“Acá no va a haber un gobierno estilo la alianza, donde hubo repartija para cada partido. Porque el PRO funciona bajo demanda no bajo oferta, al revés de cómo se maneja el radicalismo” afirma un dirigente macrista. Un aire triunfal circula por los bunker del PRO, asentados en territorio bonaerense. Tienen candidato presidencial, y lograron instalar a la candidata en la provincia.
No es poca cosa en esta coyuntura 2015. Pero los pasos en adelante son difíciles. El acuerdo con la UCR, sellado en Gualeguaychú, fue apenas el título de las negociaciones que recién se inician.
Emilio Monzó, sigue al frente de la cruzada de alcance nacional, en tanto comisionó a su principal operador, Marcelo Daletto, para que coordine la situación en Buenos Aires. En cada sección electoral, hay uno o más operadores moderando el juego. Pero falta aún tiempo para las definiciones. Los más moderados, aguardan la conciliación de los radicales, que para mediados de abril esperan llevar adelante su convención provincial. Los más porteños, quieren pintar de amarillo al histórico partido, y negociar directamente con los jefes comunales boina blanca, la inserción macrista. También especulan con un éxodo massista en el conurbano que les permita definir los votos en la provincia. Hasta mencionan la posibilidad de sumar a un intendente caudillo del Frente Renovador, en la fórmula con María Eugenia Vidal.
El que no ha quedado bien parado en esta compulsa, es el intendente de San Isidro, Gustavo Posse. Parece que el jefe comunal, no supo calcular el momento indicado para dar el salto, y hoy está “cancelado” en el PRO. Le ofrecen jugar las internas con la lista presidencial de Ernesto Sanz. Una posibilidad que hace tiempo han descartado, ambos dirigentes. Pero lo que si les importa a los macristas, es el peso electoral que pueden mostrar los 17 intendentes de la UCR, los dos del GEN, y el representante de la Coalición Cívica. Por eso, cuando la vicejefa porteña se sienta a dialogar con ellos (foto mediante), ofrece garantías electorales.
La principal, no legitimar un oponente en las PASO. La segunda, no colar concejales que puedan molestar luego la tarea del jefe comunal. Aunque hoy el PRO habilita a muchos candidatos propios en las comunas bonaerenses, eso no significa que lleguen a la interna. Donde el intendente es fuerte, o el dirigente está bien posicionado, se lo dejará jugar tranquilo, y a la tropa macrista se la contendrá en espacios ejecutivos. “Si ganamos la presidencia vamos a tener muchos lugares para albergarlos” cuenta un dirigente de este sector. En el caso de que las fuerzas estén parejas, habrá internas. Las variables se irán observando de acuerdo al distrito.
Claro que en esta lógica, todavía no esta contenida la respuesta radical, ante el evidente avance macrista. Será sin duda un tema a futuro. Respecto a la situación del Gran Buenos Aires, el punto más frágil del armado, existe una apuesta fuerte a la popularidad de los representantes PRO. “De la Rúa ganó muchas comunas del conurbano sin tener un solo intendente” dice un operador macrista. Claro que olvida que el ex presidente de la alianza, ganó en dupla con el Frepaso, es decir, con un fuerte porcentaje PJ.