La segunda marcha federal en defensa de las universidades congregó a una multitud de estudiantes, docentes, gremios y autoconvocados que coparon la plaza del Congreso, hermanados bajo la categoría simbólica de una clase media que sufre en carne propia la motosierra libertaria. Fue un mensaje contundente a Javier Milei y su anunciado veto a la ley de financiamiento universitario.
Como en abril pasado, la convocatoria de este miércoles reunió bajo un mismo reclamo a toda la oposición, incluyendo a sectores otrora dialoguistas, para pedir por los fondos para las universidades, pero con un denominador común más amplio: el rechazo a las políticas del gobierno libertario. Con consignas como "No al veto" y "Sin universidad no hay futuro", la concentración marcó otro hito en el cronograma de protestas callejeras contra Milei a menos de diez meses de su llegada al poder.
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Uno de los carteles de la marcha universitaria hechos a mano.
Según la organización, hubo más de un millón de personas en las inmediaciones del Congreso, incluso más que en la primera movilización universitaria de abril. Llegar a ese volumen era vital para que no perdiera fuerza el reclamo y que la Casa Rosada pudiera pasar a la ofensiva.
Muy lejos de esa estimación, que no incluye las marchas replicadas en otras ciudades del país a la misma hora, para el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, a cargo de Jorge Macri, la convocatoria tuvo 100 mil asistentes.
La casta, a la calle contra Javier Milei
El respaldo al reclamo de la comunidad educativa y el pedido para que Milei no avance con el veto a la ley de financiamiento volvió a ser masivo, al punto que el Gobierno oficialmente validó el reclamo como legítimo, en lugar de redoblar la apuesta como marcar el ADN mileísta. El oficialismo se tuvo que contentar con resaltar la presencia en la zona de figuras opositoras, desde Cristina Fernández de Kirchner, pasando por Horacio Rodríguez Larreta, a Elisa Carrió y Sergio Massa.
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Las columnas se distribuyeron sobre el asfalto de Avenida de Mayo, Entre Ríos y Callao, Rivadavia e Hipólito Yrigoyen, y en los alrededores de la plaza, donde se desplegó el operativo de seguridad con fuerzas federales y la Policía de la Ciudad. Como tenían permiso del gobierno porteño, Patricia Bullrich no aplicó su protocolo antipiquetes, según el argumento formal.
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El arco político se quedó lejos del escenario.
Con la "casta" -como intenta denigrarla Milei- marchando en un segundo plano; las federaciones universitarias; los gremios de docentes y no docentes; la UBA y las universidades nacionales de La Plata y el conurbano, la CGT y las CTA y los autoconvocados fueron los protagonistas centrales de la jornada de protesta. Las figuras de casi todo el arco político, con la obvia excepción del oficialismo, se mantuvieron lejos del escenario central dispuesto en medio de la plaza. La izquierda, los grupos piqueteros y los movimientos sociales dijeron presente, también a la distancia.
La transversalidad de la marcha
Los carteles artesanales con consignas contra Milei se mezclaron con las banderas y los bombos de los gremios de la CGT, que movilizó parte de su aparato, con el camionero Pablo Moyano a la cabeza. La Unión de Docentes Argentinos (UDA), CTERA, Suteba, la Federación de Docentes de las Universidades (FEDUN) y de la Federación Argentina del Trabajador de las Universidades Nacionales (FATUN) coparon el frente del escenario junto a la Unión Obrera Metalúrgica y UOCRA.
Pero el elemento distintivo de la marcha fue la participación de sectores autoconvocados, muchos vinculados a la vida universitaria, pero también otros que salieron a expresar un reclamo opositor, con consignas contra la política económica, el ajuste sobre los jubilados y la privatización de empresas públicas.
En primera persona
"No al veto. No a la venta de Aerolíneas. Basta de hambrear a los jubilados”, decía uno de los carteles hechos con madera y cartulina que llevó Noelia, una estudiante de posgrado de Berisso que se movilizó junto a sus excompañeros de estudios en tren.
Luis, un docente universitario e investigador, viajó en un colectivo alquilado por el gremio de docentes de la universidad de La Plata, un mismo ritual que en abril. “Pudimos llegar hasta Entre Ríos y Belgrano y ya no pudimos avanzar. La convocatoria de la UNLP superó las expectativas”, contó a Letra P.
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Una de las columnas que marcharon hacia el Congreso.
“Mi hija se recibió en la Universidad de La Matanza”, se jactaba Alejandro con un cartel casero que sostenía entre sus manos. Estaba parado con otros dos amigos en Callao y Rivadavia, justo al lado del vallado policial.
Pasadas las 17, con la plaza colmada, los organizadores del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), las federaciones de docentes y no docentes y la FUA cerraron la jornada con la lectura de un documento titulado “La universidad pública, base de la democracia y el desarrollo social, lucha por su supervivencia”.
Desde el escenario, con el Congreso que aprobó la ley de financiamiento universitario a sus espaldas, dejaron una advertencia contundente al gobierno de Milei: la situación salarial y de funcionamiento de las universidades es crítica y volverán a salir a las calles si hay un veto. Si se cumple la advertencia libertaria, eso ocurrirá este jueves.