La devaluación del 22% del tipo de cambio oficial decidida el lunes –que se eleva al 28% si se le adiciona la aceleración del crawling peg de la primera mitad del mes– marca la estrechez del margen de acción de Sergio Massa, la fuerza del corsé que le impone el Fondo Monetario Internacional ( FMI) y un camino al 22 de octubre que amenaza con empedrarse de mayor inflación, inestabilidad y presiones sobre el peso.
Así, mientras afina el lápiz para saber qué motivó un corte de boletas fuerte en detrimento suyo en provincias y municipios relevantes, el candidato presidencial de Unión por la Patria (UP) buscará, sin tiempo para denunciar traiciones, blindar para el 22-O un apoyo de gobernadores e intendentes que creía tener más cerrado. Además, intenta volver a traer a la cancha electoral a Cristina Fernández de Kirchner, ausente sin aviso en el último tramo pre-PASO, acaso espantada por las perspectivas que se confirmaron en el escrutinio y por el conocimiento de la depreciación del peso que se avecinaba. Esto último es un golpe directo a los salarios y, tal como te anticipó ayer Letra P, fue una exigencia del FMI para no cortar el chorro de dólares que mantiene vivo el gobierno económico de Alberto Fernández.
Fuera de lo político, el candidato –que resulta que también es el ministro de Economía– debe asegurarse para mantener chances en lo electoral que la devaluación no le desquicie el triángulo de los precios –que incluye al dólar y privilegia los de los alimentos–, las tarifas y los ingresos populares.
El INDEC anunció ayer el Índice de Precios al Consumidor (IPC) de julio, que llegó al 6,3%. Alimentos, minúsculo consuelo, arrojó 5,8%, por debajo del promedio.
Esa, con todo, es una base elevada pero que nació vieja, por lo que solo vale lamentarse y pensar en lo que viene, que no es precisamente mejor. El retoque cambiario llevará en lo sucesivo la inflación mensual a los dos dígitos –¡¿25% entre agosto y septiembre?!–, nivel en el que permanecería al menos hasta el día en que se realice la primera vuelta. Desde ese punto de vista, la película es mucho más macabra para Massa que la mera foto del resultado electoral de la noche del domingo.
El esfuerzo de este, entonces, se concentra en hacer control de daños.
Por un lado, se anunció un nuevo acuerdo de Precios Justos con grandes formadoras de precios que limitará al 5% mensual por 90 días las subas de precios clave, según dijo el secretario de Comercio, Matías Tombolini. Si los antecedentes invitan a la duda, la mueca muta en una de descreimiento directo cuando se sabe que dos petroleras ya se lanzaron con remarcaciones de 12,5% y que los medicamentos vienen con subas del 15 al 20%. Según anunciaron los funcionarios de Economía, todos los aumentos deberán retrotraerse, cosa que mueve a sentimientos como la risa o el llanto, sin puntos intermedios. La devaluación parece a punto de perder toda ventaja.
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En tanto, el Gobierno amenazó con frenar por 15 días las exportaciones de carne, de modo que los frigoríficos tengan tiempo de frenar la ansiedad que genera la corrida cambiaria y no se tienten con seguir remarcando al ritmo de los últimos días. Sin embargo, pronto dejó en suspenso la medida para darle una oportunidad a las negociaciones que liderará Guillermo Michel.
En el plano del dólar, el peligro es que los tipos de cambio paralelos, sobre todo el indomable blue, sigan respondiendo a expectativas de deterioro. Inmune a los operativos contra cuevas y arbolitos –¿alguna vez se explicará cómo convertir un bien en algo fácticamente ilegal y escaso serviría para bajarle el precio?–, cerró con un alza del 6,57% –otra vez "la rutina de lo extraordinario"– y alcanzó los 730 pesos. Preocupante.
Por otro lado, ni las nuevas restricciones impuestas a su operatoria ni la intervención oficial mediante la compra y venta de títulos impidieron que también se empinaran significativamente los dólares negociados en bolsa, el MEP y el "contado con liquidación" o CCL. La corrida se afianza.
El sistema financiero es un lío: en medio de los desequilibrios macro, el futuro acechante y la incertidumbre electoral, los títulos públicos se desploman, pero la bolsa rebota… porque suben de precio papeles que se transan para sacar, vía CCL, dólares del país… Pensar que acaban de limitar esa operatoria para mantener las paridades bajo control, una receta sin padres ni madres y que causa polémicas fuertes en el oficialismo.
Todo esto conlleva un peligro: que la devaluación de agosto, coronada por el salto discreto del lunes– sea devorada demasiado pronto por la propia inflación y que no se pueda llegar con la nueva paridad oficial de 350 pesos ni siquiera al 22 de octubre.
Con los requisitos cumplidos, Massa viajará la semana que viene a Washington para lograr que el Fondo amplíe los desembolsos prometidos de los 7.500 millones de dólares previstos a 10.500 millones. Se juega el pellejo en ello.