La última reunión de la dirigencia de Juntos por el Cambio (JxC) de Córdoba que ingresará a la Unicameral en diciembre dejó un mapa completo de la realidad interna que atraviesa a la oposición. Anticipó las tensiones subterráneas entre Luis Juez y Rodrigo de Loredo por la conducción del cuerpo legislativo; expuso las secuelas de la derrota provincial y capitalina; y ratificó que el único dique de contención de la alianza es, por ahora, la campaña nacional de Patricia Bullrich.
El senador puja por un interbloque, aunque la figura no existe en términos reglamentarios en el recinto cordobés. Con el apoyo del diputado, la tropa radical promueve la inscripción del bloque único. La diferencia parece sutil, pero no lo es.
En un monobloque, JxC podría pelear la presidencia provisoria al oficialismo que encabezará Martín Llaryora. El rol de tercera autoridad provincial será reclamado, por supuesto, por algún radical apuntado en el cierre de listas provinciales del 6 de mayo. Esa frenética noche, Juez cedió casi todo a cambio de su candidatura; De Loredo llenó de boinas blancas los renglones expectables de la lista sábana y colocó casi todas las candidaturas departamentales.
Ahora bien, con los resultados puestos y con la incertidumbre sobre el futuro de la coalición en la pulseada nacional, el líder del Frente Cívico encuentra en el resguardo de su identidad partidaria una mayor incidencia puertas adentro de la Legislatura. El PRO ni se mete en esa puja porque tiene requerimientos especiales por la campaña y, como se sabe, algunas ofertas puestas sobre la mesa para cruzarse a la vereda del nuevo Partido Cordobés. Nota: las evaluará cuando se defina el tablero nacional, aunque no lo digan abiertamente.
El modelo que impulsa Juez es el de la Cámara Diputados y la de Senadores. “Así funcionan todas las coaliciones parlamentarias en el mundo”, refuerzan el mensaje con ejemplos. El radicalismo retruca que el formato de monobloque respeta el voto popular. Ahora bien, esa primera minoría le permitiría pelear la mitad de las comisiones y otros cargos legislativos de relevancia.
La división por partido que propone Juez pone en otra dimensión la pelea interna, corrige o iguala un acuerdo que se presentó equilibrado para las partes siempre y cuando dieran el batacazo electoral en junio y julio.
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Intendentes y legisladores electos de JxC de Córdoba.
Estas diferencias de cúpulas incidieron en la determinación que “los 23” (de los 33 de JxC) tomaron en la previa del acto de entrega de diplomas por parte de la Justicia Electoral, el martes por la noche. Fueron salomónicos: el formato de funcionamiento en la Legislatura se decidirá después de las elecciones del 22 de octubre. Una salida elegante para el incordio, un "pido gancho" para proteger la unidad.
Son momentos sensibles. No sólo Llaryora busca más transfuguismos aliancistas, sino que la posibilidad de que JxC quede afuera de la pelea por la presidencia le aporta verosimilitud a un potencial desarme.
Protocolo de la hermandad
Ese temor se expresó en el debate sobre el protocolo de actuación ante los convites del peronismo y las versiones de ruptura. En la primera etapa del encuentro, colocaron como prioridad el trabajo conjunto y fortalecer el interior provincial con un apoyo manifiesto a la red de intendentes e intendentas.
El siguiente punto del protocolo fijó la orden de evitar los rumores de atomización y, en caso de que estallaran estas versiones, tomar una actitud enérgica con la desmentida pública correspondiente.
No debe faltar el diálogo; aprovechar cada oportunidad para presionar al gobierno de la provincia; Hacer campaña “a full por Pato”; fueron otros de los mandamientos que, minutos después empezaron a quedar en entredichos cuando un legislador protestó por la ausencia del PRO en la reunión de legisladores electos.
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Reunión de legisladores de Juntos por el Cambio de Córdoba.
“Desde el Foro de Intendentes Radicales nunca pudimos acordar con la Comupro (foro amarillo y vecinalista) porque ellos estaban más cerca del oficialismo que de las necesidades de los intendentes”, prendió la mecha un exintendente. “El PRO nació de un triunfo y ahora no saben como enfrentar las derrotas”, reprochó otro.
El sainete terminó con el borrón del protocolo y el sensato consejo de “no sobreactuar la unidad”.