No fueron grandes anuncios, como se especulaba en las horas previas. No hubo reforma del Poder Judicial, acusaciones de golpe ni envío del proyecto del Código Penal, sino tres horas y cuarenta minutos de defensa férrea de las políticas del kirchnerismo, plagada de números y datos, tras tres mandatos de gestión. El último discurso de Cristina Fernández de Kirchner ante la Asamblea Legislativa tuvo pocas sorpresas pero muchas definiciones políticas: críticas fuertes a la denuncia de Alberto Nisman, reivindicación de la postura oficial en la causa AMIA, palos para la Corte Suprema, defensa del acuerdo con China, repaso de gestión, desafío a la oposición y la decisión de reestatizar el sistema de ferrocarriles, que le cae como anillo al dedo al cada vez más respaldado precandidato, Florencio Randazzo.
Con un Congreso rodeado por cientos de miles de militantes, que empezaron a llegar alrededor de las 9 de la mañana, y un recinto con menos banderas políticas que en otras ocasiones pero con los cantos de aliento kirchnerista de siempre, la Presidenta hizo su última apertura de sesiones ordinarias del Congreso. A diferencia de otros años, cuando presentó proyectos más rimbombantes, esta vez Cristina se dedicó más a defender los casi doce años de gobierno, lanzar críticas y dejar definiciones políticas pero, al margen del envío de proyectos para fomentar la industria solo hizo un anuncio fuerte, relacionado con los trenes. Cristina llegó al recinto al mediodía, acompañada por el flamante secretario general de la Presidencia y hombre de su íntima confianza, Eduardo “Wado” de Pedro.
“Te vi en Rufino con Florencio (Randazzo) inaugurando trenes. ¿Qué estabas haciendo? Vi la foto de los dos juntos”, le dijo Cristina, divertida, a Julián Domínguez, sentado a su derecha, refiriéndose al acto que el presidente de la Cámara de Diputados compartió con el ministro del Interior y Transporte. La mención no pasó por inocente, con Randazzo trepado a la gestión ferroviaria como emblema de su precandidatura presidencial, y Domínguez también listo para la competencia electoral. “Me perdiste un papel, Julián”, lo volvió a mencionar la Presidenta. Domínguez, que empezó el día siendo víctima de una paloma – con un infortunio de esos que supuestamente traen suerte- celebró los chistes presidenciales.
Después de la mención al binomio Randazzo- Domínguez, Cristina siguió con los guiños al ministro de Transporte, en sintonía con lo que viene haciendo en los últimos actos públicos, y citó una charla telefónica entre ellos antes de anunciar el envío “de un proyecto para recuperar los ferrocarriles argentinos por parte del Estado”. “No me mueve ningún afán estatizador. Es simplemente mejorar la eficiencia”, aclaró.
El anuncio de los trenes le dio pie a la Presidenta para hacer su primer desafío a un candidato opositor. “Como escuché a un candidato presidencial decir que levantaba todas las banderas del justicialismo, calculo que va a estar de acuerdo con esto de la estatización de trenes que hizo (Juan Domingo) Perón”, dijo en referencia a Mauricio Macri. Y aprovechó para chicanear a la bancada del PRO, a través del diputado Federico Pinedo. “Pinedo prepárate, mirá vos, con ese apellido estatizando los ferrocarriles. No sé cómo lo van a explicar pero no importa”, le dedicó la Presidenta. Rápido de reflejos, el diputado del PRO sonrió y puso los dedos en “V”, como un peronista, en un gesto que aprobaron con risas oficialistas y opositores. Tras el discurso, diferentes representantes del arco opositor aseguraron que “en principio” están de acuerdo con el anuncio, pero que examinarán el proyecto en detalle para decidir si lo acompañan.
En las casi cuatro horas de discurso se colaron la reivindicación de la estatización de Aerolíneas Argentinas – y defensa a la gestión de Mariano Recalde – y de YPF, la recuperación de los fondos de las AFJP, elogios al equipo económico con menciones al ministro Axel Kicillof, y hasta la celebración de la creación de la Universidad de la Defensa y el rol de las Fuerzas Armadas en catástrofes naturales, como en las inundaciones de Córdoba. La mención del tema puso al general César Milani, presente en el recinto para disgusto de opositores y también de varios oficialistas, en el foco de las cámaras.
Pero las declaraciones más fuertes de la tarde llegaron de la mano de la causa AMIA y la denuncia de Nisman. Desde que entró al recinto, la Presidenta visualizó los carteles que había repartido entre la oposición el diputado Claudio Lozano, que exigían la apertura de los archivos de la causa AMIA. “Pueden bajar los carteles. De la AMIA no necesito que me recuerden nada, yo hablo de la AMIA desde 1994, hablo y seguiré hablando en Naciones Unidas, reclamando que se haga justicia como no lo hizo ningún presidente argentino”, gritó Cristina, visiblemente molesta.
Así llegaron las críticas a las demoras en el comienzo del juicio por encubrimiento y los palos contra la Corte Suprema. “Siempre me llamó poderosamente la atención por qué el Estado de Israel reclama por la AMIA y no por la voladura de su propia Embajada – reflexionó –Y al tratarse de la Embajada, ustedes saben que eso es materia específica de la Corte Suprema de Justicia. ¿Alguien le puede decir a esta Presidenta cuáles son los resultados de la investigación de la Corte Suprema sobre el atentado a la Embajada de Israel, quiénes son los condenados, qué fue lo que pasó?”, disparó Cristina ante la mirada del presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, sentado en primera fila, al lado de la procuradora Alejandra Gils Carbó. Al lado de la titular del Ministerio Público se sentó el gobernador de la provincia y precandidato más fuerte del oficialismo, Daniel Scioli, absolutamente ignorado por el discurso oficial.
Lorenzetti, quizá el más maltratado por el discurso presidencial, escuchó las menciones al “partido judicial”, las críticas al desempeño de la Corte en la causa de la Embajada, a la decisión de archivar la causa por torturas a los soldados de Malvinas, y la acusación de que el Poder Judicial “últimamente se ha independizado de la Constitución”. Visiblemente molesto, el presidente de la Corte miró fijo en dirección hacia la Presidenta, sacó una libreta y una lapicera de su bolsillo, hizo anotaciones y volvió a guardar los papeles. El kirchnerismo en pleno se levantó para aplaudir los vapuleos de la Presidenta a la Corte, mientras Lorenzetti permaneció sentado junto a Gils Carbó, que tampoco se movió de su asiento.
Cristina mencionó después a Nisman y dijo que lamentaba su muerte “como la de cualquier ser humano” antes de criticar su denuncia. “Nosotros dotamos de recursos humanos y económicos, pusimos al propio fiscal Nisman al frente de la investigación dándole todo lo que él pedía. Era la fiscalía que más recursos tenía de todo el Poder Judicial, con una sola causa”, recordó la Presidenta, que luego hizo referencia a la resolución del juez Daniel Rafecas, que desestimó la denuncia de Nisman. “¿A qué Nisman le creo? ¿Al de la denuncia sin pruebas de enero de 2015 o al de enero de 2015 que levanta toda mi actuación en Naciones Unidas?”, dijo Cristina al referirse a los documentos revelados por Rafecas en su resolución, que también habían sido firmados por Nisman y exculpaban a la Presidenta del encubrimiento a Irán.
Por último, Cristina defendió los acuerdos con China y desafió a los dirigentes de la oposición a que digan “qué es lo quiere cambiar”. “No dejo un país cómodo para los dirigentes, sino cómodo para la gente”, resumió. Desde los palcos de invitados la militancia tiró pétalos de rosa para despedir a la Presidenta que salió del Congreso por última vez como primera mandataria.