La UCR santafesina comenzó a empollar su sueño de volver a la gobernación después de 60 años fuera del poder. Tras un recorrido de más de dos años, engendró Unidos para Cambiar Santa Fe, la alianza opositora que sumó al PRO, al socialismo y a otros siete partidos provinciales y acaba de oficializar sus candidaturas, con las que intentará destronar al peronismo de la Casa Gris. Como padre de la criatura, el radicalismo logró centralizar esa oferta opositora y se ceba con gobernar y recuperar los laureles perdidos.
El cierre de listas no tuvo mayor sorpresas en ninguna de las tribus del frente opositor, en parte, por su cocción a fuego lento, que significó un largo proceso en el que no faltaron tensiones internas. En algún momento, la diversidad de los espacios amenazó con volverse un Frankenstein político más que una alianza electoral, pero sus promotores lograron salir airosos y estampar la firma de la alianza y las candidaturas. Esas diferencias se volcaron en una interna que promete ser competitiva y sangrienta en partes iguales.
En la previa, las figuras radicales Maximiliano Pullaro y Carolina Losada se presentan como las de mayor proyección para las PASO, escenario que compartirán con la socialista Mónica Fein, rezagada en las proyecciones. Quien triunfe tiene a mano la chance de ganarle las generales a un PJ que llega a los tumbos. Después de 12 años ininterrumpidos de gobernación con un papel secundario en el Frente Progresista que comandaba el socialismo, la UCR se purgó, se fabricó un enemigo y encontró una veta por donde empezar a copar el espacio de poder.
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Curiosamente, este nuevo nacimiento del radicalismo surgió de una muerte. El armado del frente de frentes que comanda tuvo su chispa la primera semana de 2021, como contó en su momento Letra P. En ese entonces, la oposición tenía al socialista Miguel Lifschitz como el as de espadas detrás de quien todos los espacios iban a encolumnarse por su éxito electoral asegurado. La muerte del exgobernador quemó todos los papeles y el radicalismo se puso al frente del armado.
Debió dar el paso al frente. Encontrarse ante una oportunidad semejante después de mucho tiempo no fue para nada simple. Las variantes internas chocaron de entrada. Tanto el sector NEO-Evolución de Pullaro como el que llevó a Losada a ser candidata y ganar la interna al senado en 2021 fogoneaban un acuerdo con el resto de los espacios opositores, que no terminaban de convencerse.
La alquimia que los unió fue el antiperonismo, viejo combustible radical con el que no desentonaron el PRO ni el socialismo a la hora de encontrar una excusa para unirse, pero la ambición de la gobernación fue exclusiva del radicalismo. La UCR tenía una materia por levantar: volver al poder después de seis décadas del último gobernador radical, Aldo Tessio, quien lideró un mandato que terminó prematuramente por el golpe de Estado que derrocó al presidente Arturo Illia, en 1966. Exactos 57 años, 60 desde que inició el mandato. La Humanidad no había llegado a la Luna. Todo un viaje.
Hambre de poder
El primero en lanzarse fue Pullaro, ministro de Seguridad en la gobernación Lifschitz. Ganado por la premura, avisó que sería precandidato: con experiencia en gestión, perfil duro e insistencia, jura tener base territorial para lograr apoyo en las PASO. Su espacio, el NEO, intentó persuadir al resto de los espacios que no terminaban de convencer a sus fieles a partir de una pregunta casi existencial: ¿por qué conformar una alianza con partidos con dogmas distintos?
Socialistas, macristas, pichettistas, pastores antiderechos y hasta más rancios como la Ucedé. Marche una canción de la Bersuit. Finalmente tragaron saliva, mares, explicaron internamente y se pusieron de acuerdo, al menos, para jugar. La UCR fue la que menos tuvo que dar explicaciones: no había lugares que la incomodaran tanto. En rigor, es un poco todo eso.
Por momentos, la idea del frente de frentes estuvo a punto de naufragar camino a una atomización de candidaturas que beneficiarían al PJ. De a poco se sumaron: el socialismo después de varios debates internos y sapos tragados; Losada después de ganar las intermedias de 2021, aunque dudó hasta último momento; el intendente de Rosario, Pablo Javkin, que quiso competir por la gobernación, y el PRO, al que no le da la nafta en la provincia para jugar solo. Nafta antikirchenrista por doquier. El mayor desafío no es ganar, sino, eventualmente, gobernar. Por lo pronto, la UCR se sienta, empolla el huevo y espera que algo salga de ahí adentro.