Aunque los asesores del candidato presidencial de La Libertad Avanza, Javier Milei, aseguran que el acuerdo con Mauricio Macri no incluyó promesas de cargos ni desembarco de colaboradores, el inicio de la campaña electoral dejó algunas dudas: el economista abandonó sus caravanas, incorporó visitas sorpresa y se animó a posar sonriente para las fotos.
Además, el economista rompió con el dogma libertario de permitir que cada cual diga lo que quiera y designó a cuatro voceros: él mismo, su compañera de fórmula Victoria Villarruel, Diana Mondino y Guillermo Francos. Los demás integrantes de LLA tienen la orden estricta de no abrir la boca.
La campaña sigue a cargo de Karina Milei, hermana del candidato; del consultor político Santiago Caputo; y de Nicolás Posse, elegido como jefe de Gabinete para una presidencia Milei. Macri tiene cómo llegar a ellos: Caputo es sobrino de “Nicky”, el empresario que el expresidente define como “amigo del alma”. Llegó al entorno de Milei a través del legislador porteño Eugenio Casielles, quien maneja LLA en la Ciudad junto al excandidato a jefe de Gobierno, Ramiro Marra.
La derrota de Milei fue un cimbronazo para su equipo, que mantuvo en la última semana tensas reuniones en el Hotel Libertador, el mismo que utilizó como búnker para esperar los resultados.
Uno de los apuntados por la derrota fue Sebastián Pareja, responsable de la floja performance en la provincia de Buenos Aires, donde Milei esperaba seis o siete puntos más. Pareja fue el encargado de elegir cada candidato en el territorio bonaerense y necesita convencerlos de fiscalizar en el ballotage. Esta semana tuvo las primeras deserciones.
El martes, Milei y Karina fueron a la casa de Mauricio Macri, quien los esperó con la excandidata presidencial de JxC, Patricia Bullrich, para negociar un respaldo explícito en la carrera al ballotage. El anuncio fue el miércoles, con la conferencia de la exministra de Seguridad y hubo una posterior entrevista televisivas en Todo Noticias, con foto de Milei y Bullrich incluida.
El jueves, el candidato de LLA inició una campaña en la Ciudad de Buenos Aires, como anticipó Letra P. Su primera recorrida fue con una caminata en Villa Ortúzar, con visitas a comerciantes; y el viernes estuvo en la fábrica FelFort, en Almagro.
El itinerario y la estética difundida en las actividades es similar al proselitismo del PRO, en tiempos en que era controlado por Marcos Peña. En el arranque de la campaña libertaria no hubo caravanas, camionetas, motosierras, ni parlantes para que suene Panic Show y Milei simule ser una estrella de rock.
Las fotos difundidas por su equipo de prensa muestran al economista sonriente, conversando con vecinos, que bien podrían confundirse con los timbreos que realizaba los sábados el PRO. Aquellas no eran visitas azarosas: Peña se encargaba de enviar a sus funcionarios a barrios donde eran queridos por los vecinos. Caputo, el sobrino de “Nicky”, es el encargado de inspeccionar cada baldosa que pisa Milei, quien reconoció su trabajo en el acto de cierre.
En el equipo del economista niegan cualquier incursión de asesores de Macri y recuerdan que antes de la campaña electoral era habitual que hiciera visitas sorpresa en comercios. “Las caravanas van a volver”, prometieron.
No más Lemoine
El mismo domingo de la derrota, a los referentes de la Libertad Avanza les llegó un mensaje claro: se suspende la máxima libertaria de que cada cuál puede decir lo que quiera. “Nosotros no somos manada”, era la justificación que usaba Milei cuando le pedían explicaciones por los dichos de sus colaboradores. Ahora quiere que lo sean.
La última semana de la campaña ese dogma le trajo problemas: Alberto Benegas Lynch (h), el calificado "prócer del liberalismo" por Milei, tuvo el micrófono en el acto de cierre y propuso, a título personal, suspender las relaciones con el Vaticano. Villarruel tuvo que desmentirlo al día siguiente.
Para ese entonces, se había hecho viral un video de Lilia Lemoine, diputada electa, cosplayer y referente digital de LLA desde el inicio de Milei en la aventura política, en el que durante una entrevista distendida anunciaba su proyecto para habilitar a los padres a poder renunciar a la responsabilidad parental.
No conforme, después del acto del Movistar Arena, Lemoine, quien acompañó cada actividad de campaña de LLA, fue a la televisión a ratificar su futuro proyecto de ley y a contar intimidades de su antiguo vínculo con el candidato presidencial.
El caso Lemoine era la conversación habitual entre la dirigencia de LLA en el búnker del Hotel Liberador, donde las especulaciones eran varias. Hay quienes, simplemente, decían que la diputada electa no está en sus cabales y era necesario callarla por el resto de la campaña.
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Lemoine no pasó desapercibida el día de la elección. Casi le impugnan el voto por mostrar la boleta y cuando apareció en el búnker, dio todas las entrevistas que pudo, hasta que los colaboradores de Milei le pidieron que subiera al piso 21 y no volvió a bajar. Ya electa diputada, ni siquiera pudo ir al escenario y, cuando le permitieron irse del hotel, descargó su furia en discusiones con tuiteros liberales que la responsabilizaban por la derrota.
Ya para ese entonces, el caso Lemoine era utilizado por el equipo de LLA para enviar la instrucción precisa a los celulares de los referentes del espacio de no hablar más con la prensa. Es el final al orden espontáneo que el candidato presidencial considera la clave para el progreso.
En las reuniones de esta semana en el Hotel Libertador el mandato fue más preciso. Se explicó que la decisión era restringir la palabra a Milei, Villarruel, Mondino y Francos. “No puedo hablar con la prensa”, fue la respuesta de los lenguaraces liberales cada vez que eran requeridos por los medios.