PASO 2023

Juntos por el Cambio, un polvorín

Alcanzó un tuit de Vidal, una figura muy desdibujada, para que todo volara otra vez por los aires en la oposición. Patricios en guerra y el valor de las señales.

Bastó con que María Eugenia Vidal recuperara la memoria, recordara que siempre había sido aliada de Horacio Rodríguez Larreta y que poner cara de enojada en cada aparición televisiva para jugar a la halcona alineada con Mauricio Macri solo le sirvió para perder el capital político que tenía. Bastó, en definitiva, con un tuit en el que anunció que votará por el jefe de Gobierno porteño en las PASO del domingo 13 para que el PRO volara en mil pedazos y convirtiera la interna de Juntos por el Cambio en un polvorín. Si todo se resume a un vuelta a casa –una mudanza personal, porque dejó todo el equipaje político al otro lado de la grieta PRO–, ¿qué motivó tanto dolor?

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"Lamentablemente, siento [N. Del R.: en el PRO, más que opinar, "se siente"] que María Eugenia ha tomado varias decisiones sucesivas en las cuales ha desdibujado su perfil", declaró durante una visita a la localidad bonaerense de San Nicolás. "Ha desdibujado su perfil y eso es lo que le duele a la gente que está con ella, que se había comprometido con Patricia y con (Cristian) Ritondo a la cabeza como uno de los líderes más importantes que ella tenía dentro de su grupo", añadió.

"No lo veo como una sorpresa, dada la relación de tanto tiempo que tienen Larreta y Vidal, que se apoyen recíprocamente", dijo también Macri. Acertó en eso porque Vidal simplemente volvió sobre sus pasos recientes, salió de una asfixiante posición bajo el sobaco del ala del ingeniero –quien, recordemos, la vetó como candidata de síntesis en la Ciudad– y volvió al viejo redil. De nuevo, si no es sorpresa, ¿por qué tanto dolor?

Cuando se dio cuenta –tarde– de que con su reacción se había mostrado como cualquier cosa menos como alguien neutral, que Rodríguez Larreta puede ser el candidato presidencial del PRO y que en algún momento habrá que enterrar las hachas, Macri salió a aclarar, lo que suele ser mala idea.

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Lo de Ritondo, en cambio, sí se comprende: todo el mundo lo abandona. Primero, Bullrich, quien privilegió a Néstor Grindetti como su precandidato a gobernador bonaerense; ahora, limitado a renovar su banca en la Cámara de Diputados, por su ex jefa política, a quien sirvió como ministro de Seguridad.

Patricios en pie de guerra

El armador patricio Juan Pablo Arenaza comenzó por reprocharle a Vidal haber roto su vieja promesa de mantenerse neutral. Luego la atendió en Twitter una, dos veces: "La mas (sic) bonaerense, la mas (sic) porteña, la mas (sic) neutral y al final, de nuevo la empelada (sic) del mes", la destrató con errores de ortografía y de tipeo que, seguro, fueron producto de la indignación.

¿Por qué tanto dolor?, nos preguntamos; basta de misterio. La pregunta, en todo caso, es: ¿Vidal mueve hoy la aguja en Juntos por el Cambio, atrae votos?

Eso no puede asegurarse, dada la licuación del vidalismo que el mismo Macri diagnostica, aunque sin vincularla a la sombra que él mismo le proyectó.

Por otro lado, las encuestas son o bien una fuente de información o una de desconcierto… el problema que hasta el 13-A, cuando ya sea tarde para pronósticos, no sabremos cuál es una cosa y cuál la otra.

Los promedios de sondeos de intención de voto son un recurso usado en muchos países. Metodológicamente, se trata de un ejercicio sin base, dado que mezcla peras con manzanas, esto es trabajos hechos con metodologías diferentes y en momentos distintos. Peor aún, contamina pesquisas bien hechas con otras erradas. Sin embargo, el recurso tiene la virtud de ilustrar, por lo que –hecha la salvedad anterior– vale citar un "promedio" de sondeos que da un empate absoluto entre las intenciones de voto de Larreta y de Bullrich, pero con la peculiaridad de que las mediciones sobre el primero oscilan entre el 12,64 y el 19,75% –más de siete puntos– y las de la segunda, entre 10,91 y 21,43% –¡casi 11!–. Mostrar esto es el mayor mérito del promedio de marras.

El resultado de esa puja es, verdaderamente, una moneda al aire y sería totalmente imprudente hacer pronósticos. Lo único que hay son "climas" que se deben describir y analizar. En lo que respecta a las encuestas, dada la mencionada amplitud de intenciones de voto, alguien está midiendo groserías. ¡¿Pero quién?!

El valor de las señales

Si no podemos saber –y acaso nunca sepamos– si el apoyo de Vidal le suma algo concreto a Rodríguez Larreta, lo propio cabría señalar sobre el que el porteño había sumado el martes: el del radical Facundo Manes. Otra vez, este último pronunciamiento se produjo cuando el neurocientífico ya estaba retirado de toda pelea –la nacional y la bonaerense–, por lo que la intención de voto que pudo haber tenido en algún momento ya estaba metabolizada dentro de la oferta electoral.

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Diego Santilli, Horacio Rodríguez Larreta y Facundo Manes en Tandil

Diego Santilli, Horacio Rodríguez Larreta y Facundo Manes en Tandil

Con todo, ese conjunto ayuda a Larreta a reperfilarse, a volver a mostrar solidez y a reencontrar el eje que siempre había tratado de cultivar –cierta moderación, un discurso no siempre sincero contra la grieta– y que había perdido en medio de la desesperación que le causó el crecimiento de Bullrich. Esto, recordemos, lo llevó a aliarse a José Luis Espert y a Cynthia Hotton, y a elegir como su vice a Gerardo Morales en plena resaca tras la represión de las protestas contra la reforma constitucional en Jujuy.

Mientras, si de símbolos se trata, Bullrich parece estar perdiendo un poco el control.

¿Serán señales?

La aporía del "todo o nada"

La precandidata halconada asumió, desde hace años ya, un perfil vinculado con la dureza extrema. "Si no es todo, no es nada", postula. Eso es un problema.

Semejante mensaje –que rivaliza con el inefable "plan motosierra" que presentó este miércoles Javier Milei– es propio de la derecha radical que encarna y supone una aporía, una contradicción lógica insalvable: si va hoy tan lejos, ¿cómo haría para moderar su lenguaje, eventualmente, en octubre-noviembre, y resultar creíble?

Bullrich, recordemos, viene de ahorcarse con la lengua por haber hablado de "blindaje" y de más endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

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Luego, convirtió La casa de papel en propuesta política y dijo que, de convertirse en presidenta, entraría con una cámara de televisión a mostrar lo vacío de dólares que está el Banco Central, ignorando que lo que allí habría –si hubiera algo– serían asientos contables.

Los errores no forzados son demasiados y a las propuestas de la propia precandidata que hablan de megadevaluación, salida precipitada del cepo y dolarización económica de facto, su asesor Dante Sica salió ayer a airear un plan de reforma laboral hecho de renegociación forzada desde el Estado de todos los convenios colectivos. La idea se parte de piantavotos.

Por momentos parece que, para Bullrich, 2001 es, antes que un antecedente malhadado, un programa de gobierno.

María Eugenia Vidal y Facundo Manes. 
Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, junto a Mauricio Macri y María Eugenia Vidal.

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