Cinco minutos antes de las ocho de la mañana, en una vecinal de la periferia de Rosario, Pablo Javkin firmó el acta con la que tomó posesión formal del cargo de intendente. Empalme Graneros, el barrio elegido para iniciar su segundo mandato, no fue elegido al azar. Javkin buscó exhibir cercanía con el vecino y, al mismo tiempo, marcar ese lugar como un símbolo de lo que necesita la ciudad: obras y mayor seguridad.
En esa línea se rodeó de miembros de la vecinal, de escuelas, comercios, bibliotecas, centro de jubilados y representantes religiosos del barrio. Lo acompañaban unos pocos funcionarios: su aliada y presidente del Concejo, María Eugenia Schmuck, y los ediles del peronismo recién asumidos Mariano Romero y María Fernanda Rey.
“Dejamos que a las invitaciones al acto las hiciera la vecinal para que tenga el perfil que quisiera”, explicaron cerca del intendente. El lugar tenía capacidad para unas sesenta personas. Desde el municipio pidieron sólo que se reserve diez lugares para la comitiva oficial.
“En este mandato el objetivo principal está acá. Este lugar tiene que ser el desafío más grande para hacer más justo a Empalme. Integrándolo con las obras que hay que hacer y, también, haciéndola más justa para que (el vecino) recupere el poder caminar la calle tranquilo”, explicó Javkin en un breve discurso.
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El intendente reconoció que el barrio tiene “una tradición y un corazón político distinto al gobierno de la ciudad”, pero destacó que su vecinal es un ejemplo de la pluralidad que debe marcar el camino de los tiempos por venir.
“Venir a asumir acá tiene que ver con el compromiso de que lo que tenemos que hacer por delante no se hace con grieta”, marcó.
El intendente lucía traje gris, camisa blanca y corbata negra. Firmó el acta de posesión del cargo tras la lectura de rigor por parte del escribano Raúl Palotti. Esa ceremonia, muchas veces, se desarrolla en un despacho y a puertas cerradas. Sus colaboradores sonreían también por lo desacostumbrado del horario con el que se había citado a todos: 7.30.
Osvaldo Ortolani, presidente de la vecinal centenaria, representante de un barrio populoso, dijo que en Empalme son “enamorados del Estado”, aun cuando reconoció vicios y la necesidad de algunos achiques. El municipio trabaja allí, desde hace ocho meses, en la pavimentación definitiva de 52 cuadras.
El dirigente barrial marcó postura sobre la realidad nacional y lo que puede suceder con el ajuste severo propuesto por el presidente Javier Milei. Utilizó el ejemplo de “Luna de Avellaneda”, la película protagonizada por Mercedes Morán y Ricardo Darín que expone las penurias de un club y la posibilidad de un cierre ante el avance de capitales privados. “Luna de Avellaneda es lo que le puede tocar al país”, alertó.
El acto, que se había iniciado a las 7.52, apenas se extendió 16 minutos. Javkin tenía un día extenso, con una agenda cargada por delante. Se tomó unos minutos para hablar con la prensa e hizo una inevitable referencia a la asunción de Milei.
“No conozco al presidente, pero esperamos siempre el mejor diálogo. Hay una prioridad marcada: necesitamos que cuiden a la ciudad. Valoro la mención que se hace de Rosario como una prioridad en la lucha contra el delito”, destacó.
Cuando los vecinos y funcionarios se marchaban del flamante anexo de la vecinal, apenas cien metros más allá, tres gendarmes patrullaban la zona a pie y otros dos agentes se encargaban del control vehicular. La seguridad lo sobrevuela todo en Rosario.