ELECCIONES 2023

Javier Milei y el cuento del león herbívoro

El candidato libertario ensaya un dicurso supuestamente más moderado. ¿Pausa al plan dolarizador? Peligros y anzuelos.

El ensayo de un discurso más moderado del presidenciable minarquista Javier Milei –que el autor de esta nota imagina espasmódico, de corta duración, parte de un zigzagueo permanente entre la imagen del lobo y la del cordero, ayuda a un sector del Círculo Rojo a ver lo que desearía: un Milei manejable, domesticado. Si bien el ultraderechista no fue en ningún momento su plan A, el gran empresariado busca adecuarse a lo que intuye como una probable realidad de la Argentina e imagina una administración que entienda que su estabilidad dependerá de limitar o directamente de cancelar varias de sus iniciativas. Mientras, ensaya un último intento verdaderamente propio a través de la fórmula Patricia Bullrich- Carlos Melconian, cuya presentación en Córdoba incluyó, de manera interesante, un desfile de auspicios a espaldas del disertante.

Milei también hace gestos de aproximación. Si su reunión con el secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez, fue iniciativa suya, también realiza movimientos hacia la patronal. Contener –cuando puede– su lengua, es otro de esos gestos; sugerir una puesta en pausa de su plan de dolarización es el más importante.

¿Adiós a la dolarización?

La referencia que Milei realizó el jueves a su plan monetario fue curiosa. En el Congreso de Economía de la ExporEFI ya no habló de dolarización, sino de "competencia de monedas". Interrogado al final por los periodistas, atacó: "Yo no tengo la culpa de las burradas que ustedes transmiten. Yo siempre hablé de competencia de monedas y dije que como los argentinos históricamente eligieron el dólar, probablemente elijan el dólar, pero esa burrada las difunden ustedes, operando". Sorprendente.

Sobran las referencias de Milei a la dolarización, realizadas al menos durante meses, sus refutaciones a las críticas, la defensa de su factibilidad, los cálculos sobre el modo en que el Banco Central, antes de su cierre, podría comprar todo el circulante con dólares e, incluso, una negociación cerrada con "fondos de riesgo" para obtener deuda que le permitiera "rescatar los 30.000 millones de dólares de Leliq".

Por otro lado, ¿en carácter de qué convocó, si no, para sumarse a "las fuerzas del cielo" a Emilio Ocampo, impulsor de un plan veloz de dolarización?

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El problema es que, en su búsqueda de dolarizar una economía sin dólares, el minarquista instaló un debate recio en su propio equipo económico, con voces más sensatas que las de Ocampo –Carlos Rodríguez y Darío Epstein, sobre todo– que advirtieron que la idea de vender los títulos del Tesoro en poder de la autoridad monetaria para hacerse de divisas no es más que un ejercicio teórico que solo deprimiría y fatalmente más la cotización de la deuda pública.

En un intento de zanjar ese debate interno, el presidenciable había hablado horas antes de un proceso gradual, pero inexorable. "Vos libremente vas cambiando la moneda y cuando (el dólar) se convierte en los dos tercios de la base monetaria, en ese momento vos ejecutás y dolarizás totalmente porque ahí tenés una suerte de plebiscito. Por lo tanto, el ritmo al cual (la economía) va a terminar quedando dolarizada va a depender de la gente", dijo.

La dolarización es, justamente, uno de los temas que más preocupa al empresariado, por el cepo que impondría a la capacidad del Estado de amortiguar shocks externos, a las posibilidades de desarrollo del país y hasta a la necesaria expansión de las exportaciones, sin la cual la deuda pública sería impagable en cualquier escenario. El detalle es que el cambio de postura de Milei desplaza los peligros de su aplicación al período de transición que ahora pregona. En efecto, ¿qué pasaría con la paridad dólar-peso durante esos meses, a través de los cuales se realizaría lo que define como "una suerte de plebiscito" que "va a depender de la gente"? Allí, digámoslo una vez más, anida el peligro de una megadevaluación continua del peso, de una consiguiente hiperinflación y de una licuación violenta de los pasivos del Tesoro y del Banco Central, así como de los ingresos populares y del capital de las empresas.

Torpe… ¿pero efectivo?

¿El paleolibertario busca una manera elegante de dar marcha atrás con una de las consignas más gancheras de su campaña, más allá de la gran bandera del combate a "la casta"? Sería arriesgado afirmarlo porque, por otro lado, la idea bullrichista-melconiana de la "libre elección de moneda" es, como hemos repetido, un camino más largo y zigzagueante hacia el mismo objetivo, la dolarización, uno que se volvería directamente amenazante en caso de aplicarse antes de que la macro se estabilice debido al incentivo para la recién mencionada huida desordenada de la moneda nacional.

Sin embargo, como el grueso del voto por Milei es una mezcla de bronca y esperanza que se deposita en alguien que propone salir de este entuerto sea como sea, las idas y vueltas no lo dañan demasiado en lo electoral. Es más, al dejar de hablar de dolarización a como dé lugar, tranquiliza al Círculo Rojo y deja pedaleando en el aire el proyecto Melconian, esa "novedad" que pierde su rasgo de diferenciación.

"Si la gente entendiera la dolarización, habría una manifestación en Plaza de Mayo", dijo, apelando a una figura retórica, el responsable del área económica de Bullrich en una de los varias entrevistas que concedió durante el fin de semana. ¿Será que quedará peleando con una sombra?

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En cambio, parece más adaptable a la forma que parece adoptar el debate monetario la narrativa de Sergio Massa; para él hay del otro lado o bien dolarización suicida o "dolarización cobarde".

De cualquier manera, para Massa el descollo no es cómo aborde esa cuestión, sino el rigor que sigue ganando la inflación y la imposibilidad de explicitar un camino para lograr como presidente lo que no consigue como ministro de Economía.

Ante las fragilidades de Bullrich y Massa, y el modo en que parte de la sociedad finge demencia frente a las demasías de Milei, no sorprende que crezca la percepción de que este podría ser no solo el primer clasificado a un ballotage, sino tal vez, una carta ganadora en primera vuelta.

Los efectos de la "moderación"

Ahora bien, si Milei se dispone a negociar con la CGT, si se abre a las inquietudes del Círculo Rojo, si diluye su plan de dolarización… ¿qué queda de él?

El electorado que lo está encumbrando exige soluciones más que inmediatas y ningún resultado electoral mide per se la intensidad del apoyo popular. Si, hipotéticamente, al quedarse a mitad de camino de ningún lado, solo ofreciera desde el 10 de diciembre ajuste en modo motosierra y transición hiperinflacionaria hacia una dolarización de hecho, la gobernabilidad de la Argentina podría quedar en severo entredicho. Teléfono –perdón por la antigüedad– para la parte del empresariado y para ciertos analistas en riesgo político que asesoran a clientes del exterior que se ilusionan con que el león se vuelva herbívoro y se limite a garantizar el libre mercado.

Un Milei tal podría verse tentado a mantener su impronta simbólica en base a su verba explosiva, una que deja definitivamente obsoleta la grieta conocida y podría envenenar gravemente la calidad de la democracia argentina.

Basta recordar lo que el presidenciable le dijo la semana pasada a RCN de Colombia:

  • "¿Qué es, en el fondo, un socialista? Es excremento humano".
  • "Después de la caída del muro de Berlín, en 1989 se arma el Foro de San Pablo y la intención del Foro de San Pablo era crear la Unión Soviética Latinoamericana. Eso es un plan muy concreto".
  • "Nos han llenado de presidentes del Foro de San Pablo, como Pepe Mujica y Tabaré (Vázquez) en Uruguay, el caso de (Michelle) Bachelet en Chile, el de (Néstor y Cristina) Kirchner y Alberto Fernández en Argentina, el caso de (Luiz Inácio) Lula (da Silva) y de Dilma Rousseff en Brasil; el de (Andrés Manuel) López Obrador en México... Son personas que buscan instalar la Unión Soviética Latinoamericana".
  • Joe "Biden es un presidente de izquierda. Así que, digamos, o sea no sorprende que esté poniendo en jaque además a la primera potencia mundial. El propio Biden es una amenaza a los valores de Occidente".

La tan mentada –por alguna gente– "moderación" reciente de Milei no ha llegado, parece, a la política internacional, más cuando a lo anterior hay que sumar su plan de romper el Mercosur y de "no negociar nada con los comunistas" de China. Eso amenaza con convertir a una Argentina eventualmente gobernada por él en una paria mundial y con inviabilizar la aplicación de cualquier plan económico en un país debilitado y endeudado al extremo.

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