El peronismo santafesino entró en un aturdimiento luego de recibir una de las peores palizas electorales desde el retorno de la democracia, con unos 40 puntos de diferencia ante Unidos para Cambiar Santa Fe, que nuclea al radicalismo, al PRO y al socialismo. Sin unidad a la vista, sin conductores al frente en las malas y con una elección general en dos meses que puede clavar más hondo el puñal radical. A la deriva y más allá.
Quizás las respuestas deban encontrarse más lejos que en esta campaña, que de por sí fue paupérrima sin ningún tipo de sazón. Marcelo Lewandowski fue el candidato que todos veían como el mejor posicionado, pero nadie le puso nafta a ese tanque en la campaña. También él intentó hacer su propio surco sin mover el amperímetro. En la Casa Rosada directamente miraron para otro lado desde el inicio para no salpicarse, más aun después de conocido semejante resultado.
La noche del domingo terminó de dejar en claro que aquella unidad de 2019 para lograr que Omar Perotti llegara a la Casa Gris fue un rejunte electoral que nunca logró conectar en cuatro años. Sea por la falta de voluntad del gobernador de conducir, las internas salvajes, el Partido Justicialista provincial sin peso o el despegue de un gobierno que anduvo a los tumbos en varios aspectos, nunca carburó. Al peronismo se le apagó la liturgia.
La pregunta es si tiene fuerzas para reinventarse y lograr juntar las mil partes en que quedó despedazado. Lewandowski busca plantarse como renovación dentro de la estructura, algo que intentó plasmar en el último tiempo pero que no prendió en el resto del peronismo. La derrota lo deja averiado para consolidarse como un referente indiscutido, por más que haya ganado por amplitud en la interna y que en Rosario siga pisando fuerte. ¿Qué hay que renovar? ¿El capitán o la nave? Quizás ambas cosas.
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No se exagera si se compara la cuesta arriba que será para Lewandowski competir en la general contra Maximiliano Pullaro con la que le significó a Mauricio Macri tras las PASO 2019 en que Alberto Fernández se escapó hasta casi los 50 puntos. También hay otra similitud: el electorado pasó facturas de las gestiones, en aquel caso de Macri, en este caso de Perotti y el peronismo nacional.
Sin embargo, el gobernador no se dio por aludido y dijo que en estas PASO no se plesbicitó lo que hizo o no en cuatro años. Lo cierto es que, después de 12 años de Frente Progresista, el PJ santafesino tuvo su revancha y parece haberla dilapidado. Nadie parece querer ser el padre de la derrota. Hoy, el justicialismo sigue siendo un archipiélago, con el agua subiendo y amenazando con arrasar todo.