En el marco de la asunción presidencial, Javier Milei tuvo su primera experiencia multirreligiosa como primer mandatario en la catedral metropolitana de Buenos Aires, donde seis representantes de los credos compartieron una invocación a Dios por su futura gestión de gobierno; con exhortaciones a afrontar las urgencias sociales en unidad.
La ceremonia, pedida por el mandatario, fue encabezada por el arzobispo primado Jorge García Cuerva, quien enumeró tres cimientos que consideró que Milei debe forjar y recuperar: la fraternidad, la libertad y la memoria. El sucesor de Jorge Bergoglio en Buenos Aires le recordó el significado de libertad “verdadera” según lo entiende el papa Francisco y con matices al que Milei describió en su discurso inaugural citando al “prócer libertario” Alberto Benegas Lynch hijo.
“La verdadera libertad se expresa plenamente en la caridad. No hay libertad sin amor. Sabemos que una de las concepciones modernas más difundidas sobre la libertad es esta: ‘Mi libertad termina donde empieza la tuya’. ¡Pero aquí falta la relación, el vínculo! Es una visión individualista”, advirtió con palabras del pontífice.
“Sin embargo, quien ha recibido el don de la liberación obrada por Dios no puede pensar que la libertad consiste en el estar lejos de los otros, sintiéndoles como molestia, no puede ver el ser humano encerrado en sí mismo, sino siempre incluido en una comunidad. La dimensión social es fundamental y nos permite mirar al bien común y no solo al interés privado”, profundizó continuando con la definición del papa.
García Cuerva culminó recordándole a Milei que en la actualidad “es revolucionario sostenernos en la esperanza y crear oportunidades” e invocando a Dios que ayude a quienes habitan el país a “fraguar los cimientos de la Patria, y así, entre todos, construir nuestra casa, nuestra amada Argentina”.
Sabiduría, templanza, coraje
A su turno, el rabino ortodoxo Axel Wahnish le aseguró a su discípulo en el estudio de la Torá: “Dios tiene fe en usted, señor Presidente” y expresó su confianza de que, con la ayuda divina, Milei va a poner de pie al país con “libertad, justicia y verdad”.
Dirigiéndose a Milei, el referente judío le preguntó: “Existen los milagros”; y el Presidente asintió con la cabeza. Luego Wahnish recordó lo que el rey Salomón le pidió a Dios el día que asumió: “Inteligencia y sabiduría de corazón”.
Wahnish también hizo referencia a la coincidencia de la asunción presidencial con la fiesta judía de Jácuca e invitó a Milei a repetir juntos el pasaje del Libro de los Macabeos que el mandatario cita habitualmente: “La victoria para la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de la fuerza que viene del cielo”.
El rabino dijo que él no era el indicado para bendecir al jefe de Estado, pero volvió a dirigirse a Milei para que recordaran juntos las tres cosas que oportunamente le pidió a Dios. Milei las repitió en voz baja y Wahnish las compartió con los presentes en la catedral: “Le pidió a Dios que le conceda nada más ni nada menos que sabiduría, templanza y coraje”.
El el titular de la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera), pastor Christian Hooft, comprometió las oraciones de la comunidad evangélica por la gestión de gobierno de Milei. También hicieron lo propio el representante del islam, sheij Salim Delgado; el obispo anglicano Brian Williams; y el arzobispo ortodoxo griego Iosif Bosch.
Desde la Casa Rosada a la catedral
Milei y la vicepresidenta Victoria Villarruel caminaron desde la Casa Rosada hasta la catedral porteña, donde fueron recibidos por García Cuerva, el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Oscar Ojea; obispos auxiliares porteños; y el rector del templo, Alejandro Russo. También estaban presentes en el templo el nuncio apostólico Miroslaw Adamczyk y el enviado del papa, arzobispo Alberto Ortega Martín.
El binomio caminó por la nave central del templo junto a García Cuerva y luego se dirigió al mausoleo del general José de San Martín para rendirle honores. La ceremonia multirreligiosa comenzó con el canto del Veni, Sancte Spiritus, una oración en latín con la que la Iglesia pide la asistencia al Espíritu Santo; y terminó con los presentes rezando juntos la Oración de la Paz de san Francisco de Asís, guiada por el arzobispo porteño.