A los 10 años de vida, ya sabía cómo era pasar el invierno crudo en el campo, caminar a la escuela rural y cómo el verano alteraba el ritmo de Pinamar, una ciudad costera ícono del poder político y empresarial durante los '90. A los 30, conocía lo que pasaba en los pasillos de la universidad pública y cómo era ser emprendedor en el sector laboral privado, mientras ponía un pie en la política. De la Ciudad de Buenos Aires a General Madariaga y de allí, a Pinamar. Otra vez a la gran urbe y nuevamente a la ciudad donde creció. A sus 38 años, Juan Ibarguren se alista para ponerse el traje de intendente y mantener para el PRO el fuerte que desde hace ocho años custodia Martín Yeza.
Con un perfil de gestión por sobre el de un dirigente político tradicional, el jefe comunal electo le admite a Letra P que “hay que activar las obras en el distrito” y que para eso está dispuesto a “resetear la relación con la provincia”. Como secretario de Turismo en el gabinete de Yeza, su amigo de la secundaria asegura haber mantenido un buen diálogo con el equipo del Ministerio de Producción bonaerense, aunque ahora la cosa será distinta: será el encargado de administrar el distrito y dialogar con el gobernador Axel Kicillof.
Ibarguren, que asumirá en Pinamar el 10 de diciembre, nunca se había interesado en la política. Incluso rechazó el primer llamado de Yeza en 2015 para formar parte de su equipo económico. Prefería seguir abocado a sus dos proyectos personales: una productora de eventos y un comercio que funcionaban en la Ciudad de Buenos Aires.
https://publish.twitter.com/oembed?url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2FLetra_P%2Fstatus%2F1349741744708063233&partner=&hide_thread=false
Amante del surf, del fútbol, de Lionel Messi y de Gustavo Cerati, recién aceptó la convocatoria para el área de Hacienda una vez que su amigo había superado las PASO de aquel año. Ibarguren no tiene referentes nacionales en la política y solo reconoce a Yeza como su faro: “Es un gran líder que desde muy joven logró que Pinamar sea una de las ciudades con mayores oportunidades de desarrollo de todo el país”, concede. Fue el alcalde quien vio en él una pieza acorde a lo que su armado precisaba, con perfil de administrador forjado en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero también conocedor de la gestión privada.
El intendente electo nació en la capital del país, pero de chiquito se mudó a General Madariaga, donde su familia tenía un campo. Fue a una escuela rural y recién pasados los diez años de vida se trasladó a Pinamar, donde conoció a Yeza y donde transitó toda la adolescencia, antes de regresar a CABA para estudiar Administración, hospedado por su abuela. Antes de cumplir 30, le propuso a su compañera de vida, Catalina, volverse a Pinamar para aceptar la propuesta y dar un giro de 180 grados a su vida: dejar sus trabajos en la gran ciudad, acercarse al PRO y sumarse al gobierno municipal, primero en Hacienda y los últimos cuatro años, en Turismo y Desarrollo económico.
“Martin (Yeza) consolidó institucionalmente a Pinamar, un municipio que venía con una crisis muy fuerte. Había tenido cinco intendentes en siete años”, destaca Ibarguren, quien también entiende que “la renovación del frente marítimo fue un hito en la gestión actual. Muchas empresas desarrolladoras ahora confían en la ciudad”. “Él se identifica más con el PRO, con la política, es un referente nacional, yo voy a apuntar a pensar más en la gestión”, se diferencia.
Quizá haya sido ese rol de trabajo riguroso el que Yeza vio en él para impulsarlo a una aventura que, asume, no fue fácil de aceptar. “Puse en la balanza el tiempo, la exposición… todo se potencia. Estoy tranquilo porque me comprometo a hacer lo mejor por Pinamar”, concluye.
Padre de Joaquina y de un bebé en camino, Ibarguren se prepara para el desafío de su vida, que lo encontrará haciendo algo que nunca imaginó de joven, pero para lo que se siente preparado. Ensayará un perfil bajo e intentará seguir el norte de Yeza, aunque con el objetivo de imprimirle su impronta al municipio. A días de sentarse en el sillón municipal, sabe que no le espera una temporada fácil y que deberá transitarla “con austeridad para consolidar económicamente" la gestión. Cree que luego sí tendrá que afrontar el “desafío de hacer obras y mejoras que están haciendo falta”.