LA GRIETA MUNDIAL

Javier Milei en Jerusalén, León XIV en Roma: la embajada, el papa y la batalla por la Ciudad de Paz

El giro diplomático abre una disputa entre visiones contrapuestas en medio de la guerra y el reordenamiento global. Jorge Bergoglio y el eje interreligioso.

Con el anuncio del traslado de la Embajada argentina a Jerusalén, Javier Milei impulsa un alineamiento político-religioso con Israel que choca con la postura del Vaticano. En Roma, el papa León XIV reafirma el rol de la Santa Sede como garante del diálogo y la paz en Medio Oriente, marcando distancia del sesgo ideológico del Presidente.

Jerusalén, epicentro de siglos de disputas espirituales y políticas, vuelve a ser escenario de una confrontación de alta densidad simbólica.

Lo hizo con un tono cruzado por referencias escatológicas y doctrinas del bien y el mal, sellando un giro que excede lo diplomático para instalarse en el plano metafísico.

Embed - El Presidente Javier Milei visitó el Muro de los Lamentos en Jerusalén

Con su mensaje ante la Knesset, Milei no sólo validó la narrativa israelí sobre el conflicto con Hamas y justificó la ofensiva militar en Gaza, sino que trazó una frontera moral que lo ubica en las antípodas del paradigma diplomático sostenido por el Vaticano.

Mientras Milei invoca al Dios del Antiguo Testamento y se abraza al relato de Benjamín Netanyahu, Roma apuesta -con un papa que recién está dando sus primeras señales de liderazgo- por un orden basado en el derecho internacional y el principio de autodeterminación de los pueblos.

León XIV, herencia y continuidad

Apenas ungido, León XIV dejó entrever que la Iglesia no variará su brújula geopolítica en Medio Oriente. El nuevo pontífice —agustino, sobrio y de discurso firme— retoma el legado de Francisco en clave contemporánea: la paz como mandato ético, el rechazo a toda forma de violencia y la defensa de un estatus internacional para Jerusalén que preserve su carácter multirreligioso.

Su diagnóstico es claro: en un mundo atravesado por narrativas absolutas, la diplomacia vaticana vuelve a reclamar la centralidad de la dignidad humana.

En su primer encuentro con el presidente del Líbano, León XIV ofreció al Vaticano como espacio neutral de mediación entre enemigos. Y al día siguiente, en un mensaje a las Iglesias orientales, lanzó una definición fuerte: “La guerra nunca es inevitable, las armas deben callar”.

Jerusalén: símbolo de una batalla doctrinal

La “Ciudad de Paz” no es solo un lugar físico, sino un emblema religioso cargado de tensiones teológicas y políticas. Allí se cruzan el Muro de los Lamentos, el Santo Sepulcro y la Mezquita de Al Aqsa, en un delicado equilibrio que Naciones Unidas intenta preservar a través de resoluciones que recomiendan un estatus internacional.

El traslado de embajadas, como lo hizo Estados Unidos durante la primera presidencia de Donald Trump, implica romper ese equilibrio, abrazando una visión unilateral del conflicto.

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El rabino Skorka, el papa Francisco y el musulmán Abboud en el Muro de los Lamentos

El rabino Skorka, el papa Francisco y el musulmán Abboud en el Muro de los Lamentos

Jorge Bergoglio ya había advertido sobre los riesgos de este gesto y ahora León XIV retoma esa advertencia, consciente de que una sola decisión diplomática puede alimentar décadas de violencia.

Para el Vaticano, reconocer Jerusalén como capital indivisa de Israel sin negociación previa equivale a desandar el camino hacia una paz duradera.

El giro argentino y sus consecuencias

Con su nueva política exterior, Milei profundiza un alineamiento con la derecha religiosa global, con ecos trumpistas y ecos mesiánicos.

Este corrimiento implica romper con una tradición argentina de diplomacia multilateral y ecuménica, en la que la Santa Sede jugó históricamente un rol central como interlocutora en conflictos regionales y defensora de los pueblos oprimidos.

La Argentina ingresa así en un terreno riesgoso: pierde capacidad de mediación, se distancia del mundo árabe —clave en los foros multilaterales— y arriesga un eventual cortocircuito con León XIV, quien empieza a delinear su papado como continuidad crítica del pontificado de Francisco.

La decisión de Milei, aunque presentada como gesto soberano, se convierte en un acto de alta carga ideológica con impacto regional y global.

Una tensión que puede escalar

La relación entre el Vaticano y la Casa Rosada quedará a prueba cuando Milei concrete la mudanza de su embajada.

Roma ya demostró que no elude los gestos simbólicos: en 2015, el reconocimiento vaticano del Estado palestino fue leído como un mensaje claro a Israel y a Occidente.

En este nuevo escenario, con una guerra que se amplía en la región y con un papa que defiende la “misericordia política” como horizonte, la respuesta vaticana podría ser tan diplomática como elocuente.

Robert Prevost, el sucesor de Jorge Bergoglio
Javier Milei con el papa Francisco. Cabeza gacha.

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