Después de la baja sin honra de Diana Mondino y del anuncio de su remplazo por Gerardo Werthein, buena parte del personal de la Cancillería corta clavos para comprobar cuán profunda será la purga ordenada por el presidente Javier Milei.
El personal de carrera espera la purga que acelera la Casa Rosada. Cuarenta años de democracia y consensos, en peligro. Amigos para la "batalla ideológica".
Después de la baja sin honra de Diana Mondino y del anuncio de su remplazo por Gerardo Werthein, buena parte del personal de la Cancillería corta clavos para comprobar cuán profunda será la purga ordenada por el presidente Javier Milei.
Profesionales a cargo de subsecretarías y direcciones temáticas clave esperaban saber qué será de sus vidas en lo inmediato, mientras el personal más joven de La Casa temía ser víctima de un desguace similar al que se está produciendo en la ex-AFIP. ¿Cómo? En base a posibles medidas contra las condiciones actuales de la carrera como la estabilidad del personal diplomático, el régimen jubilatorio y diversos beneficios.
Según le contaron a este medio fuentes del Ministerio de Relaciones Exteriores, es fuerte el amedrentamiento provocado, primero, por la nota con la que el Presidente "invitó" a retirarse a todos los diplomáticos que no comulguen con su idea del mundo y, segundo, por la razzia prometida en el comunicado macartista que anunció la eyección de la economista cordobesa. "El Poder Ejecutivo iniciará una auditoría del personal de carrera de la Cancillería con el objetivo de identificar impulsores de agendas enemigas de la libertad", dijo. Más caza de brujas no se consigue.
Es natural y correcto que un presidente votado por el pueblo plasme sus políticas sin boicots burocráticos, pero eso no obsta que, al hacerlo, tome en consideración el asesoramiento de personal capacitado para la detección y la búsqueda del interés nacional consolidado en políticas de Estado de larga data.
Permitir el flujo ascendente de información, análisis y evaluación de antecedentes para la toma de decisiones por parte de la cúpula que responde políticamente al Gobierno es lo correcto, incluso si esas opiniones son desoídas. Lo que no puede haber es miedo o autocensura.
Lo que está en juego en este caso es otra cosa: la amenaza de una reversión autoritaria de, al menos, 40 años de tradición diplomática en democracia en base a un nuevo dogma defendido por un sector político mucho más pequeño que su masa de votantes, objetivo conseguido, además, en base a la purga de áreas sensibles del Estado y al desembarco en ellas de virtuales fuerzas de ocupación.
No es casual que Milei calumnie e injurie tan repetidamente a Raúl Alfonsín. Con el líder radical comenzó la nueva república democrática argentina, pero, además, un núcleo duro de consensos en política exterior que se ha mantenido ya sea en su gestión como en la era de las "relaciones carnales" de Carlos Menem, cierta vuelta a las fuentes con Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, el nuevo giro proestadounidense de Mauricio Macri y el retorno del peronismo con Alberto Fernández.
En todas esas etapas hubo cambios importantes, superiores a los que experimentan países con políticas de Estadio más consolidadas como Brasil, México o Chile, pero se mantuvo un haz mínimo de coincidencias, por caso el voto contra el embargo a Cuba.
Asimismo, la opción por la resolución pacífica de controversias, la pertenencia cultural a Occidente, la búsqueda de oportunidades de comercio e inversión a nivel multilateral, el reconocimiento del ascenso de grandes jugadores como China, la integración con América Latina, la centralidad del Mercosur, la coordinación de defensa con Sudamérica, el mantenimiento del Atlántico Sur como una zona de paz y, fundamentalmente, la reivindicación de la soberanía sobre las islas Malvinas en base al rechazo a la ocupación y colonización de territorios.
Con Milei, todo eso parece sujeto a correcciones entre fuertes y dramáticas, para peor, llevadas a cabo de modo desprolijo.
Todo esto forma parte de la mutación brutal de la percepción del interés nacional que el mileísmo quiere imponer en Cancillería a través del amedrentamiento, la represión de las evaluaciones técnicas y la purga en ciernes.
Como escribió Pablo Lapuente en Letra P, se esperan "las salidas de la subsecretaria de Política Exterior, Marcia Levaggi, y del director de Organismos Internacionales, Alejandro Torres Lépori. Ambos respondían a Leopoldo Sahores, el vicecanciller que fue reemplazado el 17 de octubre por Eduardo Bustamante".
Levaggi parece tener todos los números comprados: es especialista en medio ambiente, cambio climático y Agenda 2030, precedente del Pacto del Futuro. Parece complicada.
En los corrillos de la Cancillería se sumaban a esa lista otros nombres que podrían estar en la mira, subsecretarios y directores de áreas sensibles para el dogma ultra.
En muchos casos se trata de diplomáticos vinculados a la exalianza Juntos por el Cambio que creyeron que la llegada de un gobierno de derecha carente de cuadros les abría la puerta para hacer y deshacer. El Presidente, Karina Milei, el jefe de Gabinete blue y sus brazos ejecutores –Sotelo, Úrsula Basset y el propio empresario exkirchnerista Gerardo Werthein– están por demostrarles lo mucho que se equivocaron y la gravedad del error de dividir el mundo entre peronismo y antiperonismo.
El nuevo canciller espera para asumir a que pasen las elecciones estadounidenses del próximo martes –lo mismo que para definir su reemplazo en la embajada en Washington–, pero ya coordina todo a través de quien será sus ojos y oídos: el nuevo vice Bustamante.
Lo que muchos temen que pase en Cancillería –no la política presuntamente opositora, en buena medida inaudible en las últimas 48 horas– es una colonización de esa estructura por elementos de la ultraderecha.
Así lo expresó, sin sutilezas, claro, el influencer, streamer y anunciador de despidos en el Gobierno Daniel Parisini, un ultraderechista que es parte importante del esquema comunicacional del Gobierno conocido como Gordo Dan que dejó las siguientes perlas en su canal Carajo:
El país quedó debidamente avisado.