Como toda negociación entre ambos está llena de obtáculos, pero hoy existe un principio de acuerdo entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta para compartir un búnker de campaña la noche de las elecciones, el 13 de agosto. La propuesta surgió del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y por estas horas la exministra de Seguridad evalúa el convite, con una serie de condiciones y reglas sobre la mesa. Mientras eso sucede, fiel a su idea de mostrarse como el gestor de la unidad, Mauricio Macri presiona para que la jefa de los halcones ceda en sus pretensiones y Juntos por el Cambio (JxC) tenga una única fotografía ese domingo.
Hasta el fin de semana último, ambos líderes partidarios tenían previsto espacios separados, cada uno escoltado por sus compañeros de fórmula y la tropa bonaerense que los acompaña: Larreta ya tenía reservado el predio de Costa Salguero, un clásico en sus actos políticos, y Bullrich evaluaba decidir el espacio sobre la base de dar una imagen austera de sus últimas recorridas por el país.
De hecho, hubo conversaciones entre los principales operadores de cada sector para arreglar una fotografía de los contendientes la noche misma de las elecciones, pese a las localizaciones separadas. Y más: una reunión privada entre ambos al día siguiente, con desayuno incluido, mostrándose juntos y distendidos, alejados de las peleas furiosas de estos días.
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Estos escenarios cambiaron cuando el líder de los moderados amarillos creyó conveniente dar un mensaje de unidad esa misma noche y envió a sus emisarios a proponerle a Bullrich la unificación de los búnkers. La jefa de los halcones puso una serie de condiciones. En principio, está dispuesta a aceptar si el lugar no es Costa Salguero, un espacio que considera muy identificado con el larretismo y que, además, no comulga con su estrategia de alejarse de aparatos políticos. "Queremos un espacio austero y neutral", aclaró a Letra P uno de los halcones al tanto de las negociaciones.
De avanzar en ese sentido, hay otros puntos en los que parecerían estar de acuerdo, que es tener compartimentos separados dentro del mismo predio, cada uno con sus espacios y centros de cómputo, en el que no se crucen fácilmente mientras esperan los resultados de las urnas. Quizá una tarea difícil si se tiene en cuenta que estarían unificados los búnkers nacional, bonaerense y porteño. Es decir, estarían ahí también el mendocino Luis Petri y el jujeño Gerardo Morales, integrantes de las fórmulas presidenciales; Néstor Grindetti y Diego Santilli, precandidatos a la gobernación de Buenos Aires; y Jorge Macri, figura única del PRO en la Ciudad.
Algunos de los principales líderes opositores comenzaron a presionar para forzar un acuerdo y cierren el trato cuanto antes; buscan evitar que se convierta en otra discusión que que los desgaste a ambos en el tramo final de la campaña. Uno de ellos es el propio fundador del PRO, quien se mostró prescindente a la hora de elegir de manera pública a su favorito, pese a que todo indica que sus apuestas siempre estuvieron entre los duros del sector amarillo. Como sea, Macri es quien intenta cerrar un búnker único. Por ahora, no hay nada dicho.