“Volvé Mauricio”, le gritaron una y más veces. El expresidente, en su visita a Rosario, agradeció, pero no se desbordó en gestos. Mauricio Macri jugó al líder espiritual, rechazó que la vicepresidenta Cristina Fernández se encuentre proscripta, se solidarizó con la ciudad por la situación de violencia que padece, y se corrió de la interna entre Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich que sacude al PRO.
Macri procuró no romper nada. Fue bien tratado desde el vamos en Rosario, donde arribó temprano por la mañana de este lunes y se quedó hasta media tarde. Arrancó escuchando la pena de comerciantes que sufren la inflación galopante y extorsiones de bandas narco, y luego fue al Palacio municipal, junto a todas las cabezas de Juntos por el Cambio (JxC) en la provincia para reunirse con el intendente Pablo Javkin.
Luego sí, a presentar su segundo libro, “Para qué”. Ahí jugó bien de local, lo escucharon y vitorearon unas mil personas y lo entrevistaron el presidente de la Fundación Libertad, un think tank de derecha, Gerardo Bongiovanni, quien lo presentó como “presidente y amigo”; y el periodista local Marcelo Fernández.
El expresidente se repartió, durante 40 minutos, en ejercicios de coaching, consejos de liderazgos y repaso sobre situaciones centrales de su vida, como el secuestro que sufrió, la presidencia de Boca, el vínculo con su padre Franco, su relación con Diego Maradona, a quien, contó, le tuvo que decir que no tenía chances de ser DT xeneize porque “estaba tomado por las adicciones”.
Sin dar precisiones y apelando el nosotros inclusivo, Macri confió que JxC está en condiciones de asumir el Gobierno “mucho mejor” que 2015. “Argentina necesita un shock de orden”. En esa misma línea, pero en otro tramo del discurso, mandó lo que sonó a mensaje (poco deconstruido) a la interna de la coalición: “Los dirigentes tienen que tener los huevos que hay que tener para destrabar las mafias de este país”, remarcó.
Breve, brevísimo, fue el dardo que le dirigió a la vicepresidenta. Se agarró de una crítica al “populismo”, una de las palabras que más utilizó, y la denostó. “No hay proscripción”, dijo sobre la situación judicial de CFK. “No nos tragamos más los progres falsificados”, sentenció.
Tras la presentación, Macri lideró una conferencia en la que tampoco se dejaron cabos sueltos. Sentó a su lado al primer macrista de Santa Fe, el diputado Federico Angelini, pero también al resto de las referencias de JxC en la provincia, como el diputado provincial Maximiliano Pullaro, la senadora Carolina Losada y el senador Dionisio Scarpin. En su lateral derecho se sentó el diputado Cristian Ritondo, quien lo secundó en el viaje.
Cuando en la segunda de las seis preguntas que habilitó la organización lo consultaron por los dichos de Elisa Carrió sobre el frente de frentes, Macri la tiró a la tribuna y prefirió no meterse en la polémica. Nada de candidaturas, nada de la interna del PRO y nada de sus socios políticos. Un raid muy cuidado, medido, casi protocolar.
Las tribus provinciales
Los sectores internos de la oposición santafesina jugaron el mismo partido que Macri, evitaron el ruido. Nadie quiso perderse la foto con el expresidente. Ni Pullaro ni Losada, las dos personas que rankean alto en una hipotética PASO opositora. Javkin, más allá de la alianza que se cocina en Santa Fe, no iba a rechazar un encuentro institucional con el expresidente. El único partido no peronista que no tuvo contacto con Macri fue el socialismo.