El juego al fleje que está desplegando Carolina Losada no solo crispa los nervios de sus rivales internos dentro de Unidos para Cambiar Santa Fe, sino que abrió una grieta en su equipo más cercano. Si bien intentan bajarle el tono y hablan de “matices” que se dan puertas adentro de cualquier campaña, la línea discursiva no termina de convencer a los propios y todos los involucrados reconocen diferencias entre el ala política, preocupada por mantener ciertas formas, y el ala comunicacional, dispuesta a hacer lo que sea necesario por el objetivo: ganar las elecciones primarias.
El tema volvió a los primeros planos tras las declaraciones de Losada la semana pasada, quien dijo que no acompañaría a Maximiliano Pullaro tras las PASO porque tiene diferencias “éticas y morales” con él. No es la primera vez que la periodista ataca al exministro así de fuerte: hace unas semanas lo había calificado de “personaje oscuro” y lo había relacionado con “un sector de la política que tiene vínculos con el narcotráfico”. Pullaro, estoico, no responde y se refugia en encuestas que, dice, lo dan triunfador. En esas encuestas, desliza, están los motivos de los ataques de Losada.
Ese tono sangriento para una interna entre dos espacios que luego deberían ir unidos -tal su nombre- a la general contra el peronismo no termina de prender en el equipo más íntimo de la candidata y generó un cisma interno. Las facciones son dos: los políticos, que no están de acuerdo con ir tan a fondo, y los comunicadores, enfocados en ganar a como dé lugar. Julián Galdeano, principal armador de Losada, se enrola entre los primeros. Lucio Guberman, el campañólogo que acompaña a la periodista desde su debut electoral, es el referente de los segundos.
No es la primera vez que hay ruido entre estos dos apellidos. Tras la campaña de 2021, aquella del “dejar a Cristina atrás”, hubo algunos tironeos por el padrinazgo del triunfo. Galdeano lo atribuía al potencial que habían avizorado en Losada -una outsider que trabajaba de periodista en canales porteños y a la que no se le conocía un anclaje a la provincia más allá de su fanatismo por Newell's- y al armado político que se construyó para impulsarlo. Guberman, por su parte, se colgaba la cucarda de una campaña disruptiva que llevó a Losada a ser una figura del antikirchnerismo nacional.
Luego de esa experiencia exitosa, el consultor dejó de trabajar con Losada y pasó por otros campamentos, como el de Dionisio Scarpin. Sin embargo, la senadora aplicó el mantra que indica que equipo que gana no se toca y pidió expresamente por el consultor antes de lanzar su campaña a la gobernación. El ala política le impuso normas, como por ejemplo no hablar de la campaña en los medios hasta pasadas las elecciones. “Normas como se le ponen a cualquier profesional que contratás”, explican. Hoy, Guberman tiene línea directa con Losada.
GubermanLosada.jpeg
Lucio Guberman junto a Carolina Losada y Anita Martinez, tras el batacazo de 2021
Más allá de las circunstancias de su regreso al círculo más íntimo de Losada, la cuestión hoy pasa por el tono de la campaña. Los integrantes del ala política le reprochan a Guberman que, desde su posición, es fácil pedir ir a fondo. Los armadores miran con preocupación el día después. Un ejemplo: ven difícil que el peronismo no logre mayoría en ambas cámaras. Si a eso se le suma que el bloque oficialista está partido, no es un panorama alentador en términos de gobernabilidad para los próximos cuatro años
Siempre en estricto off, una fuente del equipo losadista reconoce que “hay matices”, pero que “los límites los pone la política”. Citan como ejemplo dos movidas que frenaron: una, usar la imagen de Pullaro en la gráfica de campaña de Losada -mismo recurso que utilizaron en 2021 con CFK-. La otra, que Losada reproduzca en televisión los audios de escuchas telefónicas a Pullaro mientras era ministro, conocidos hace ya varios años y que la Justicia desestimó como delito. Suena a mensaje para sus colegas del otro lado, una forma de decir “sin nosotros, sería peor”. Sin embargo, en la pública, nadie saca los pies del plato.
https://publish.twitter.com/oembed?url=https%3A%2F%2Ftwitter.com%2FLetra_P%2Fstatus%2F1674115946464653314%3Ft%3DaEq2YZL3NbzA6MIrSXnB5Q&s=19&partner=&hide_thread=false
De hecho, los políticos señalan a los comunicadores como fuente de los rumores. “Como chocan con la negativa, insisten”. Un ejemplo de la disfuncionalidad es el video que se viralizó hace pocos días, en el que Patricia Bullrich arengaba a Losada cual Mascherano a Chiquito Romero en las semifinales del Mundial 2014. “Nosotros no lo viralizamos”, dicen los políticos. Ese video fue guionado con el objetivo de generar interacciones, sin importar si eran negativas o positivas, y así instalar la relación Losada-Bullrich. Una forma de capitalizar la vergüenza ajena o el cringe, como le dicen los usuarios de redes sub 30.
Más allá del ruido interno, en el losadismo se muestran confiados. Reconocen que la campaña lucía desordenada pero “de a poquito lo vamos acomodando”. “Pasa que somos una UTE muy heterogénea: Losada, Pablo Javkin, Dionisio Scarpín, los santafesinos, los rosarinos, el interior, Federico Angelini; no fue sencillo coordinarlo”. Por lo pronto, el objetivo de la campaña ahora es pasar a una etapa propositiva, de propuestas, sin más ataques. “Veremos si podemos, porque te preguntan todos por lo otro”.