La intención del gobernador Martín Llaryora de seguir engordando la construcción que amplía Hacemos Unidos por Córdoba no se toma vacaciones. Ahora, el oficialismo apunta sus cañones al intendente de Jesús María, Federico Zárate, de origen radical, con buenas relaciones con la vicepresidenta Victoria Villarruel y referente del "grupo de los seis", que nuclea al intendentismo opositor del departamento Colón.
La semana pasada el pretendido Partido Cordobés presentó en sociedad una decena de intendentes y jefes comunales, en su mayoría radicales, que pasaron a revistar en las filas que comanda el Panal. Y desde el radicalismo anticiparon, como respuesta, que activarán una contra estrategia similar, saliendo a buscar a figuras díscolas del PJ para intentar llevarlos a su redil.
En paralelo, las principales espadas del llaryorismo siguen tirando anzuelos para pescar en peceras ajenas. Zárate es uno de los tentados.
“Nos interesa sumarlo. Es momento de priorizar a quienes gestionan, por encima de los colores políticos”, confirmó a Letra P una calificada fuente de HUxC.
Foto, café con Miguel Siciliano y especulaciones
A diferencia de las recientes incorporaciones de intendentes, que fueron gestionadas por el ministro de Gobierno, Manuel Calvo, en este caso el puente con Zárate es a través del jefe de los legisladores de HUxC, Miguel Siciliano.
Hace unos días Siciliano y Zárate se reunieron en Jesús María y se ocuparon de difundir la foto de ese encuentro. Al ser consultado, Zárate dijo que no se considera “cordobesista” y eligió la frase más políticamente correcta para definir su situación. “Me debo a los vecinos. Debo gestionar por la ciudad”, señaló.
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La frase no menciona quizás la parte medular del asunto: con el grifo de recursos nacionales totalmente cerrado, solo la Provincia puede llegar a habilitar algún flujo de fondos para obras.
Zárate no es ajeno al panorama que sufren sus pares, que ven cómo cae en picada la recaudación y cuentan monedas para hacer apenas mantenimiento y prestar servicios básicos.
Desde HUxC saben de antemano que la parada con Zárate no es sencilla, por tratarse de un municipio grande, cabecera de Colón, y con una sucesión de gobiernos locales ligados a la UCR y a Juntos por el Cambio. Pero igual van a la carga, por aquello de que “no hay peor gestión que la que no se hace”.
El anzuelo del Partido Cordobés de Martín Llaryora
Los argumentos para intentar convencer, son los mismos de siempre: que las filiaciones políticas ya no son determinantes en la valoración de los vecinos y que hay que priorizar la gestión de gobierno.
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Martín Llaryora engorda las filas del Partido Cordobés con intendentes de la oposición.
Recordemos que, en Jesús María, otros dirigentes del PRO y JxC, como los exintendentes Gabriel Frizza y Mariana Ispizua, hace rato sellaron su pase al cordobesismo y son funcionarios provinciales. Y el referente político de Zárate, el agrodiputado Luis Picat, está cada vez más incómodo en la UCR y a un paso de irse a La Libertad Avanza.
De la banca al interior de Córdoba
En el caso de Siciliano, activó su rol de ser un armador más del cordobesismo porque no quiere quedar solo enfrascado en la tarea, complicada por cierto, de que la Legislatura se mueva al compás de las necesidades de Llaryora. Ahí los números con la oposición son por demás ajustados y lo obligan permanentemente a hacer equilibrio, contener y sumar.
Esa misma idea traslada hacia afuera, pensando en los armados políticos a futuro. Siciliano comparte la idea de Llaryora respecto de que, le vaya bien o mal al presidente Javier Milei, se viene un reformateo en la forma de hacer política y de gobernar, seguramente más alejada de las viejas estructuras partidarias.
El jefe de los legisladores oficialistas se quedó el año pasado en los umbrales de una posible candidatura a intendente de Córdoba, que finalmente fue para Daniel Passerini.
Ahora interpreta que es momento de recalibrar hacia adelante. Por eso levanta el perfil, empezó a salir al interior y se muestra como otro posible arquitecto del cordobesismo que viene.