además de los elogios, tuvo que ver con Venezuela, ya que los dos mandatarios hablaron sobre un clima de "autoritarismo" en el país caribeño. "Tomamos nota de que la situación empeora, el régimen actual de Venezuela cae en autoritarismo, cosa que no podemos aceptar", dijo Macron para congraciarse con las arengas de Macri.
La ruta comercial continuará en la ronda de negociaciones que mantengan los representantes del Mercosur con sus pares de la UE, con un capítulo francés que exigirá mayores dedicaciones por parte del Palacio San Martín, y del ministro Cabrera, visiblemente desgastado por hablar de un inminente acuerdo que se estrelló con las negativas francesas.
Macri estuvo acompañado por el canciller Faurie, los ministros de Hacienda, Nicolás Dujovne, y de Agroindustria, Luis Etchevehere, el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, el secretario de Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, el titular del Sistema Federal de Medios Públicos, Hernán Lombardi, el encargado de Negocios de la embajada argentina, Darío Celaya Alvarez, el embajador designado en Francia, Mario Verón Guerra, y el vocero presidencial, Iván Pavlovsky.
Macron contó con la presencia del ministro de Agricultura, Stéphane Travert; el secretario de Estado para temas Europeos y Asuntos Extranjeros, Jean-Baptiste Lemoyne; el embajador de Francia en la Argentina, Pierre Guignard; el director de las Américas, Fréderick Doré, y la diputada Paula Forteza.
Con ese sabor amargo del encuentro, Macri fue recibido en la noche por Macron y su esposa, Brigitte, en una cena de honor, con la que concluyó la gira primera gira en el exterior que realiza el presidente argentino durante su tercer año de mandato.