La lógica de los cónclaves indica que quien entra papa, sale cardenal de la Capilla Sixtina, donde los purpurados del mundo eligen al pontífice tras un escenario de sede vacante por el fallecimiento o, como ocurrió en el caso excepcional de Benedicto XVI, por la renuncia anticipada a la misión apostólica. Aunque Jorge Bergoglio da muestras de qué seguirá guiando la Iglesia, sus designaciones cardenalicias recientes, el acelere en las reformas y el hecho de llevarse al Vaticano a Tucho Fernández, su teólogo de confianza, abrieron el juego sucesorio.
La asamblea plenaria del Sínodo prevista para octubre próximo marcará la temperatura exacta en la que se encuentra el proceso reformador de Bergoglio y el grado de aceptación de sus propuestas sobre el celibato opcional, el acceso de la mujer al diaconado y la acogida en la Iglesia de la feligresía católica divorciada vuelta a casar y de las personas LGBTQ. También será la ocasión donde podrá verse el protagonismo de los cardenales que se perfilan para suceder al argentino en la Cátedra de Pedro.
"Basta de argentinos, americanos e hispanos"
La sentencia se escucha habitualmente en los pasillos vaticanos. Así se lo contó a Letra P un sacerdote porteño que hace décadas vive en Roma y atribuye la frase a clérigos italianos que aspiran a tener un papa de esa nacionalidad después de 45 años de haber sido desbancados por el polaco Karol Wojtyla del poder terrenal pontificio.
Esa posibilidad es acompañada por el sector ultraconservador que resiste el estilo bergogliano de conducción y anhela que “la maquinaria progresista” del pontífice sea desmantelada por el próximo papa. Son los mismos que se quejan de la juventud de los obispos que Bergoglio promueve al cardenalato, entre ellos Giorgio Marengo, misionero en Mongolia que recibirá el birrete púrpura con apenas 49 años.
Después del consistorio del 30 de septiembre, habrá 138 cardenales electores menores de 80 años, 99 de los cuales -72% del total- fueron creados por Francisco. Después del consistorio del 30 de septiembre, habrá 138 cardenales electores menores de 80 años, 99 de los cuales -72% del total- fueron creados por Francisco.
El dato de que la edad media es de 71 años entre los cardenales electores impacta porque -argumentan los detractores de Bergoglio- implica que esos purpurados jóvenes no sólo influenciarán en un próximo cónclave sino en el devenir de la Iglesia de varias décadas. A esto se suma que después del consistorio del 30 de septiembre, habrá 138 cardenales electores menores de 80 años, 99 de los cuales -72% del total- fueron creados por Francisco.
Otro punto que se evalúa en toda timba papal es la procedencia de los electores, en particular porque Bergoglio promovió a más referentes de las periferias y ya hay 90 naciones representadas. Europa con 55 cardenales sigue siendo el continente preminente, aunque Francisco hizo que cada vez haya más países presentes; le siguen las tres regiones de América con 38 –Norteamérica (18), Sudamérica (15) y América Central (5)-, Asia con 23, África con 19 y Oceanía con 3.
Jorge Bergoglio, papa
Jorge Bergoglio fue proclamado papa en marzo de 2013
Poroteo púrpura cambiante
En poco más de un año se esfumó la potencialidad de los cardenales que –como contó Letra P- aparecían como los candidatos lógicos a la sucesión y a dar continuidad a la “revolución” franciscana: el arzobispo Luis Tagle (Manila), el limosnero papal de origen polaco Konrad Krajewski y el aperturista Reinhard Marx (Múnich y Frisinga). Por distintas circunstancias, incluidas diferencias con Bergoglio, ni el filipino ni el alemán aparecen en las nuevas listas de papables.
Esas listas tampoco tienen actualmente apellidos muy subrayados; apenas unos pocos nombres que emergen como posibles, entre otros tantos aspirantes a salir con el solideo blanco en la cabeza tras un eventual próximo cónclave.
Entre ellos, el húngaro Peter Erdö, de 71 años y clave en la organización del viaje apostólico a Hungría; el arzobispo jesuita Jean-Claude Hollerich (Luxemburgo), de 64 años y a quien Bergoglio sumó a su consejo de cardenales asesores por su visión aperturista; o el italiano Matteo Zuppi, de 67 años y delegado papal para la misión de paz en Ucrania con contactos recientes en Kiev, Moscú y Washington, y una escala pronta en Pekín.
Cardenales en la Capilla Sixtina
El cónclave sucesorio se lleva a cabo en la Capilla Sixtina
Vatican Media
En esa enumeración de papables inciertos también figuran el maltés Mario Grech (66 años), responsable del Sínodo de la Sinodalidad; el estadounidense Timothy Dolan (73), arzobispo de Nueva York; el jesuita canadiente Michel Czerny (77), funcionario influyente de la Curia romana; el brasileño Odilio Scherer (73), arzobispo de San Pablo; el congoleño Fridolin Besungu (63), arzobispo de Kinshasa; y el indio Oswald Gracias (78), arzobispo de Bombay. A estos se agregan dos españoles promovidos recientemente: José Cobo Cano (57), arzobispo de Madrid, o Ángel Fernández Artime (62), rector mayor de los salesianos y con destino curial inminente.
Los cardenales argentinos brillan por su ausencia en todo poroteo papal, pese a que hay cuatro con posibilidades de votar y ser votados para suceder a su compatriota: Leonardo Sandri (79), Mario Poli (75), Tucho Fernández (60), Ángel Rossi (64). El arzobispo platense, quien asumirá en septiembre al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, aparece como el nominado por Bergoglio para manejar, oportunamente, como kingmaker, los hilos de la elección a puertas cerradas para proclamar un papa que continúe el camino “renovador” de Francisco.