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Tucho Fernández, la mano del papa Francisco para bendecir a las parejas del mismo sexo

Fue el artífice de la reforma que abre una puerta de la Iglesia. Diferencias con el matrimonio. Cuáles son sus ritos, límites y alcances. Ultras, desencajados.

El papa Francisco se llevó a Tucho Fernández a Roma con el objetivo de profundizar y acelerar el programa de reformas que en el Vaticano definen con tres palabras: progresista, inclusivo y sinodal. Tres meses después, y tras la asamblea de octubre con aires de concilio, el teólogo argentino acaba de abrir las puertas de la Iglesia a la bendición de parejas homosexuales y de otras que se encuentran en "situaciones irregulares", eufemismo eclesiástico para referirse a las personas divorciadas y en concubinato.

El ex arzobispo de La Plata se instaló en septiembre en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe y ya publicó su primera Declaración, algo que ese ministerio vaticano no hacía desde hacía 23 años y sobre una cuestión polémica que tuvo y tiene a los clérigos rigoristas y ultraconservadores desencajados. “El papa claudica y acepta la bendición de parejas homosexuales”, tituló Infovaticana, el sitio web que los representa y que atribuye el cambio al "lobby gay".

El último párrafo de la declaración Fiducia Supplicans sintetiza el espíritu de este documento doctrinal con la firma del pontífice y el cardenal argentinos: "Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan solo la alegría de bendecirlo y la alegría de darle gracias, y de aprender de Él a no maldecir, sino bendecir".

Doctrina bergogliana pura

El texto doctrinal de nueve páginas deja bien claro el alcance de la norma: "Se puede entender la posibilidad de bendecir a las parejas en situaciones irregulares y a las parejas del mismo sexo sin convalidar oficialmente su estatus ni alterar en modo alguno la enseñanza perenne de la Iglesia sobre el matrimonio", escribe Fernández en el prólogo.

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El purpurado argentino fundamenta la decisión partiendo del origen y sentido teológico del acto de la bendición; pero apoyándose, especialmente, en la doctrina bergogliana que considera la bendición un acto de inclusión o de consuelo. "En su misterio de amor, a través de Cristo, Dios comunica a su Iglesia el poder de bendecir. Concedida por Dios al ser humano y otorgada por estos al prójimo, la bendición se transforma en inclusión, solidaridad y pacificación. Es un mensaje positivo de consuelo, atención y aliento", sostiene en el texto.

Bendición no es equiparación

Fernández y Francisco especifican que esta bendición de parejas del mismo sexo y de otras en situaciones irregulares no puede confundirse con el matrimonio sacramental, entendido como "la unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos".

"Solo en este contexto, las relaciones sexuales encuentran su sentido natural, adecuado y plenamente humano. La doctrina de la Iglesia sobre este punto se mantiene firme", ratifican en la declaración.

Las bendiciones no tendrán, sin embargo, un rito específico u oración que “puedan crear confusión” con una boda religiosa; por lo que consistirá en una oración “breve y espontánea”, especifican, en la que un sacerdote podrá pedir "paz, salud, espíritu de paciencia, diálogo o ayuda mutua" a quienes integran la pareja.

La declaración doctrinal puntualiza también que la bendición no podrá hacerse en un registro civil ni a personas que estén vestidas con prendas propias de una boda; y sugiere que se realicen cuando la pareja visita un santuario, durante un encuentro con un cura o en el marco de una peregrinación. Algo similar ocurría en las caminatas juveniles a Luján en los tiempos de Jorge Bergoglio en Buenos Aires, cuando impuso la costumbre de los bautismos en una carpa montada a pocos metros del santuario mariano nacional.

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