Preside la Unión Industrial. Cultivó una buena relación con el peronismo, pondera a Rogelio Frigerio y pone fichas al "cambio de paradigma" de Javier Milei.
Bourdin es el presidente de la Unión Industrial de Entre Ríos.
Gabriel Bourdin es un pragmático. El presidente de la Unión Industrial de Entre Ríos (UIER) se mueve con una flexibilidad tal que puede pasar de ponerle la alfombra roja a Sergio Massa en plena campaña 2023 a elogiar el "cambio de paradigma" que, cree, plantea el presidente Javier Milei. En las últimas semanas salió a jugar fuerte por la adhesión de Entre Ríos al RIGI.
"Nadie tiene el poder de lobby que tiene Bourdin", dice una fuente del sector productivo que caminó la Casa Gris durante las administraciones peronistas y lo conoce bien. Una definición que habla del presidente de UIER y que, también, explica las características del tipo de dirigente que tiene chances de incidir en la provincia.
En 2023 Bourdin fue anfitrión del Día de la Industria y en esa jornada de septiembre coordinó la visita a Paraná de Daniel Funes de Rioja y del entonces ministro de Economía y candidato a presidente, Sergio Massa. Ese día, de impacto nacional, fue una prueba, como señalaron sus colaboradores. Creen que la pasó con éxito.
De aquello, solo quedan recuerdos. Ahora, Bourdin pone fichas en el presidente Javier Milei. Cree que la gestión del libertario es un “cambio de paradigma” y que las decisiones macroeconómicas llegaron para quedarse, montadas en una necesidad de normalidad dictada por la sociedad. “No creo que pudiera venir un gobierno, cualquiera sea, y hacer una cosa tan distinta”, confía a Letra P. “Hay que ser eficientes”, sugiere, siempre con un tono casi monocorde y sin elevar la voz. Entiende a la inflación como el principal problema de la economía argentina, una variable que, dice, distorsiona la realidad tanto del empresariado como de la ciudadanía.
Sin embargo, aunque crea necesario un relativo ordenamiento de las cuentas públicas, no espera un crecimiento de la economía para el futuro inmediato. “Todavía va a haber una recesión que va a durar un tiempo”, augura aunque sostiene que “lo fundamental es que hay un cambio de paradigma absoluto en el horizonte de la economía”. Si el invierno ya terminó, resta entonces, desde su perspectiva, caminar el desierto para disfrutar las mieles de la normalidad.
Durante la campaña electoral que llevó a Frigerio a ocupar el Sillón de Urquiza, Bourdin mantuvo una cierta equidistancia entre éste y el candidato del peronismo, Adán Bahl. Aunque con éste último traía una relación construida de su paso por el gobierno provincial y luego por la intendencia de Paraná. Suele decir, como elogio a dos bandas, que la irrupción de un hombre de la talla de Frigerio obligó al PJ a poner un candidato de calidad.
Por ahora pondera aspectos concretos de la administración. Por ejemplo, entiende que se reglamentó rápido y bien la Ley de Promoción Industrial, que luego de trabajar durante casi dos años se sancionó por unanimidad en el último año de gobierno de Gustavo Bordet. También habla bien de los funcionarios de las áreas de gobierno con las que la entidad trabaja a diario.
Por otro lado, consiente de los problemas fiscales de Entre Ríos, cuando se lo consulta por las dificultades que debe enfrentar el gobernador menciona sin dudarlo el déficit de la Caja de Jubilaciones y Pensiones. “Uno de los grandes problemas que va a tener es si la Nación no financia la Caja”, asume. Se sobreentiende que también banca las reformas que se impulsan, aunque ello no alcance para borrar el déficit, que hoy es financiado por el Tesoro General de la provincia o, en definitiva, por los y las contribuyentes.
Bourdin se jacta del origen humilde de su empresa Petropack. Comenzó en un almacén que atendía 24 horas junto a su hermano hasta que un día, “haciendo números de almacenero”, recuerda, descubrieron que se les iba parte importante de las ganancias en las bolsas plásticas en donde entregaban los productos.
Ese déficit fue una oportunidad que primero los llevó a ser proveedores de bolsas de plástico para comercios, que traían desde Buenos Aires y distribuían en la ciudad. Luego, comprando maquinas usadas a uno de sus proveedores, pasaron a producir envoltorios pero no ya para supermercados o comercios de calle si no para la industria. Hoy, empleando a más de 600 trabajadores y trabajadoras, producen para marcas importantes y exportan.