Militancia, trabajo de campo, presencia territorial. Charlas, arengas y reuniones. Búsqueda de votos en entornos de otras fuerzas peronistas y/o progresistas, certificación de las adhesiones que recibió Juan Grabois el pasado domingo. Exhortación a concurrir a las urnas a miles de reacios, siquiera para evitar un futuro aún peor. Referentes del panperonismo en Córdoba no pergeñan acciones disruptivas para la campaña de Sergio Massa hacia las elecciones generales de octubre. Todo lo apuntado, en agendas propias y ajenas, se ubica en el marco de la tradicional praxis política, cuya tonicidad en las recientes PASO es aún motivo de reproches al interior de Unión por la Patria.
Con mesurado optimismo, dirigentes y armadores han ajustado su objetivo para la campaña ya en marcha. Una cosecha de al menos 12 puntos, tres y medio más que en las PASO, es la cifra fijada como norte en el distrito mayor del interior. Equivalente a casi 250 mil votos, implicaría recoger 70 mil adhesiones más a las recibidas por el total del espacio el pasado domingo.
Para alcanzar tal referencia, coinciden en la prédica por un voto útil como clave para el éxito de la colecta. En sus palabras, explican a compañeros y afines que Massa es el único candidato, aún en un difuminado espectro, con chances de llegar a la Casa Rosada en diciembre, como argumento para torcer voluntades.
Destinatarios principales de tal prédica serán los 564 mil cordobeses que hace menos de una semana se inclinaron por el gobernador Juan Schiaretti. Aún conscientes que el rechazo al kirchnerismo sigue siendo un rasgo innegociable para el proyecto del “gringo”, en el todismo vuelven a soñar con una importante migración hacia sus tierras. Enésimo capítulo de una historia hasta aquí sin correspondencias.
Voces massistas admiten que ya existen contactos con pares cordobesistas. Por el momento no suenan con la urgencia que guio la frustrada experiencia de 2015. Dos razones convergen para ello. Una es la previsión de un escenario de balotaje para noviembre, cita que sí implicaría gestiones perentorias. Otra es la inevitable renovación dirigencial que ya se vive en el peronismo cordobés. Aunque sus palabras y silencios apunten en dirección contraria, Martín Llaryora y Daniel Passerini siguen siendo escrutados como interlocutores permeables a los discursos de unidad peronista. Más aún, como pares de una construcción para la que se pueden rastrear antecedentes.
A nóveles y veteranos referentes repiten una misma melodía: Sergio no es Cristina. Ofreciendo como avales los apoyos de uno y otro, aseguran que un futuro gobierno del tigrense tendrá “poco que ver” con las demonizadas gestiones K. Particularmente, en el trato con las provincias.
Campaña en fase de diseño
Armadores del candidato a presidente destacan la posibilidad de pensar todas las acciones proselitistas en perspectiva, progresivamente, como resultado de un plan concebido en etapas. Destacan que, a diferencia de las PASO, esta vez contarán con tiempo para desarrollar “una campaña”.
La falta de tiempo rubrica una debilidad en la doble condición de un dirigente que es candidato y funcionario, acaso el más importante del gobierno nacional. “En agosto tuvimos sólo dos semanas en Córdoba. No hubo tiempo desde la confirmación de su candidatura. Apenas un par de semanas, en las que Sergio además tuvo que gestionar la renegociación con el Fondo”.
Según idean, la hoja de ruta de Massa en Córdoba supone aprovechar las ocho semanas restantes para expresar claramente sus propuestas, especialmente a los sectores más refractarios al peronismo nacional, que en el dustrito son mayoría. A tal fin prevén tres visitas del candidato a la provincia. Una de ellas, en Marcos Juárez, con empresarios y productores de la región sudeste. Agendada para agosto, debió ser pospuesta por otras superposiciones.
De igual manera, prevén un mayor esfuerzo de la dirigencia, sin distinción de zonas o encuadramientos previos. “La gravedad de la situación obliga a dejar de lado rivalidades. Hay que entender que está en juego algo más grande un puñado de votos”, sentencian.
Pata sindical pide liderar
El despegue de Massa de la figura emblemática del kirchnerismo también es alentado por referentes capitalinos. En particular, en el arco sindical, que conforma una de las mesas del armado. “La única chance que tenemos acá, en la provincia, es que Sergio sea él mismo. Que se desmarque todo lo posible de CFK. Estas últimas semanas pareció condescendiente. Tenemos que entender que el triunfo de Milei marca un completo cambio de época”, dice una de las voces allí sentadas.
https://publish.twitter.com/oembed?url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2Fgabiestevezok%2Fstatus%2F1691817558641373652&partner=&hide_thread=false
Aún veladas, las críticas remiten también al modo de construcción que impulsan agrupaciones que operan como “delegaciones”. En particular, La Cámpora. “No puede ser que todo se remita a Buenos Aires. No puede ser que todo tenga que ser validado en el Instituto Patria. Tenemos que cortar el lazo”, rezongan en el núcleo gremialista.
Desde la denominada mesa de conducción, que este jueves precisará un esquema estratégico para la campaña, destacan la existencia de mayor “movilización” desde la madrugada misma del lunes. El trabajo de fiscalización tendrá centralidad y formó parte de los temas tratados por el extodismo.
La búsqueda de nuevos votantes forma parte de la gran apuesta, que no escapa a la lógica de todas las fuerzas en competencia. Se debe apuntar, entienden, a las bases, incluyendo los desencantados propios, no a lábiles acuerdos de cúpulas. Para ellos, atentos al escenario, se requiere “mensajes claros y directos”, sin enojos hacia los votantes, sin apelación al miedo.
La mejor cosecha resultante, destacan, permitiría no sólo asegurar el ingreso de UP al balotaje, sino también mantener la representación legislativa del espacio.