El gobernador electo, Martín Llaryora, lideró un festejo frustrado y dio la bienvenida a su "partido cordobés" a un proyecto que se propone “de cero” y sin vinculación con los 24 años de administración estatal y política peronista. Expuso la diferencia entre los que llegan y los que se van. También hizo un encendido pedido por “Juan Schiaretti, presidente”.
La situación confusa, la verborragia improvisada del hombre que le ganó por tres puntos a Luis Juez impidieron los anclajes del discurso al contexto, a los recorridos de una campaña en la que se negó rispideces entre quien debía dejar el poder y el que debía retenerlo.
La ausencia de Schiaretti en el escenario; la aparición de Alejandra Vigo y Carlos Gutiérrez detrás del ventanal de la sala privada que separaba a la dirigencia de Hacemos Unidos por Córdoba de la militancia y de la prensa; y los pases inevitables de facturas por un resultado que prometía una diferencia cómoda y terminó con riesgos de empate técnico, magnificaron la polisemia del lenguaje.
“Llaryora jubiló a la vieja guardia schiarettista”, fue la lectura del acontecimiento que se impuso en el bunker oficialista entrada la madrugada del lunes. Como era de esperarse, las partes buscarán bajarle el precio a una versión. Se esfuerzan en trazar paralelismo con con el arribo al Panal de un Schiaretti que encontró la vuelta en el "hacer": Llaryora arrancará su gobierno con la misma debilidad de 2007, cuando su promotor se impuso sobre Juez por 17 mil votos.
El sector que admite el escenario adverso para la futura autoridad provincial es, naturalmente, la escudería histórica del PJ. La sutileza no escapa al esfuerzo de mostrar la transición ordenada que gobernador entrante y saliente priorizaron durante todo el proceso, más allá de las diferencias en las estrategias y los tiempos del proceso electoral.
Asoma la primera definición fuerte de la jornada: Schiaretti y Llaryora convinieron apartarlo de los (no) festejos para no exponerlo. “El gobernador representa la institucionalidad de la provincia, no podíamos convalidar las diatribas de Juez. Fue una estrategia”, dan por cerrado el asunto.
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Sin embargo, en el análisis que hacen del resultado en la mesa chica del gobernador que quiere ser presidente alertan sobre la imposibilidad de cualquier pase a los cuarteles de invierno. En las PASO, la mesa chica de Schiaretti espera un espaldarazo contundente a la fórmula de Hacemos por Nuestro País que se completa con Florencio Randazzo, otro que no subió al escenario como estaba previsto.
Desde el entorno de Llaryora también buscan bajar la espuma, aunque no del todo. Más que una jubilación al cordobesismo, buscó resaltar que ganó con su gestión. De hecho, el resultado en el departamento San Justo y en la Capital equilibró el desajuste sorpresivo en el interior.
El factor Juez
La vieja guardia prefiere trasladar culpas al “factor Juez”. El sur provincial se pintó de amarillo porque -dicen desde el schiarettismo- Juez catalizó el “voto bronca” en una región de marcado antikirchnerismo y permeado por los medios porteños que tienen al senador como panelista permanente.
Esta presunta nacionalización disfrazada que exponen, en realidad, es un reconocimiento de que la presentación que hizo JxC de Llaryora como “la puerta de entrada del kirchnerismo a la provincia” habría surtido efecto.
Más curioso es aún que el schiarettismo defienda, por estas horas, su idea de despegar las elecciones municipales de las generales para evitar el ensamble en la fórmula con Rodrigo de Loredo. Cabe recordar que Llaryora era partidario de trasladar la elección a mayo, para evitar un reacomodamiento opositor, y elegir de manera simultánea autoridades provinciales y municipales.
“El partido terminó. Juez ha hecho una gran elección, pese a que JxC tenía mejores candidatos”, la frase que resume la tensa calma que marcará la transición política (no de gestión) entre el peronismo cordobesista y la fuerza “totalmente nueva” que presentó el sanfrancisqueño es un escenario sin la participación de las referencias históricas del PJ, por primera vez, desde el triunfo de 1999.