La dupla será la cabeza de una fuerza jaqueada por la irrupción de Javier Milei. Figuras con aspiraciones y terminales propias. La carrera electoral en foco.
Soledad Carrizo, Maximiliano Pullaro, Marcos Ferrer, Rodrigo de Loredo y Gabriela Brouwer de Koning.
Matías Gvozdenovich y Alejandra Ferrero, cabeza de la tropa radical en la Legislatura de Córdoba y de vínculo directo con De Loredo..
Ramón Mestre y Mario Negri, en la última cumbre de Giardino de este año. Desde ahí, el ex intendente planteó con contundencia su "no" a Javier Milei y Martín Llaryora.
“Que se rompa pero que no se doble”, dice la repetida máxima de la UCR de Córdoba. Marcos Ferrer, el nuevo jefe boinablanca, asumió con el desafío de reordenar la fuerza. ¿Qué quieren y a quiénes responden las personas más importantes? ¿Cómo podrá conjugarse la unidad, las alianzas open mind y la modernización?
Son algunas de las preguntas que quedaron sobrevolando en el acto de asunción de este lunes en la Casa Radical de Córdoba, cuyas respuestas pueden empezar a obtenerse con el análisis de los perfiles de sus jugadores más influyentes.
Ferrer es intendente reelecto de Río Tercero y estrena el rol de presidente del radicalismo tras un acuerdo entre el deloredismo y el mestrismo. Es apadrinado por Rodrigo de Loredo y, al mismo tiempo, construye su propio camino. De hecho, logró lo que el diputado quiso en 2021, pero no pudo: conducir el partido.
“Habla con todos”, pero no quiere saber nada con la vicegobernadora Myrian Prunotto, cofundadora del Partido Cordobés del gobernador Martín Llaryora. Ferrer tiene 43 años y es parte de la renovación del radicalismo. Deberá administrar minuciosamente la unidad, gestionar todo tipo de egos y cocer un partido deshilachado por sus internas y la triple derrota de Juntos por el Cambio de 2023.
Los factores de riesgo son la transversalidad de construcción del gobernador cordobesista y Javier Milei. Su mayor desafío será administrar las tensiones entre De Loredo, Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, las referencias nacionales de Evolución, núcleo con el que Ferrer se referencia.
Ferrer tiene una carrera política en ascenso y podría ser nombre puesto para las legislativas de 2025 o, con más seguridad, en 2027, donde entra en juego la renovación del Senado.
El jefe del bloque de la UCR en la Cámara de Diputados tiene una capacidad de oratoria que recuerda a los mayores exponentes del radicalismo. Pegó un salto a nivel nacional en 2021 de la mano de Lousteau y con Luis Juez trazó una estrategia que les rindió mucho.
Es defensor de abrir el radicalismo a ingenierías electorales. “La alianza con Juez no se toca”, sostiene en público y en privado, mientras que también se muestra como un exponente del diálogo con el gobierno de La Libertad Avanza. Marca límites cuando Milei “se pasa de rosca”, pero esta postura lo para en una vereda contraria a la de la conducción nacional de la UCR.
Perdió la interna pasada contra Mestre y Mario Negri, pero construyó poder que hizo valer en esta oportunidad. Controla el bloque radical en la Legislatura provincial, los foros de intendentes y concejales del partido y se quedó con el Comité Provincia a través de Ferrer.
Buscó dos veces la intendencia de la capital cordobesa y no lo consiguió, pero se le reconoce que es uno de los actores que logró quebrar la comodidad del cuórum del peronismo en la Unicameral.
En 2025 deberá llevar al partido a un lugar que le permita ir por un segundo tiempo en la cámara baja. Para 2027, todas las referencias lo impulsan como candidato a gobernador. Esta postura hará que choque con Juez, su socio intocable, en el mediano plazo.
Ferviente opositor de las políticas de Milei dentro y fuera de la estructura partidaria, Mestre supo tener el control de toda la estructura partidaria hasta 2019. En ese momento, intentó ir por la gobernación, con un radicalismo dividido en dos canastas: la que sostenía con su mano y la que custodiaba Negri.
Fue dos veces intendente de la capital. Surgió al calor de un apellido valorado y se hizo políticamente a través de las internas, ganando la gran mayoría de ellas. Desde 2019 no ocupa cargos electivos, pero sí partidarios, en el Comité nacional. Tras un acuerdo con los históricos Carlos Becerra, Fernando Montoya y un entendimiento con el deloredismo mantuvo su incidencia partidaria y eso lo dejó en buenas condiciones para alzar su voz dentro de la estructura.
Se quedó con el Comité Capital, con la Juventud Radical , con secretarías en el comité que controla Ferrer (con quien tiene diálogo muy fluido) y con congresales. Incluso, Mestre será delegado al Comité nacional. Para el 2025 necesita ir a la Cámara de Diputados y marcar diferencias hacia adentro con quienes pretendan alquimias electorales con Llaryora o Milei. Esa es su bandera.
La diputadaes referente de un nuevo núcleo interno del radicalismo mediterráneo y una de las principales espadas del gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo. Así, logró acordar con De Loredo su lugar como delegada en el Comité Nacional. Fue una de las primeras en salir a bancar la idea embrionaria de Juntos por la Libertad, con retazos de la UCR, el PRO y LLA.
Integró las filas del mestrismo durante largos años y con ese aval, más méritos propios de su paso por la intendencia de Quilino, logró ser tres veces diputada. En 2025 se termina su estadía en el recinto.
Ahora, se meterá en la disputa nacional partidaria y seguirá caminando territorio cordobés con la mirada puesta en 2027; desde donde, tal vez, intente estar en la fórmula para la gobernación.
Además de Cornejo, Carrizo hizo muy buenas migas con su par del PRO, Laura Rodríguez Machado y la ministra de seguridad de la Nación, Patricia Bullrich.
La jefa del interbloque de Juntos por el Cambio en la Legislatura registra sus comienzos en el mestrismo y un gran protagonismo a instancias de De Loredo. Fue una de las armadoras de Ferrer, a través de Generación X.
“Para ganarle al peronismo, tenemos que estar todos juntos”, es su mantra. Mientras se sigue hablando del quiebre de JxC en el recinto, Ferrero lidera el espacio que aún está abroquelado y administra los consensos con el radicalismo, el PRO, el Frente Cívico y bancas de otros espacios. Esta es, hasta hoy, la carta que tiene Ferrero para cuidar y mostrar. No descarta irse al Congreso en 2025, “si le es útil al espacio que encabezan de De Loredo y Ferrer”.
El presidente del bloque radical en la Unicameral tiene un vínculo de extrema confianza con De Loredo, aunque también transitó la previa con Mestre cuando fue intendente de Arias. Es hombre de diálogo y de llegada al intendentismo radical, a quien representa desde su banca en la Legislatura.
A pesar de poner a las gestiones locales en primer lugar, pronuncia encendidos discursos en el recinto y marca diferencias con el gobierno Provincial. Su objetivo de mínima es seguir articulando el bloque radical y que no se ponga en riesgo la representación boinablanca en el recinto, con mas huidas. Su objetivo de máxima, que el radicalismo vuelva a gobernar la provincia, de la mano de los intendentes y jefes comunales.
La número dos del gobierno provincial es cofundadora del Partido Cordobés. Sus adláteres dicen que es “la primera vicegobernadora radical de la historia”, pero el nuevo radicalismo quieren su expulsión del centenario partido, sin disimulo.
Integró las filas del mestrismo y fue intendenta durante tres periodos de Estación Juárez Celman. Intentó jugar en la interna partidaria a través de Juan Carlos Gait, pero no lo consiguió.
Buscó de aliado a Mestre, pero tampoco fue posible. Aunque algunos peronistas ven en el Congreso un buen destino para el futuro inmediato de Prunotto, ella intenta brindarle musculatura al espacio de gobierno y defiende un “radicalismo de gestión y de poder, no uno perdedor”.
De gran vínculo con la senadora Alejandra Vigo y legitimada por Llaryora, crece con fuerza dentro del cordobesismo, pero queda claro que su injerencia interna en la UCR vendrá de la mano de los pases que logre.
La foto con Facundo Manes y la intención de engordar el proyecto nacional de Juan Schiaretti con otras figuras boinablanca invitan a pensar que su rol no terminó con la interna que consagró a Ferrer, sino al contrario.