El interventor de la Agencia Federal de Inteligencia, Silvestre Sívori, envió al Congreso la rendición de cuentas de diciembre a febrero, que incluye el detalle de los gastos reservados, la histórica caja del organismo. La bicameral encargada de evaluar esas cifras no está conformada por la demora en la designación de los integrantes de la Cámara de Diputados.
Mientras Menem no oficialice la designación de al menos cuatro de los siete representantes de la Cámara baja, la bicameral no puede reunirse y quedan sin control la totalidad de los organismos de inteligencia del país.
Además de la AFI, esta comisión supervisa las áreas de espionaje de las Fuerzas Armadas y de la Política Federal. Uno de los planes de Sívori es unificar al personal de las tres dependencias para coordinar tareas.
La intervención de Sívori dura dos años y en ese plazo Milei no enviará su pliego al Senado. Cercano al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, el jefe de la AFI no quiere eludir la supervisión del Congreso y envió las cuentas de la dependencia, según confirmaron a LetraP fuentes del organismo. "Nosotros cumplimos. Cuando se arme la bicameral se evaluarán", señalaron.
Los gastos reservados son los más inspeccionados por la oposición de turno, porque permiten hacer tareas de inteligencia sin una rendición inmediata. Al no dejar rastros, los gobiernos pueden tentarse de usarlo para fines diversos.
El gobierno de Alberto Fernández los restringió y en el equipo de Sívori consideran que fue una decisión desacertada, porque casi no se registran operaciones de inteligencia durante su gestión. No las podía financiar.
Los planes de Silvestre Sívori
Javier Milei sólo dedicó un día de su gestión a definir sus planes con la AFI. Fue en enero, cuando, ante Sívori y su equipo (muchos exmilitares formados en espionaje), ordenó aplicar en el organismo su política exterior: alineamiento irrestricto con Israel y Estados Unidos. El enviado del Mossad en Argentina visita con frecuencia el edificio de la calle 25 de mayo.
En el kirchnerismo reconocen que, si bien no evitaron la motosierra, Sívori no aplicó una caza de brujas tan estricta con el personal que asumió en 2014 para desplazar a la vieja guardia, referenciada en el desplazado Jaime Stiuso, líder del área de contrainteligencia durante cuatro décadas.
De hecho, al igual que el Ministerio de Justicia, en la AFI no hay una vocación persecutoria. Una prueba es que Milei sostuvo el decreto de Fernández para impedir al organismo ser auxiliar de los jueces, que durante el macrismo le permito nutrir de información las investigaciones a Cristina Fernández de Kirchner.
Aun así, en el Gobierno tienen la decisión de activar el área de operaciones, con más fondos y la refacción del edificio de la calle Estados Unidos, en Boedo, la histórica base de Stiuso que quedó desmantelada tras su salida.
Otra prioridad en la gestión de la AFI es revisar las designaciones en el exterior, que perdieron relevancia luego de la filtración de los nombres de los agentes durante la gestión de Cristina Caamaño.
Teléfono para Menem
La bicameral no puede funcionar si no se completa con los siete integrantes de la Cámara baja, o al menos cuatro que garanticen el cuórum.
En el Senado, Unión por la Patria se negó a nombrar sus tres referentes porque considera que le corresponde un cupo más, según la proporción de fuerzas en el recinto.
En Diputados podría haber una discusión similar. Con un jefe de bloque afín, como es Gabriel Bornoroni, Menem definirá con mayor facilidad el o los integrantes que tenga La Libertad Avanza, que serán los únicos oficialistas puros de la bicameral.
Faltan analistas
Además de la rendición de cuentas, Sívori presentará el plan de acción de la AFI, con las principales operaciones. La agenda está dominada por el conflicto de medio oriente y la protección de zonas de riesgo, como la triple frontera.
El jefe de la AFI también mantuvo contactos con la mayoría de los referentes de la región, a excepción de Brasil, donde tendrían previsto viajar miembros de su equipo.
El 14 de marzo Sívori recibió a William Burns, titular de la CIA, con quien también diseñó una agenda común, con objetivos como proteger el mar argentino de la depredación pesquera. China es el principal acusado.
En la AFI admiten que hay carencia de analistas que aborden esos temas, aunque destacan que la Cancillería se nutrió del personal de la Casa durante la visita de Burns y la más reciente de la jefa del comando sur, Laura Richardson. Fueron pruebas de fuego para Milei.