ELECCIONES 2023 | CÓRDOBA

Martín Llaryora pisa la renovación y garantiza la paz para la campaña de Schiaretti

Espera el escrutinio definitivo de la Junta Electoral y se concentra en la elección en la capital. ¿La sucesión provincial se dilata hasta la primera vuelta?

“Estamos esperando que oficialicen los resultados para poder volver a festejar como nos merecemos. Después de eso, retener la ciudad de Córdoba es nuestra prioridad”. Con esa frase, el llaryorismo deja en claro que los tiempos para empezar a pensar la renovación dirigencial del cordobesismo con Martín Llaryora a la cabeza se dilatarán un poco más de lo imaginado previamente. Además de las elecciones municipales hay otra variable clave que obliga al gobernador electo a parar la pelota y otear un horizonte demasiado abierto: la campaña presidencial de Juan Schiaretti.

Nada se conversará hasta las PASO del 13 de agosto. Esa es la premisa con la que el equipo del intendente que fue elegido gobernador repite para remarcar que no se avanzará en detalles que puedan generar algún tipo de tensión entre el caudillo saliente y su heredero.

La noche de la victoria empañada por el papelón de la Justicia Electoral mediterránea, Llaryora habló de “una generación que se retira” y de la llegada al poder de “una coalición distinta”. Más allá de las lecturas exógenas, en el oficialismo entendieron que el sanfrancisqueño hablaba de una renovación que no necesariamente dejaría afuera a los antiguos dueños del poder político provincial, aunque sí anticipó una impronta propia que, en principio, tiene el visto bueno del gobernador.

Sucede que ese cambio requiere de una transición que debe conversarse y la convivencia entre lo viejo (que no terminará de morir) y lo nuevo (que se tomará su tiempo para nacer) puede generar tensiones que Llaryora quiere evitar, sobre todo teniendo en cuenta las dos campañas que se avecinan y que lo tienen como protagonista: la de Daniel Passerini y la del propio Schiaretti.

“En la ciudad vamos a agrandar la ventaja que ya obtuvimos en la elección provincial, porque acá no existe el argumento de los 24 años en el gobierno, porque la oposición gobernó 16. Les va a resultar demasiado difícil nacionalizar una discusión en la que los principales protagonistas del desastre han sido ellos”, confían en el oficialismo.

Así las cosas, esperan que el resultado “arrollador” que los ilusionaba para el 25 de junio se traslade al 23 de julio, el momento en que efectivamente se pondrá en consideración la figura de Llaryora como gestor. Para eso, incluso, echan mano a la victoria del domingo pasado en Colonia Caroya en la que la candidata oficialista logró revertir el resultado provincial, que le había dado la victoria a Juntos por el Cambio. “Queda totalmente demostrado que una cosa es la elección provincial; otra, las municipales; y otra la elección nacional”, repite el mantra que, desde siempre, se toma como base de las campañas focalizadas del cordobesismo, hoy llamado Hacemos Unidos por Córdoba.

En ese sentido, las actividades estarán concentradas en la capital provincial hasta el 23 de julio. Llaryora se escudará en la campaña de Passerini y, tal como lo había anticipado, no distraerá esfuerzos en otros debates que, por el momento, considera estériles. Como ya contó Letra P, retener el gobierno de la Ciudad de Córdoba es la prioridad central para ponerle un moño a un proceso electoral que se terminó complicando más de lo pensado.

Convivencia peronista

La discusión sobre la transición no encontrará una mesa de diálogo mientras Schiaretti se mantenga activo en su disputa nacional. Las razones responden a una lógica de alineamiento que funciona desde el minuto cero de la triple campaña del cordobesismo, pero también pensando en la gestión que viene.

En el llaryorismo saben que el peso político de los diputados propios en el Congreso resultará de vital importancia para los próximos cuatro años y por eso quieren garantizarse, al menos, dos de las nueve bancas que se pondrán en juego el 22 de octubre. Por ese motivo, las charlas respecto del primer gabinete de Llaryora podrían dilatarse incluso hasta la primera vuelta electoral.

https://publish.twitter.com/oembed?url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2FJSchiaretti%2Fstatus%2F1675945087832846354&partner=&hide_thread=false

En el nacimiento de una “nueva coalición de gobierno” para la Córdoba del futuro hay también una serie de elementos que influirían en la campaña de Schiaretti y que ya tuvieron su prueba negativa con el acercamiento del gobernador de Córdoba a Horacio Rodríguez Larreta. Llaryora insiste en “seguir sumando dirigentes” de otras fuerzas políticas y que esos nombres empiecen a aparecer en medio de la aventura presidencial de su padrino político puede resultar un tanto engorroso. Podría el sanfrancisqueño esperar el impacto de la movida del gobernador en la previa a las elecciones provinciales, pero no lo hará.

En ese universo, aparecen naturalmente los nombres que ya se sumaron al cordobesismo y que simpatizan abiertamente con las aspiraciones de Larreta, como el candidato a la viceintendencia Javier Pretto o Gabriel Frizza, llegado a último momento al equipo de asesores del oficialismo. A la vez, también hay referentes peronistas que ya anticiparon que trabajarán por la candidatura de Sergio Massa.

El caso más emblemático es el del villamariense Martín Gill, que en la previa aparecía como uno de los números puestos en el futuro gabinete provincial. Nada está dicho ni mucho menos definido, pero el oficialismo provincial puede encontrar un aliciente en lo que respecta al ex secretario de Obras Públicas: Villa María vota el 1 de octubre y la atención del actual intendente de la cabecera del departamento General San Martín podría enfocarse en la campaña para garantizar su sucesión y desatender la disputa nacional que lo pondría en una vereda opuesta, demasiado expuesta, a la conducción cordobesista.

tras el susto, llaryora y schiaretti resuelven en tensa calma la sucesion politica
el pj retuvo colonia caroya y llaryora mostro la nueva fase de su plan politico

También te puede interesar