Juntos en el barro

Mauricio Macri se aferra a Juez y a Córdoba para ganarle la pulseada a Larreta

El expresidente confirmó la ruptura política con Schiaretti con un abrazo impensado a su enemigo histórico. La pelea por los votos y el desconcierto. El enviado del alcalde porteño.

Mauricio Macri ya no se presenta como el porteño enamorado de Córdoba, como cuando iniciaba las primeras incursiones para apuntalar su sueño presidencial de 2015. Ya no define a la provincia como su “segundo hogar”, metáfora con la que sintetizaba la gratitud por la ola amarilla que lo empujó al Sillón de Rivadavia y le evitó una derrota indigna en 2019. Ahora elige el nosotros, “nosotros, los cordobeses”.

La identificación al extremo con un electorado que le dio tanto es también política. Envió desde Córdoba un potente mensaje a la interna de Juntos por el Cambio (JxC), en cierto riesgo de ruptura tras la moción de Horacio Rodríguez Larreta y Gerardo Morales de incorporar a la alianza al gobernador peronista Juan Schiaretti. Cada movimiento de Macri de este martes confirmó la sospecha general: son los votos de este bastión central los que desvelan al jefe de Gobierno porteño y a la titular del PRO en uso de licencia, Patricia Bullrich.

En el único distrito que Bullrich se impone sobre Larreta en las encuestas es en Córdoba. La experiencia enseña al partido amarillo la importancia de ganar la punta en este bastión que, en este año electoral y en las preferencias por presidenciables, comparte sus adhesiones entre su gobernador y el libertario Javier Milei. El PRO mira un tercer puesto en el horizonte y los ánimos se exasperan.

El diálogo que el operador de Schiaretti, Guillermo Seita, mantenía con Larreta, y Letra P anticipó la noche de cierre de listas provinciales, obedecía a necesidades mutuas. El cordobés irrumpiría con fuerza en la escena nacional -como finalmente ocurrió- y el porteño podría hacer realidad, con esta alianza, los temores más profundos de “La Piba”.

Macri habló con tonada para marcarle el territorio a Larreta, pero también a Schiaretti. Con vocales alargadas dijo que a los cordobeses “no nos gusta que nos digan qué hacer”. El abrazo a Luis Juez fue un mensaje a su ¿ex? “amigo, el Gringo” y una señal que de esa relación poco queda. El supuesto diálogo cortado y que la militancia del cordobesismo (schiarettistas y macristas) se empeñaba en negar, quedó expuesto. Macri cobrará el intento jubilatorio de Schiaretti, que elige como interlocutor a otras expresiones del PRO, en este caso Larreta, para pensar el futuro.

Macri jugó sus cartas más fuertes. No sólo acusó a Schiaretti de kirchnerista, sino que logró que Juez ganara una centralidad necesaria en una campaña provincial que no encontraba el norte. En el búnker juecista lo reconocen y deslizan, con la picardía característica, que el propio candidato a gobernador de Hacemos Unidos por Córdoba, Martín Llaryora, cuestionó el “tempo” de Seita, quien dio la señal para blanquear un diálogo que llevaba más de un mes, una semana antes del cierre de alianzas para la PASO y a 20 días del domingo electoral provincial.

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Del desprecio público, Macri pasó al elogio. En la presentación del libro Para qué, horas después de la disertación en la Bolsa de Comercio, el cofundador de Cambiemos lo felicitó en público. “Lo hiciste muy bien, Luis”, dijo y la palmadita en la cabeza que siguió fue un reconocimiento al método del líder del Frente Cívico. “Hacer, Luis, es hacer lo correcto y no esta mierda de lo políticamente correcto”, reconoció el “hacer” de su inesperado protegido, en una presentación literaria en la que tanto Rodrigo de Loredo como el escriba dijeron varias malas palabras.

Juez es el enemigo histórico del sistema político cordobés. Peronistas y radicales han combinado estrategias para evitar su ascenso a los diferentes Ejecutivos. Macri fue parte activa de esas faenas y, cuenta la leyenda, que la fórmula que apadrinó en las primarias de 2021, con Mario Negri y Gustavo Santos a la cabeza, fue una respuesta directa a achatar las posibilidades del senador que triunfaría meses más tarde con un millón de votos y, como se suponía, lanzaría su candidatura provincial.

Macri provocó a Schiaretti abrazando al “paria” de la política local y se puso a la cabeza de la resistencia de la interna PRO por los votos de Córdoba. Quienes lo rodearon durante toda la visita admitían que el exjefe de Estado estaba “desconcertado” con el estado de situación.

La avanzada larretista

Larreta alzó el guante. Ratificó su apoyo a la candidatura provincial de Juez y, en simultáneo a la presentación editorial de Macri, convocó al Consejo Directivo del PRO para tratar la incorporación del liberal José Luis Espert que, se supone, choca contra los intereses de Bullrich.

Mientras tanto, su hermano y principal armador, Augusto Rodríguez Larreta, desembarcaba en Córdoba para cumplir tareas ordinarias de la campaña, pero también para dialogar con la dirigencia local que no se traga el sapo peronista. La base de operaciones es el frecuentado búnker cambiemista que funciona en el bar del hotel Orfeo Suites.

Después de escalar el Kilimanjaro, para el hermano, la remontada con las fuerzas aliadas no debería ser compleja. Pese a su desconcierto, Juez admitía anoche que no blindaría las fronteras a los presidenciables de JxC, aunque su compañero de fórmula, el radical Marcos Carasso, disentía. Fuentes de su círculo admitieron a Letra P que llamó a Morales para pedirle, por favor, que se abstenga de pisar Córdoba en los próximos 20 días.

Macri decidió terminar su estadía con una confesión de amor a los cordobeses, en las horas más calientes de la alianza: “Nuestro vínculo está vivo, sigue intacto el amor recíproco que siento por los cordobeses”.

El amor vence.

Mauricio Macri, junto a Luis Juez, el freno a las ambiciones expansionistas de Martín Llaryora. 
Juan Schiaretti en Córdoba junto a Martín Llaryora y Gustavo Brandan. 

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