La entrevista del domingo. Mario Barletta

“Si yo tuviese la lapicera habría muchos más radicales en el Gobierno”

El diputado rompe el silencio tras el veto de la Casa Rosada a su candidatura. Reconoce que “Cambiemos fue un acuerdo meramente electoral”. Opina sobre Rossi, Perotti y el socialismo.

Los corrillos parlamentarios dejaron de entusiasmar a Mario Barletta. El “reunionismo” y la burocracia legislativa no son para un hombre de acción, que pasó seis años de su vida entre la Intendencia de Santa Fe y la titularidad del Comité Nacional de la UCR. “Por suerte el 10 de diciembre termina”, bromea el diputado nacional, en el despacho con vista contrafrente que abandonará, en realidad, tiempo antes, cuando sea designado por el presidente Mauricio Macri como nuevo embajador en Uruguay.

 

 

De los radicales que más se resistieron a la alianza con el macrismo en 2015, Barletta no tiene rodeos en afirmar que “Cambiemos fue un acuerdo meramente electoral, más que un acuerdo programático o de principios”. “Haber generado la unión con el PRO no fue una cosa sencilla”, admite, y agrega: “Si yo tuviese la lapicera habría muchos más radicales en el Gobierno”. Aunque se muestra satisfecho con muchas de las medidas que -para su sorpresa- se tomaron.

 

El diputado tampoco se guarda nada a la hora de definir a los rivales del PJ y del kirchnerismo. Sostiene que Agustín Rossi es “un kirchnerista de paladar negro” que “ha llegado a su techo”, y Omar Perotti, un dirigente que “tiene la capacidad de ser un kirchnerista que no lo parece”. Las perspectivas de Cambiemos hacia octubre, el ocaso del socialismo y la “grieta”, en el análisis de un hombre que hace diez años dejó los claustros para convertirse en el primer intendente radical de Santa Fe desde la restauración democrática.  

 

BIO. Nació en Santa Fe el 30 de diciembre de 1953. Es ingeniero en Recursos Hídricos, egresado de la Universidad Nacional del Litoral, de la que fue rector y secretario general. Tiene seis hijos. Entre 2007 y 2011 fue intendente de la ciudad de Santa Fe y entre 2011 y 2013 presidió el Comité Nacional de la UCR. También dirigió el partido a nivel provincial durante dos años. En 2013 ingresó al Congreso Nacional como segundo candidato de la lista del Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS), que lideró Hermes Binner. Hoy preside la Comisión de Recursos Naturales de la Cámara de Diputados. Su mandato vence el 10 de diciembre. 

 

 

-¿Qué evaluación hace del resultado de las PASO en Santa Fe?

 

-Tradicionalmente se han dado elecciones parejas. A pesar de que desde el 83 hasta 2007 siempre ganó el justicialismo, no olvidemos que en alguna oportunidad el más votado por la Ley de Lemas era el candidato de otro partido. (Hermes) Binner mismo empezó perdiendo por la Ley de Lemas. La elección en Santa Fe tiene esa característica. Esta fue una elección en la cual tanto el Frente Progresista como Cambiemos llevaron candidatos con bajo nivel de conocimiento. El que más conocimiento tenía era Rossi, que ha hecho una buena elección, pero ha llegado a su techo. Además, si bien en la suma de fuerzas políticas el Frente Justicialista fue el que más votos obtuvo, aportó muchísimos votos la ex jueza de Rosario, (Alejandra) Rodenas, que yo creo que Rossi no los va a lograr retener. Por lo tanto, sin hacer futurología pero conociendo cómo está la situación, en las elecciones del 22 de octubre Cambiemos va a lograr un claro triunfo. Se va a aprovechar la elección a nivel nacional, donde Cambiemos va a crecer aún en distritos donde ha perdido.

 

-Si, como usted dice, Rossi no logra retener los votos de Rodenas, ¿dónde irán a parar esos votos?

 

-Yo creo que no irán a un único lugar. Se van a dispersar. Ahí evidentemente hay votos del peronismo santafesino de toda la vida, que siempre tuvo un caudal importante de votos -no por nada ganó las elecciones desde el 83 hasta 2007-. Pero estos votantes van a dudar por el hecho de que no comparten la actuación del gobierno anterior. Es más: lo de Rodenas nace dentro del peronismo santafesino para ver si se puede vencer a Rossi. Nace para ganar. Por supuesto que todos queremos ganar, pero el peronismo santafesino se vio en la necesidad de empezar a conformar un espacio político diferente.

 

-¿Quiere decir que Rossi sólo se identifica con el kirchnerismo?

 

-Totalmente. Es kirchnerista de paladar negro. Por otra parte, no se por qué, hubo poca campaña de (Sergio) Massa, que podría haber generado una buena elección con ese peronismo que no es ni Rossi ni Cristina (Kirchner).

 

-Al momento de conformar las listas, se habló mucho de su marginación de la nómina de Cambiemos. ¿Cómo fue ese proceso? ¿Hubo un enojo?

 

-No fue marginación. La política es así. La política, el amor y los negocios (risas). Hay distintas miradas, distintas opiniones, y hay aspiraciones legítimas. Todos tienen los mismos derechos. También estaba la cuestión de si encabezaba el PRO o si encabezaba el radicalismo. Es decir, no fue solamente el tema del nombre, sino que hubo otros aspectos que se analizaron. Así se terminó tomando esta decisión.

 

“Lo que se votó en Santa Fe fue Cambiemos, más que a un candidato”

-¿Fue la correcta?

 

-(Duda) Hay argumentos que pueden ser atendibles. Por ejemplo, que estamos en un momento en que se prefieren caras nuevas, no tan vinculadas a una historia política. Entonces, a diferencia de lo que cualquiera podría pensar, quizá conviene más una cara nueva que un dirigente con mucha mayor historia. Pasó con el efecto (María Eugenia) Vidal: cuando Cambiemos decidió ponerla de candidata para la provincia de Buenos Aires -con una mano en el corazón-, nadie pensaba que podía ganar una elección. Si bien en Santa Fe yo era la persona que tenía mayor nivel de conocimiento y la que medía mejor, cuando se medía Cambiemos se diluían las diferencias entre los nombres. Es decir, si preguntabas a quién votarían, si a “Juan” de Cambiemos, “Pedro” de Cambiemos o “Néstor” de Cambiemos, daba 22%,24% y 25%; pero si no ponías la palabra Cambiemos, ahí sí había diferencia, porque la gente tiene tendencia a votar al que conoce. Lo que se votó fue Cambiemos, más que a un candidato.

 

 

 

-Lo mismo se dio en provincia de Buenos Aires con Esteban Bullrich.

 

-Exactamente. Bullrich tenía 5%, 6% de conocimiento y terminó haciendo una elección similar, prácticamente igual, a la de una ex presidenta. Estas elecciones fueron así. También fueron unas elecciones diferentes en el sentido de que se genera menos compromiso con el gobernante y el votante se vuelve más quejoso. Por eso las elecciones intermedias muchas veces son el llamado de atención a quien gobierna. Hay muchos antecedentes de intermedias en las que no le va tan bien al Gobierno. Acá se exacerbó tanto el tema de la corrupción que eso marcó mucho que la gente advirtiera que el Gobierno necesitaba un apoyo para seguir. Otra cosa que siempre se dice es que la gente “votó con el bolsillo”, pero a mi me parece que el sentir de la gente fue más reafirmar que se siga investigando la corrupción.

 

-Entonces, ¿la estrategia de polarizar con el pasado le está dando resultado al Gobierno?

 

-Yo no creo que haya sido una estrategia. A veces se hace demasiada fantasía de que hay una mesa de arena donde se definen las estrategias. No digo que no haya estrategias electorales o publicitarias, pero me pregunto, ¿quién fue el que definió la estrategia de la grieta entre unitarios y federales? ¿Quién definió la grieta entre peronismo y antiperonismo? Las grietas se dan porque existen, no es que alguien la elige como estrategia. Que el Gobierno haya confrontado más con el kirchnerismo que con las otras fuerzas políticas es un dato de la realidad, y eso se va a ratificar en octubre, y se va a marcar más todavía. Si hubiésemos confrontado más con Massa que con el kircherismo hubiese sido un invento, porque durante todo 2016 el Frente Renovador tuvo una oposición responsable. Sacamos más de 100 leyes en el Congreso y nunca con el voto del kirchnerismo. También nos dicen que elegimos los temas de corrupción para esconder los temas económicos, pero los temas económicos no se esconden. La gente sabe si le alcanza, si no le alcanza, si está mejor, si está peor, si está con miedo de perder el trabajo o no. La situación social influyó en las elecciones presidenciales de 2015 más allá de que el Indec decía cualquier cosa.

 

 

Se dice es que la gente “votó con el bolsillo”, pero se exacerbó tanto el tema de la corrupción que eso hizo que la gente advirtiera que el Gobierno necesitaba un apoyo para seguir.

 

 

-¿Cómo ve a la figura de Omar Perotti en Santa Fe?

 

-Perotti es una figura importante, con posibilidades. Yo siempre digo que tiene la capacidad de ser un kirchnerista que no lo parece. Tiene el beneficio de los que son realmente kirchneristas, que dicen “es kirchnerista”; y tiene el beneficio de los que no les gusta el kirchnerismo, porque no parece kirchnerista. Yo compartí dos años con él como diputado y votó absolutamente todas las leyes del kirchnerismo. Jamás discutió ninguna, ni siquiera se levantó para no votar. Votó todo. Pero vos vas a Rafaela o a Santa Fe y nunca vas a ver una foto de Perotti con Cristina, ni le vas a escuchar decir nada a favor del gobierno anterior.

 

-¿A qué atribuye la “paliza” que sufrió el socialismo?

 

-En Santa Fe, las elecciones a gobernador siempre son antes que las elecciones nacionales, por las fechas que están establecidas en la Constitución provincial. Por eso, Santa Fe suele ser la provincia donde menos se nacionaliza la elección, porque hay un momento donde se eligen autoridades provinciales y otro momento donde se eligen autoridades nacionales. En cambio, las elecciones intermedias se pueden hacer coincidir. Y ese fue el gran error del gobierno provincial: que las hizo coincidir.

 

-O sea que adjudica al resultado a un error estratégico del gobierno de Miguel Lifschitz.

 

-Se equivocó políticamente. Supuso que se iban a provincializar las elecciones, que iba a tener más impronta todo este problema que se había generado dentro del Frente Progresista, donde parte del radicalismo está en un lado, parte en otro, y que todo eso iba a generar una fuerte provincialización. Se equivocó: las elecciones se nacionalizaron. Al punto tal que nadie imaginaba que el Frente Progresista iba a hacer una elección con tan pocos votos. En Santa Fe se renuevan nueve diputados. Todo el mundo hablaba de tres (para Cambiemos), tres (para el peronismo) y tres (para el Frente Progresista): ahora el oficialismo está viendo si mete uno. La elección se polarizó: era votar a Macri o volver al pasado. Hasta las cuestiones de los propios partidos se diluyeron. Yo estoy seguro de que hubo peronistas que votaron a Macri… sino, ¿de dónde va a sacar los votos?

 

 

 

-Después de esta fractura del FPCyS, ¿hay posibilidades de que el socialismo se sume a Cambiemos?

 

-Yo siempre pensé que era lo que tendría que haber hecho, pero no puedo hablar de otras fuerzas políticas. Esto yo se lo decía fuertemente a los socialistas en el momento en que se constituyó Cambiemos. Fijate dónde terminaron, planteando el voto en blanco. Yo les decía -y ellos se enojaban- que si votaban en blanco estaban diciendo que para ellos era lo mismo el PRO, el radicalismo y la Coalición Cívica que el kirchnerismo. Yo con el socialismo puedo tener diferencias políticas, pero siempre lo vi como una fuerza honesta, transparente. Es más, cuando fui candidato a gobernador, Rubén Giustiniani fue el primer candidato de nuestra lista de diputados. Siempre tuve muy buena relación. Pero no comparto la actitud que tomó el socialismo cuando en el país se redefinía el escenario político, cuando claramente había casi un blanco y negro, que era seguir con el kirchnerismo o buscar un cambio.

 

-¿No es esa una simplificación de las alianzas electorales?

 

-Por supuesto que para partidos como los nuestros, haber generado la unión con el PRO no fue una cosa sencilla, pero hay veces que tenés que decidir. Max Weber diría “la ética de los principios o la ética de la responsabilidad”. A veces, si bien los principios con el PRO no son exactamente los mismos, la responsabilidad era ganarle al kirchnerismo. Esa era la responsabilidad que había que asumir. Constituir Cambiemos fue un acuerdo meramente electoral, más que un acuerdo programático, de principios. Es más, lo hicimos con temor, porque pensábamos cómo íbamos a hacer, después de juntarnos, para ponernos de acuerdo. En ese momento, además, teníamos bastantes diferencias. Pero después, en la Cámara de Diputados, no hubo ni una ley, ni un artículo de una ley, donde el radicalismo haya votado por un lado y el PRO, por otro. En todo nos pusimos de acuerdo.

 

 

¿Quién definió la grieta entre unitarios y federales? ¿Quién definió la grieta entre peronismo y antiperonismo? Las grietas se dan porque existen, no es que alguien la elige como estrategia.

 

 

-¿Ya no existen diferencias?

 

-Por supuesto que el PRO sabe cómo piensa el radicalismo en determinados temas. No mandaría, por ejemplo, un proyecto de arancelamiento de la universidad. Yo estoy seguro de que la mayoría del PRO está de acuerdo con arancelar la universidad, pero tienen la suficiente inteligencia para no mandar un proyecto que saben que va a ser problemático. Muchas veces, antes de mandar un proyecto se discute si es oportuno o si no es oportuno. Hasta a veces da la sensación de que al final lo de “PRO” viene de “progresistas” (risas), porque más allá de que nos critiquen porque “gobernamos para los ricos” -todas frases hechas- se han votado leyes como la ampliación de la Asignación Universal por Hijo y la Reparación Histórica para jubilados. Ya sea por necesidad política o por convicción, el PRO promovió ese tipo de proyectos, que antes de conformarse Cambiemos yo jamás imaginé que iba a promover. Las cosas van mejor de lo que imaginábamos. Por supuesto que si yo tuviese la lapicera habría muchos más radicales en el Gobierno, sin dudas. Pero es lógico que haya más gente del PRO porque la lapicera la tiene Mauricio.

 

-Pero una cosa es tener más radicales en el Gobierno y otra cosa es participar de la toma de decisiones. ¿Participan en la toma de decisiones?

 

-Sí, son dos cosas totalmente distintas. Cuando no se participó en la toma de alguna decisión y fue una decisión equivocada, hemos sido los primeros en salir a criticarla. Cuando le bajaron las retenciones a las mineras yo salí públicamente a criticarlo, porque hicieron un mal negocio: había que bajar las retenciones -si es que eso iba a generar mayor inversión-, pero aprovechar para negociar cuál es el porcentaje que le queda a la Argentina de lo que se llevan. Otro ejemplo es cuando se designaron jueces de la Corte Suprema por decreto, que salió un comunicado del radicalismo. Las decisiones que se toman, si se mandan al Congreso, ya pasan a ser decisiones conjuntas. Pero del mismo modo quiero aclarar que yo he presentado proyectos que no he discutido con el PRO. Muy pocos saben que la obligatoriedad de la escolaridad a los tres años es un proyecto de mi autoría, que lo presenté el último año de kirchnerismo y lo volví a presentar con Cambiemos. Esteban Bullrich mandó el suyo, y al final quedó uno solo.

 

Omar Perotti, el gran apuntado por la debacle del peronismo en Santa Fe.
Victoria Villarruel y Javier Milei

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