Confirmado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), surgen elementos que dan cuenta de un compromiso en el que las dos partes, el organismo y la Argentina, obtuvieron satisfacción de sus reclamos y también debieron ceder.
Confirmado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), surgen elementos que dan cuenta de un compromiso en el que las dos partes, el organismo y la Argentina, obtuvieron satisfacción de sus reclamos y también debieron ceder.
El FMI logró que la Argentina devaluara a sin devaluar al aplicar impuestos al tipo de cambio importaciones, al encaracer el dólar ahorro y al generar un dólar agro con un premio mayor y suficiente para que los productores liquiden granos y ayuden a la recuperación de las reservas.
Sin embargo, el organismo debió pasar por alto el cumplimiento del país en todas las metas y objetivos fijados en el acuerdo en vigor: déficit fiscal, emisión monetaria y acumulación de reservas.
El país, por su parte, obtuvo waivers para esos incumplimientos y anticipos por 7.500 millones de dólares que le permitirán hacer frente a los próximos compromisos sin apelar a reservas que prácticamente ya no existen.
Para la realización de los pagos que vencen entre lunes y martes, por más de 3.400 millones de dólares, apelará a créditos de organismos internacionales, lo que le permitirá evitar la activación del nuevo tramo del acuerdo con China, que no es otra cosa más que deuda, una incluso más cara que la del FMI.
Esa intervención de organismos internacionales revela el modo en que la administración de Joe Biden terminó por cumplirle al país con el tendido de un puente financiero. Sin esa cooperación, Argentina no habría podido pagar esos vencimientos sin convertir a China, una vez más, en su prestamista de última instancia.
Lo más duro para el país, con todo, pasa por la ratificación de la meta de déficit fiscal de 1,9% del PBI. Dados los desvíos provocados por la caída de la recaudación en sequía y lo que puede esperarse en materia de creciente gasto electoral, todo indica que el esfuerzo fiscal verdadero se realizará una vez que el Gobierno entienda que el ciclo electoral ha terminado. ¿Será después de octubre? ¿Será después de noviembre? El último bimestre del año puede augurarse muy duro en materia fiscal para el oficialismo saliente.
Por otra parte, el precio de no sacar los pies del plato del FMI y que, con eso, no se cayeran solamente los puentes con los organismos internacionales y aún la posibilidad de activar nuevos tramo del Swap radica en la resignación a una mayor inflación. Todas las medidas cambiarias que anunció el Gobierno en los últimos días, previas a la confirmación del entendimiento, apuntan a costos mayores para las empresas y a un traslado inevitable para el público usuario. Los informes ubican entre el seis y el 13% la remarcaciones en las listas de productos de primera necesidad, mientras consultoras de referencia ya apuntan que el impacto se haría sentir en agosto con un índice que comience con un nueve.
La tregua está firmada. Con ella, el Gobierno compra tiempo. El futuro sigue tan incierto como siempre.
La fórmula Massa-Rossi camina rumbo a las primarias. Las declaraciones de las figuras del oficialismo y la campaña.
El acuerdo técnico está a punto de cerrarse. Cuando el documento llegue a manos del Board, el Fondo deberá decidir si aprueba un waiver por los objetivos cuantitativos que Argentina quebrantó.