Abocado a la gestión provincial, Martín Llaryora se mueve con sigilo en el plano nacional. Mientras los tiempos para discutir la ley ómnibus de Javier Milei se aceleran, el gobernador de Córdoba mantiene la expectativa a través del diálogo directo con el grupo de diputados que representan a su espacio en el bloque Hacemos Coalición Federal y, por ahora, deja en stand by la proyección de ese espacio transversal que lo comience a posicionar a nivel nacional.
Como ya contó Letra P, el deseo del sanfrancisqueño es que el armado en el que su tropa cordobesa convive con una parte del PRO, el socialismo santafesino, la Coalición Cívica y otra de las patas del peronismo federal sirva como primer paso para ampliar su base de representación en Córdoba. Sin embargo, el cúmulo de indefiniciones que caracteriza al gobierno libertario parece jaquear las intenciones de engorde que el propio Llaryora pretende expresar y por las que está decidido a seguir trabajando.
El problema central es que las diferencias expresadas desde la génesis misma del espacio nacional, en el que confluyen diferentes miradas e identidades, se ven alimentadas por la falta de precisión respecto de las intenciones, interlocutores y planes del Gobierno en el marco de las leyes que deben discutirse en el Congreso.
En ese marco, Llaryora, por ahora, tiene incidencia directa sobre la tropa propia. Es decir, sobre las cinco voluntades cordobesas que esperan una convocatoria del mandatario provincial para acordar la postura definitiva del espacio de cara a la votación de la ley ómnibus en el recinto. En el círculo chico del sanfrancisqueño advierten que, hasta la tarde del miércoles, el encuentro no estaba agendado. Con la expectativa de que la intención libertaria de apurar el debate para el fin de semana fracase, un puñado de referencias de la Cámara baja espera que el encuentro se lleve a cabo a comienzos de la semana próxima.
La voz del gobernador
En compás de espera, Llaryora marca el rumbo desde sus discursos públicos que tienen lugar en su actividad oficial en la provincia. Sólo en lo que va de esta semana, que arrancó con industriales preocupados por los alcances de las iniciativas libertarias, avanzó en el corte de cintas. Resaltó la importancia de continuar con la obra pública, reivindicó el rol del Estado en la política sanitaria, social y cultural; se volvió a reunir con los representantes cordobeses de la Mesa de Enlace y apuntó contra las retenciones.
“Nosotros pensábamos que la situación actual sería de baja gradual de retenciones para incentivar la producción, pero lamentablemente ocurre lo contrario”, dijo en Río Cuarto.
Según pudo saber Letra P, el gobernador mantiene un diálogo directo con los representantes de la provincia en Diputados. Carlos Gutiérrez, Ignacio García Aresca, Alejandra Torres, Natalia de la Sota y Juan Brügge son las figuras que responden al otrora bloque Córdoba Federal y que sostienen las posturas de la provincia en el encuentro con sus pares del espacio que conduce Miguel Ángel Pichetto.
La palabra de Llaryora es central a la hora de empujar algunas de las posturas de la tropa cordobesa, que hasta el momento recogieron solidaridades en la bancada en temas cruciales como los biocombustibles y las retenciones. Paralelamente, avanzan en la necesidad de implementar una fórmula para la movilidad jubilatoria. En muchas de esas discusiones, el cordobés también tiene como laderos a Maximiliano Pullaro y Rogelio Frigerio, los gobernadores de la zona núcleo que suman aliados en el bloque transversal.
“En lo demás, hay una intención general de consensuar una postura única, aunque por la falta de tiempo para discutir absolutamente todos los puntos, es posible que haya posiciones diferenciadas”, dicen en el bloque. Concientes de eso, la representación cordobesa busca, al menos, mantener la unidad de criterio en el sub-bloque provincial.
Más allá de las frenéticas negociaciones que por estas horas tienen lugar con otros núcleos en el Congreso, la falta de definiciones del oficialismo obliga a Llaryora y su equipo a poner en el congelador las intenciones de fortalecer el espacio amplio con el que busca identificar su perfil político. El principal problema sigue siendo la pluralidad de voces que, en la continuidad del plan antigrieta, en el bloque reivindican como una virtud.
Límite expuesto
El último movimiento que dejó expuesto esos criterios cruzados que existen en el bloque los protagonizaron el demócrata cristiano Juan Brügge y Nicolás Massot, con abiertos posicionamientos públicos respecto del acompañamiento del espacio al decretazo del Gobierno, que todavía no tiene ni fecha ni responsables de su tratamiento.
En el mapa del Partido Cordobés, Brügge es uno de los históricos aliados individuales del peronismo provincial, fundamental para los armados que fortalecieron el espacio en Córdoba, primero; y luego, permitieron la proyección nacional de José Manuel de la Sota y Juan Schiaretti.
Massot, por su parte, también es un viejo conocido del cordobesismo. Fue la provincia mediterránea la que le permitió desembarcar por primera vez en la Cámara de Diputados en 2015. En aquel tiempo, se había instalado en el paraíso cordobesista por su relación con Germán Kammerath, el exintendente capitalino que llegó a la Municipalidad en 1999 por la sociedad con De la Sota, en la primera fase transversal que dio origen a Unión por Córdoba.
El cruce entre ambos diputados da cuenta de las diferencias internas que estallan ante una discusión que gira en torno al paquete de unos 660 artículos y que propone un cambio de rumbo en materia económica, impositiva, financiera, previsional, energética, sanitaria, electoral, educativa, de justicia y seguridad; busca habilitar la privatización y el cierre de una docena de organismos en el Estado nacional. A eso hay que sumarle el DNU que entró en vigencia el 29 de diciembre y que avanza sobre otra treintena de regulaciones.
Ante esa situación, el espacio que nació como ejemplo del modelo antigrieta que Schiaretti levantó en la campaña deberá esperar para poder proyectarse. Mientras tanto, la intención primaria es sostener un espacio cuyas potenciales virtudes podrán derramar hacia los armados particulares con el devenir de la etapa libertaria.
Para eso, antes, LLaryora deberá birlar socarronamente una bandera al radicalismo y dejar que se doble todo lo que se tenga que doblar, pero evitar que se rompa.