Despojado de la carga de la gestión diaria, Macri cambió la forma de su construcción política. Durante los ocho años que fue jefe de Gobierno porteño y los cuatro que estuvo en la Casa Rosada, el titular del PRO debía delegar muchas cuestiones de la "rosca" ante la demanda de tiempo que le insumía la agenda diaria. También porque era un trabajo que no le gustaba y ni quería supervisarlo.
En su libro Primer Tiempo, el exmandatario hace una autocrítica por haber encomendado esa tarea a terceros. Aprendió de sus errores: ahora sólo sus labores como titular de la Fundación FIFA evitan que pase largas horas en sus oficinas en Vicente López rosqueando.
Las reuniones de Mauricio Macri
Macri todavía no conoce personalmente a muchas de las nuevas figuras del PRO, como tampoco a las de la UCR o la Coalición Cívica. Por eso empezó con los encuentros con diputados y senadores de lo que supo ser Juntos por el Cambio (JxC). De esa forma, el tercer piso del edificio que está a 300 metros de la Quinta de Olivos, en donde están sus oficinas, es el escenario de una multiplicidad de reuniones desde la mañana hasta caída la tarde.
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Mauricio Macri utiliza sus oficinas en Vicente López para mantener reuniones con diferentes dirigentes del PRO en el marco de su diferenciación con Javier Milei.
La mayor cantidad de reuniones que tiene Macri son por la mañana. Así lo prefiere el expresidente, que nunca le gustó extender su jornada laboral más allá de la tardecita.
El esquema de las citas es el siguiente: antes de las 14, el expresidente concentra la mayor parte de su agenda que luego se extiende hasta pasadas las 19, pero con menor intensidad. En esos encuentros el mandamás del PRO despliega su faceta de evaluador outsider. "Nos pide que busquemos gente talentosa", explicó uno de los integrantes de la mesa chica del expresidente.
El PRO busca outsiders como refuerzos
En términos futbolísticos, Macri supervisa personalmente el currículum de cada potencial refuerzo para el PRO que le alcanzan desde su mesa chica para ver cuáles están en condiciones de sumarse a la plantilla del espacio que, ante la aparición de Milei y La Libertad Avanza (LLA), precisa de nuevas caras para mostrarse como un partido innovador, pero también con la experiencia de gestión en el Estado.
La necesidad de reconstruir el PRO, que se suma a la autocrítica que hicieron en JxC de la derrota electoral en 2023, generó en el titular del partido amarillo, afirman cerca suyo, una capacidad para escuchar mucho más desarrollada. Quienes lo frecuentan desde hace más de 20 años se sorprenden de ese cambio, en especial cuando lo comparan con el Macri que ejercía la primera magistratura del país.
La desconexión de Macri
Macri hace culto de desconectarse durante el fin de semana, aunque no lo hace 100%. El pádel se volvió uno de los hobbies que más disfruta e incluso le dice a sus más cercanos que "está en su mejor momento". Con la paleta en mano, el expresidente se enfrenta a miembros de su partido, integrantes del Círculo Rojo y amigos que recolectó a lo largo de su vida. El complemento de esa actividad física son las sesiones de yoga y pilates que realiza durante la semana.
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Mauricio Macri juega al pádel en la Quinta de Olivos durante su presidencia.
Durante su larga estadía en Europa en julio, que tuvo un impasse para regresar al país para presenciar la firma del Pacto de Mayo en Tucumán, Macri estuvo conectado en tiempo real con Buenos Aires. Desde el exterior supervisó que las conversaciones con LLA se mantuvieran en el tono que él quería. Algo simular sucedió durante el tratamiento de la ley ómnibus XS y el paquete fiscal, con charlas en las que se involucró personalmente.
El redescubrimiento de la rosca
"Mauricio descubrió la política después de las marchas del 'Sí, se puede' en la antesala a las elecciones generales", afirmó tiempo atrás Miguel Ángel Pichetto. Esa frase describe la actitud con la que el expresidente se mueve desde 2019 en adelante. Sin dejar de lado su formación como ingeniero, lo que lo lleva a analizar números todo el tiempo, el exmandatario le tomó el gusto de a poco a la rosca política.
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Mauricio Macri junto a los dirigentes de La Generación del PRO en sus oficinas en Vicente López.
Quienes frecuentan a Macri no pueden evitar encontrar paralelismo con la forma en la que se desenvolvía la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, cuando estaba al mando del PRO en la previa a la interna de JxC en la que derrotó al exjefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. El expresidente utiliza estos contactos no sólo para conocer a cada una de las nuevas figuras del partido que formó, sino también para construir un dique de contención para evitar fugas hacia LLA.
Como todos en la conducción del PRO, Macri tiene claro que Bullrich quiere llevar a cuanto dirigente pueda al redil de LLA para forzar una fusión entre ambos partidos. El expresidente teme que puedan haber un éxodo masivo antes de fin de año hacia las filas de la Casa Rosada, para que el macrismo llegue con un menor poder de fuego a las negociaciones por las listas legislativas 2025 en cada una de las provincias.
El fundador del PRO se
al escenario de polarización entre kirchnerismo y libertarios que arrojan las encuestas que elabora la titular de la consultora Casa 3, Mora Jozami. En uno de sus últimos informes se afirma que la "luna de Miel" entre Milei y la sociedad estaría por llegar a su fin; o, al menos, muestra signos de agotamiento como consecuencia del ajuste de la economía y la falta del repunte en los niveles de ingresos de la población.
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Sin mostrarse como un opositor acérrimo, Macri empezó con el operativo "despegue" de Milei. El tiempo dirá si es una necesidad para negociar con mayor poder frente a la Casa Rosada o el puntapié inicial de la confrontación con los liberales por el electorado que va desde el centro hacia la derecha.