Nadie, en ningún momento, deja entrever que exista algo parecido a una ruptura. “Hablamos todo el tiempo, discutimos entre nosotros y no hay posicionamientos cerrados”, dicen desde el Interbloque Federal, que este martes volvió a dividir su voto en la discusión sobre los cambios en Ganancias en la Cámara de Diputados. Sin embargo, esta dinámica comienza a hacer ruido en buena parte del peronismo de Córdoba. Uno de los que empieza a mirar de reojo la libertad con la que funcionan las partes de la bancada es Martín Llaryora, que encuentra en las chances de engordar el bloque cordobesista unos de los principales argumentos para cerrar filas detrás de la candidatura presidencial de Juan Schiaretti.
Junto con Alejandro Topo Rodríguez, y esta vez Graciela Camaño, Natalia De la Sota volvió a poner sobre la balanza elementos distintos a los que prefieren valorar el schiarettista Carlos Gutiérrez y el llaryorista Ignacio García Aresca. Como lo anticipó, votó a favor del proyecto enviado por Sergio Massa al Congreso. “El salario no es ganancia por eso apoyamos la eliminación del impuesto en la remuneración de los trabajadores”, tuiteó la diputada que en la previa que antes había apoyado la moción oficialista en el debate de la Ley de Alquileres.
En esta ocasión, la particularidad es que la mayor parte del interbloque votó a favor de la iniciativa. Los socialistas Mónica Fein y Enrique Estévez dieron el visto bueno, ante la posición por la negativa a la que también se sumó Florencio Randazzo, el candidato a vice de Schiaretti.
Con las redes sociales como escenario principal, el massismo cordobés que reniega de la conducción del gobernador desde la reivindicación de la figura de José Manuel de la Sota, celebró el voto de la hija del fundador del cordobesismo y cuestionó el posicionamiento de Gutiérrez y García Aresca. Sin embargo, el proceso intestino que afecta al peronismo mediterráneo no debería leerse de modo lineal.
Sintonía fina
En el entorno de Natalia de la Sota advierten que a la diputada no se le cruza por la cabeza “romper” con el schiarettismo antes del 22 de octubre. No tiene una presencia activa en la campaña y nada parece indicar un cambio en la postura antes de la elección general. Sin embargo, reivindicación peronista mediante, también dicen que la hija del tres veces gobernador no se mantendrá equidistante en una eventual segunda vuelta.
Lo mismo dice Rodríguez, el bonaerense con el que viajó en la comitiva oficial que Massa llevó a Brasil semanas atrás. Sólo que el titular lavagnista que preside el interbloque ya dijo que no acompañaría ni a Javier Milei, ni a Patricia Bullrich, porque “son lo mismo”. “Más aún, compiten por parecerse”, dijo semanas atrás en una entrevista en el canal Diputados TV.
Sin embargo, la postura de los díscolos no se alejó demasiado de la línea planteada por Schiaretti ni bien se conoció el envío del proyecto a la Cámara Baja. El candidato de Hacemos por Nuestro País había acusado la iniciativa como “irresponsable” por “hacerse el Papá Noel con plata que no es del Estado nacional, sino de todas las provincias”. Mientras se discutía en el recinto, redobló la apuesta y lo definió como un "mamarracho oportunista" que "se hizo entre gallos y medianoche".
Para subsanar el aspecto más técnico de la crítica del cordobés, Rodríguez y De la Sota elevaron un proyecto para coparticipar a las provincias el 30% del Impuesto al Cheque y subsanar las eventuales pérdidas ocasionadas por la baja en los montos devenidos del Impuesto a las Ganancias junto a un grupo de parlamentarios de Río Negro, Santa Cruz y Misiones. García Aresca también firmó ese proyecto y el propio Gutiérrez propuso tratarlo en la sesión de este martes.
“Dicen que ese proyecto se va a tratar en la discusión del Presupuesto. ¿Nos están tomando el pelo? ¿Alguien en sus cabales cree que vamos a discutir el Presupuesto antes del 22 de octubre o después cuando ya conozcamos el resultado electoral? Incorporemos ese proyecto hoy, que se coparticipe el 30% del Impuesto al Cheque y nosotros votamos el proyecto completo”, lanzó el cordobés que luego resumió los argumentos de su postura con total franqueza. “Nosotros no le creemos a Massa por muchas razones que voy a obviar por tiempo y hasta por una cuestión de delicadeza”, disparó el jefe de la bancada cordobesista al promediar la tarde en el Congreso.
Ahí parece estar el eje central de la conflictividad del peronismo cordobés. Nadie va a alejarse de Schiaretti, nadie romperá lanzas, y nadie generará movimientos para "correr" del espacio a quienes no comparten sus mismas posiciones ante la coyuntura general. Pero hay quienes no quieren saber nada con Massa y quienes ven en el ministro de Economía como la única alternativa posible para hacerle frente a la avalancha libertaria. De hecho, también se encuentran aquellos que militan por la candidatura del ministro candidato de Unión por la Patria y por la lista de diputados del cordobesismo.
En la proyección poselectoral de octubre radica, entonces, la principal diferencia entre las partes. A partir de eso quizás también se entienda un poco mejor la lectura que desde hace rato se repite con fuerza de premonición desde el cordobesismo y que observa al candidato de La Libertad Avanza imponiéndose sin necesidad de un ballotage.
Llaryora, más que Schiaretti, necesita evitar enfrentamientos abiertos, especulaciones y correrse de las presiones que podrían caer sobre él ante una eventual segunda vuelta. Así, confía, podrá asumir la gobernación con la tropa lo más alineada posible y empezar su gestión con la espalda necesaria para jugar el rol que le encomendó, ya públicamente, el propio Schiaretti.
“En el peronismo que viene, el PJ de Córdoba está llamando a jugar un rol central en la política nacional”, dijo el pasado viernes ante más de 600 dirigentes en el Hotel Quorum. “Hay que ganar Córdoba para consolidar a Martín y que él pueda desempeñar ese rol”, lanzó. Y para eso, todos saben que hay que mantener el equipo ordenado y evitar las heridas que pueden tardar demasiado en cicatrizar si la batalla se vuelve demasiado violenta.