¿Qué pasaría si gobernara una inteligencia artificial?
Casi todos los aspectos de nuestras vidas están alcanzados por la cuarta revolución industrial y la organización social no queda afuera. Los riesgos y las oportunidades.
Qué rol jugará la Inteligencia Artificial en la campaña 2025
Los sistemas políticos que hoy conocemos fueron concebidos para una sociedad que se movía entre la primera y la segunda revolución industrial. Las transformaciones tecnológicas e industriales fueron fundamentales para que aumente el nivel de alfabetización y concentración de la población en zonas urbanas que generó el surgimiento de lademocracia de masas moderna.
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Algo más de un siglo después, la cuarta revolución industrial y el boom de la inteligencia artificial están generando profundas transformaciones en nuestro modo de consumir información, relacionarnos, conocer gente nueva, entretenernos y trabajar. ¿Qué nos hace pensar que no podría generar cambios en la organización social?
En Invisible, mi último libro publicado junto con Sudamericana, planteo siete relatos de ficción científica sobre el impacto de la inteligencia artificial en la humanidad en un futuro no muy lejano. Uno de ellos, Gobernados por la IA, sirve de excusa para abordar cuestiones relacionadas con GovTech y los dilemas éticos alrededor de las tecnologías cívicas. Mucho más allá del uso de IA para campañas.
Cambios en la toma de decisión
Tomar decisiones es quizás una de las actividades más propias de la política. Decisiones que además afectan la vida cotidiana de muchas personas. Decidir significa tomar en cuenta muchas variables, y en esos casos casi nunca vamos a poder impactar positivamente a todo el mundo. Decidir es fundamentalmente una responsabilidad, y para algunos una tarea tortuosa. Sin embargo, en los últimos años, los humanos hemos sido asistidos cada vez más en nuestros procesos de toma de decisión por la inteligencia artificial. Tomar mejores decisiones basadas en datos es un mantra de nuestra época. Pero, ¿qué sucederá cuando creamos que todas las decisiones son mejores cuando las basamos en datos? O cuando el dogma de la eficiencia intente imponerse por sobre aquellos elementos más humanos.
¿Avanzaremos hacia un nuevo modelo de ordenamiento social donde la inteligencia artificial sea protagonista? Sin llegar tan lejos, los modelos de IA son una herramienta sumamente importante para generar políticas públicas más eficientes con un impacto más medible en la compleja realidad.
El uso de grandes cantidades de datos nos permite realizar predicciones cada vez más precisas sobre variables tan relevantes como deserción escolar, desnutrición infantil, accidentes viales o el impacto de las políticas sociales. Esto no significa delegar las decisiones en una IA, como si fuera un capítulo de Black Mirror, sino más bien utilizarla para que los humanos podamos tomar mejores decisiones.
Democracia directa digital
Otro de los grandes dilemas del uso de la IA en el siglo XXI tiene que ver con la participación. En las sociedades democráticas modernas en las que vivimos, se supone que la participación de los ciudadanos en la toma de decisión es un ideal a alcanzar. Sin embargo, como no podemos meter a toda una Ciudad en un parlamento, adoptamos un régimen de democracia representativa. Es decir que nuestra participación como ciudadanos implica - no exclusivamente - votar a nuestros representantes.
Pero… ¿Qué sucedería si en realidad tuviéramos la posibilidad de meter a toda una ciudad en el parlamento? ¿Puede la tecnología reconfigurar la relación entre representantes y representados?
La idea de “democracia directa digital” se presenta como una extensión lógica de la democracia directa, en la que los ciudadanos toman decisiones políticas de manera inmediata y sin intermediarios. La tecnología actúa como un canal que facilita la participación ciudadana, permitiendo la votación en línea, la discusión de temas de interés público y la presentación de propuestas legislativas.
Límitantes éticos y regulatorios
Por último, 2023 ha visto nacer en la Unión Europea la Artificial Intelligence Act, que condensa años de trabajo en término de regulación y limitaciones éticas a la IA. Éste tipo de debates no solamente son necesarios para usar inteligencia artificial desde el sector público sino también para que quienes hacemos IA en el sector privado tengamos marcos éticos y regulatorios que nos permitan trabajar esta tecnología reduciendo los potenciales riesgos de su desarrollo.
Desde Latinoamérica nos debemos un debate más profundo sobre esta temática y quizás 2024 sea nuestra última oportunidad para hacerlo.