Maximiliano Pullaro, al igual que Axel Kicillof, juega el juego de la transversalidad. Dentro y fuera de su territorio, el gobernador de Santa Fe cosecha relaciones y postales con socios, aliados y adversarios. En su construcción, el titular de la Casa Gris les hace un hueco a todos y todas. Medidas y discursos para todos los ismos.
Pullaro prioriza el santafesinismo como modelo de gestión. En medio año de gobierno rivalizó o empatizó con el presidente Javier Milei en función de la afectación de los intereses provinciales, pero a la hora de ejercer política, el oriundo de Hughes es una suerte de catch all.
Pullaro, politólogo, se permite un diálogo amplio con quienes juegan en política. Se reúne con radicales, aliados dentro del frente de Unidos, y también con peronistas. Como retrató Letra P, acumula varios encuentros con figuras justicialistas de distinto tenor.
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Del cónclave y abrazo con Kicillof reluce su interés por dar un mensaje antigrieta. El bonaerense no es un nene malo para el radical; no está cancelado per se ni mucho menos en su lista de contactos. Al abrazarse con su par kirchnerista, Pullaro se expuso a la crítica de Milei.
El consejo de Javier Milei para Maximiliano Pullaro
Desde España, este sábado, el Presidente lanzó: “les debe gustar sacarse fotos entre ellos. ¿Cuál es el problema? Abrazarse con Kicillof es abrazarse a un salvavidas de plomo, Kicillof es todo lo que está mal”.
No obstante, así como agasajó a Kicillof, Pullaro también tiene mimos para ofrendarle al propio Milei. Garantizó su presencia en el trunco Pacto de Mayo y adhirió a las máximas de la ley ómnibus. En el universo del radical hay gestos políticos de grosor sin medirle el pedigrée al otro.
Maximiliano Pullaro, en toda la cancha de la política
Pullaro no sólo manifiesta la intención de ocupar toda la cancha en el desarrollo de los vínculos. También lo evidencia en el devenir de su gestión, especialmente en un área sensible como la seguridad. Puede, por un lado, ponderar y replicar una de las acciones más progresistas del gobierno de Miguel Lifschitz, como fue el Plan Abre, una suerte de intervención del Estado en zonas vulnerables donde imperan las bandas narcos. Al mismo tiempo, puede lanzar: “A quienes vienen a hablarnos de derechos humanos y de que los presos son pobrecitos, les decimos: si tan buenos son estos presos, llévenselos a sus casas”, logrando seguramente el enfado de sus socios de centroizquierda, como el socialismo. Como si fuera poco, Pullaro está a favor de una baja sin techo en la edad de imputabilidad de menores, discusión que el gobernador no se amilana en dar.
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No hay una contradicción en su estilo. Hay un plan muy estudiado y analizado en marcha. Como dice un consultor reconocido de Santa Fe, Pullaro “tiene en claro sus ideas y en base a eso, hace política como ningún otro. No hay nadie que se acerque en simultáneo a políticos del oficialismo nacional y, a la vez, a uno de los principales opositores a Milei, como Kicillof”.
Según el analista, el gobernador radical continúa con su manual electoral que tan buenos réditos le dio y “abraza a todo aquel que puede y quiere ser abrazado sin dejar de lado sus posiciones ideológicas”. “Al laberinto de la casta se le sale por arriba, pero sin hablar de ella”, cierra el encuestador.
En momentos donde todos y todas juegan, Pullaro sobresale en la política grande a base de gestos y mensajes inesperados. A veces desorienta y en otras hace la clásica y esperada. De alguna manera, concentra agenda al ocupar todos los espacios y evita que le asomen rivales. Si bien su gestión lleva apenas un semestre, no aparecen en Santa Fe referentes de la oposición capaces de empardar o hacerle frente a la figura del gobernador. A veces pareciera que sus rivales más férreos están dentro del propio oficialismo que en la oposición, que todavía busca una brújula.