ELECCIONES 2023

¿Qué se juega en las urnas de Boca?

La pelea de Macri contra Riquelme es, también, un debate sobre la historia y la identidad del club. La Bombonera, el símbolo. Los socios queremos votar.

Los hinchas de fútbol tenemos símbolos sagrados: la camiseta, la cancha, la historia, los ídolos. Elementos constitutivos de una identidad inviolable que pasa de generación en generación, abrazamos una vez, alimentamos y amamos de manera incondicional para el resto de nuestras vidas. Un camino que alterna triunfos y derrotas, emociones inexplicables que se sostienen por la alegría absurda de vestir determinados colores. Los socios somos, además, los dueños del club de fútbol que amamos. Boca Juniors es el club más grande de la Argentina y ser bostero tiene sus particularidades. La conciencia de que Boca es un club de origen popular, que fue fundado por inmigrantes italianos y tiene una relación inescindible con uno de los barrios menos favorecidos de la Ciudad de Buenos Aires. Un barrio de conventillos y persianas coloridas, que huye de la impersonalidad porteña, porque la identidad xeneize inunda todas sus calles, balcones y rincones. La Bombonera es un templo que tiembla. Aprendimos que queda en Brandsen 805 y jugadores de todo el mundo sueñan con pisarla alguna vez. Cosas que no se compran. Somos bosteros porque al lado del Riachuelo había olor a bosta. No nos avergüenza.

Los socios de Boca no queremos irnos de la Bombonera. No queremos dejar de sentir que la cancha se mueve ni abandonar el santuario en el que jugaron Ángel Clemente Rojas, Mario Boyé, Roberto Suñé, Antonio Rattín, Diego Maradona, Martín Palermo y Juan Román Riquelme. Aunque nunca será suficiente, queremos tener un estadio más grande, pero que se erija en el mismo lugar, que le haga honor a nuestra historia, que respete nuestra identidad.

Los números de la encuesta que hizo a fines de noviembre la consultora You Are Publicson contundentes. El 71,06% de los socios encuestados dijo que Boca “debe ampliar la Bombonera”. Solo el 27,94% piensa que sería mejor “hacer un estadio nuevo”. Mudarla es la propuesta central de la campaña de la fórmula que forman Andrés Ibarra y Mauricio Macri. Ibarra confirmó que la idea incluye el ingreso de esponsors y "el naming". Es decir, el agregado de un nombre comercial al estadio. Estadio de Boca “una marca” Juniors. Un modelo de club a la europea, con el ADN diluido.

Hace meses que los socios de Boca sufrimos un bombardeo de encuestas. Llamados telefónicos, SMS, mails, WhatsApp... todas las vías de consulta se activaron en 2022 y se intensificaron a las puertas de la elección.

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Las encuestas que las diferentes agrupaciones que forman parte de la vida política del club hicieron después de la derrota de Boca en la final de la Copa Libertadores son coincidentes: la fórmula que encabezan Riquelme y Jorge Ameal se encamina a ganar las elecciones por un margen que va de cinco a diez puntos. Ninguno de los sondeos de opinión muestra un resultado en el sentido contrario.

Riquelme es el máximo ídolo del club, que tiene 118 años de historia. En Boca ganó 11 títulos, incluidas tres copas Libertadores y una Intercontinental. “Messi, Messi, Messi, me tenés que perdonar. En La Boca el más grande, el más grande es Román”, cantó la hinchada el día que el Diez de la Selección jugó en la Bombonera en el partido homenaje a Riquelme. La letra se explica sola.

La despedida se hizo nueve años después de su retiro. Riquelme jugó su último partido oficial el 7 de diciembre de 2014 con la camiseta de Argentinos Juniors. En Boca gobernaba Daniel Angelici, hombre de Macri, siempre enfrentado con el Diez.

La gestión

Macri ganó las elecciones de Boca en 1995, fue presidente durante 12 años y manejó la política del club, casi sin interrupciones, hasta 2019. Su primer trienio como dirigente fue una colección de desaciertos, con la llegada de figuras y técnicos de renombre que no consiguieron títulos. En 1998, Boca llevaba seis años sin ser campeón. La historia cambió ese año con el desembarco de Carlos Bianchi como entrenador, cuando comenzó una de las etapas más gloriosas de la historia del club. Durante ese período, Macri no logró cumplir su sueño de que la AFA tratara la admisión de las sociedades anónimas deportivas. Lo intentó, pero perdió por 31 votos contra 1.

En 2007, Boca fue la vidriera y el trampolín de Macri hacia la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y a la Presidencia de la Nación, que consiguió ocho años después, en 2015. Con los éxitos del club más popular del país, armó un partido político y cimentó una carrera política exitosa.

Los últimos años de la gestión de Angelici en el club fueron un capítulo para el olvido. La Bombonera quedó semiabandonada y Boca no ganó títulos. En 2017 no clasificó para ningún torneo internacional y al año siguiente el presidente aceptó llevar la final contra River de la Copa Libertadores a Madrid. Propuso hacer una cancha de tenis en la Bombonera. En paralelo, de la mano de Marcelo Gallardo, River vivió una época dorada. Los hinchas vivimos la sensación de abandono por parte de una dirigencia que mostró desamor por los colores del club.

En 2019, la aparición de Riquelme movilizó de nuevo los corazones bosteros. Fue un triunfo inapelable, con asistencia récord: 38.363 votantes. El Frente para recuperar la Identidad Xeneize consiguió el 52% de los votos. En segundo lugar quedó Christian Gribaudo, del PRO, con el 30%. Tercero fue Carlos Beraldi, con 16%.

La gestión tiene muchas luces y dos deudas principales. El club volvió a poblarse de ídolos históricos, Boca recuperó la relación con el barrio, se abrió a los socios con la atención gratuita en sus consultorios médicos, incorporó y desarrolló disciplinas amateurs; puso en marcha la construcción de un nuevo polideportivo, hizo de Boca Predio un centro de entrenamiento de primer nivel, promovió a Primera a 32 jugadores de inferiores, le dio impulso al fútbol femenino y abrió la Bombonera, por primera vez en la historia, para Las Gladiadoras, que fueron tricampeonas. El fútbol de Primera División ganó seis títulos en cuatro años de gestión y fue el club más ganador. Este año llegó a la final de la Copa Libertadores. Riquelme asegura que, en 2019, recibió el club con déficit y tiene “28 millones de dólares en la caja”.

La Bombonera volvió a ser azul y amarilla, los baños se renovaron, las mujeres tenemos acceso a un sanitario digno, pasillos, tribunas y salones lucen siempre recién pintados, los accesos se modernizaron y las obras en la cancha fueron visibles y constantes, tanto dentro del campo de juego como fuera. El club se abrió también para los no socios en la bienvenida de Edinson Cavani y en la final de la Copa Intercontinental Sub-20, que Boca ganó en septiembre. Muchos hinchas pudieron cumplir su sueño de entrar a la Bombonera.

Las deudas: en cuatro años, el equipo de Primera no consiguió forjar su identidad, el club no supo elegir un buen técnico, el hincha espera con ansiedad un anuncio y el problema principal del socio es el ingreso a la cancha. La Bombonera nunca será suficiente para contener a los hinchas, pero conseguir una entrada es casi una misión imposible para cualquier socio que tiene su cuota al día. Como dicen las encuestas, los socios queremos quedarnos en nuestra casa, pero la dirigencia tiene la responsabilidad de imaginar y diseñar una ampliación.

Justicia y política

Macri puso su regreso a Boca como prioridad en su agenda. En paralelo a la disputa que dio en la política nacional, se propuso recuperar el club a toda costa. Designó a Ibarra como su candidato a presidente y confirmó que iría como vice después de la derrota de Boca en la final de Libertadores. “El dirigente de fútbol que pierde una elección en su club quiere que su equipo pierda hasta tanto él vuelva a ser dirigente”, dijo alguna vez en televisión. Se le dio.

Durante cuatro años, los hinchas vimos las acciones judiciales más absurdas contra el club. La fiscal Celsa Ramírez, que responde a Angelici, clausuró la Bombonera, cerró una tribuna y hasta prohibió la concentración de hinchas previa a los partidos en la calle Irala, que solía oficiar como lugar de encuentro festivo.

Hubo más. A fines de noviembre, el juez penal, contravencional y de faltas Ricardo Baldomar hizo lugar a una medida cautelar pedida por un supuesto grupo de socios de la colectividad judía y ordenó cambiar la fecha de los comicios del sábado 2 al domingo 3 de diciembre. Al menos tres de los firmantes se comunicaron con el club para desmentir su participación en la presentación. La medida perjudicó a los socios del interior, que viajan hasta La Boca para votar. Hubo nuevas encuestas, pero el mismo resultado.

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El martes 28, por pedido de la lista de Ibarra y Macri, la jueza Alejandra Abrevaya – hermana del exdiputado del PRO Sergio Abrevaya- decidió suspender las elecciones por presuntas irregularidades en el padrón electoral. La oposición pidió eliminar la participación de 13 mil socios. El oficialismo explicó que 4.189 fueron incorporados en la gestión Angelici, que otros son menores o están muertos. No hubo acuerdo.

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La sensación de que Boca es un botín político y un objetivo de negocios para Macri ya es una certeza que excede a los hinchas del club. La manipulación judicial quedó a la vista de cualquier mortal. Las últimas entrevistas públicas del expresidente terminaron de confirmar que su mirada empresarial pasa por encima de cualquier historia. La mudanza de la cancha para hacer un nuevo estadio, al estilo de River, es solo el comienzo de su propuesta. El retraso en la fecha de las elecciones tiene un objetivo obvio: la intervención del club, que podría darse vía la Inspección General de Justicia (IGJ) tras la asunción de Javier Milei. Tomar por la fuerza lo que no se gana en las urnas.

Boca se convirtió en un campo de batalla. Macri decidió destrozar al ídolo irreverente, que se plantó como en una guerra: “Yo defiendo a mi club”. Riquelme evitó meterse en el barro de la política nacional aunque toda la dirigencia quedó pendiente de sus movimientos. Le deseó suerte a Milei, habló solo de Boca. Una porción de socios ocupó la resistencia, a pura defensa de la identidad, y convocó igual a la cancha, este domingo. Queremos votar, sentir que nadie toma el club por asalto.

¿que se juega en las urnas de boca?
Mauricio Macri (Foto: NA)

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