La cara de Luciano Ortiz era absolutamente desconocida en La Pampa cuando Javier Milei ya era presidente. Hoy es su delegado en la provincia o, como él mismo se define, el “nexo” entre el gobierno central y lo que pasa en el territorio: La Libertad Avanzadispuso una virtual privatización, o partidización, de ese vínculo.
Los organismos oficiales de La Pampa no encuentran interlocutores en el Estado, las cámaras empresariales, los gremios y otras entidades no saben con quién informarse ni a quién demandar. Ortiz dice que tienen que pasar por su filtro, aunque no tenga cargo público. “El Gobierno nos utiliza como vía de intermediación y contacto”, argumenta.
-¿Si lo hiciera un gobierno peronista no dirían que es un "curro"?– chicanea Letra P.
-Podría ser si yo ocupara algún tipo de cargo público, pero esa es la forma que ha elegido este gobierno.
El comisario de Javier Milei, con uñas y dientes
La guerra total entre Milei y los gobernadores no oculta del todo las batallas intestinas que, muchas veces bajo la alfombra, sacuden a la alianza de ultraderecha que maneja el Gobierno.
Docente de matemáticas y “emprendedor” en áreas tecnológicas, Ortiz, que nunca "se metió" en política, está dispuesto a defender su lugar con uñas y dientes. A lo mejor por eso mismo decidió alzar la voz en estos días en que el macrismo se agazapa para apoderarse de las porciones que pueda de la gestión, también en las provincias.
Mauricio Macri teje para que su tropa sea bautizada desde el gobierno central cuando se haga la repartija de designaciones en el PAMI, la Anses, el Inaes, el Inadi y otros organismos públicos que manejan caja y poder. En La Pampa también mete la cola el tiernismo, un sector político apiñado en el espacio de Comunidad Organizada que lidera Juan Carlos Tierno. Esas dos fuerzas tienen representación legislativa en la provincia, cosa que La Libertad Avanza no logró.
LLA tampoco pudo llegar al Congreso porque, cuando se armó el partido, antes de las elecciones, quedó flojo de papeles. Milei había elegido como candidato a diputado nacional al docente universitario Adrián Ravier, que justamente en los últimos días reapareció para militar la dolarización. Fruto de la ola libertaria, en la elección para el parlamento nacional en La Pampa ganaron los votos en blanco, pero una banca quedó en manos del PRO: Martín “Cato” Ardohain, primo de “Pampita”, es el recién llegado que quiere aprovechar la volada para cortar más bacalao.
A la dirigencia macrista de La Pampa se le cae la baba con los ruidos de las últimas semanas, que anuncian la formalización de un pacto entre LLA y el PRO. La idea está en el freezer, pero por las dudas Ortiz marca la cancha.
-¿El Gobierno tiene en la provincia otras referencias además de usted y su partido?
-No, para nada. Por lo menos no en La Pampa. Acá la referencia es el Partido Libertario, lo ha sido siempre, continúa así y así seguirá. Si hay otros sectores que se manifiesten a favor o hagan alguna acción en consonancia es otra cuestión, es decisión de esos espacios. No hay un acuerdo en particular ni alianza.
Recorrido antipolítico
Ortiz se acercó al Partido Libertario hace seis años. Viene de familia peronista, que incluso ha tenido cargos públicos. En La Pampa los docentes como Ortiz están en el ranking de mejores salarios del país. Este mes cobró el Incentivo Docente porque el gobierno peronista de Sergio Ziliotto puso la plata que podó la motosierra de Milei. Sin embargo, cuando el “delegado” le habla de la provincia a su jefe, que no conoce La Pampa, la describe como estancada y con deficiencias de infraestructura, que seguramente se agravarán a partir de la eliminación de la obra pública.
El dirigente chicanea desde las redes la incipiente “nacionalización” de Ziliotto. “Los intereses de la provincia se defienden donde se toman las decisiones y no con titulares insulsos en los diarios”, saca chapa.
En la campaña previa a las PASO, la dirigencia de LLA ni se hizo notar: su mesa chica está integrada en pleno por hombres, relativamente jóvenes, sin trayectoria política. Reniegan de esas tradiciones. Milei nunca estuvo en La Pampa y en las calles de las principales ciudades no apareció un solo afiche. En las tres instancias de 2023, su desempeño electoral, en una provincia gobernada por el peronismo desde el regreso de la democracia, fue casi idéntico al de todo el país.
Ortiz sostiene discursos básicos del espacio al que pertenece: que los recortes se habían anticipado, que los organismos como el Pami y la Anses estaban dedicados a “hacer política”, que “todo el despelote es heredado” y que hay que bajar planes sociales. Dice incluso, sin ponerse colorado, que “el ajuste lo está pagando la casta”.
Ni siquiera espera que alguna medida del Presidente beneficie al pueblo de La Pampa. “No creo que Milei tome medidas que beneficien al pueblo de una provincia en particular, porque debe favorecer al conjunto de los argentinos, no se analiza una provincia específica”, acepta.
La casta está adentro
Sin embargo, Ortiz tiene un costado que puede ser autocrtíco o autodefensivo: en el contexto de la empantanada pelea contra el macrismo por los espacios de poder, admite con un “sí, puede ser”, que Toto Caputo es un “representante de la casta”, y se disgusta con el “nepotismo” que puso en evidencia la designación del hermano del vocero presidencial Manuel Adorni como asesor del Ministerio de Defensa (“me parece equivocado, lo repudio lisa y llanamente”).
Tampoco aplaude el Modo Showque Milei expuso en sus besos a Fátima Flórez sobre el escenario o con sus bailes místicos en Israel. Dice: “No sé si llamarlo vergüenza, pero no profeso ninguna religión y me parece totalmente innecesario, aunque no lo puedo juzgar”.
Hasta se atreve a cuestionar aquel tuit en el que Milei armó una lista negra para escrachar a diputados “traidores” que no le aprobaron la ley ómnibus. “La palabra traición en un momento tan delicado de la Argentina me resulta un poco fuerte, hubiera elegido otra expresión. No avalo ninguna conducta fascista -aclara-, pero no considero que sea fascista difundir una lista de cómo votó cada diputado”.
Cuando mira el futuro, en ese mar picado que es la alianza de gobierno, Ortiz aclara que no desconfía de la vicepresidenta Victoria Villaruel, pero abre el paraguas. “Todos quisiéramos vivir en Suiza -dice-, pero no vivimos en Suiza; (Argentina) es un país bastante más desorganizado y complejo. Estamos todos en el mismo barco, el Presidente es Javier Milei y lo que corresponde es que constitucionalmente continúe en sus funciones… No podemos pecar de inocentes: hay sectores que agitan de alguna manera. Me refiero al ánimo social. Si todo el tiempo es conflicto, se hace muy difícil vivir así…”.