En medio del debate nacional respecto del rol del gobernador Juan Schiaretti en el armado opositor, el mantra que repiten todos los sectores del cordobesismo advierte que la cuestión nacional y la provincial corren por carriles separados. Adelantándose a ese debate, Martín Llaryora tejió sus acuerdos electorales concentrando la atención en el territorio y liberando el debate nacional para otra etapa.
En rigor, muy a pesar del juecismo, la campaña provincial no se chocará con la nacional. Técnicamente la apertura oficial del debate a nivel nacional comenzará en el momento en que se oficialicen las candidaturas para participar de las primarias, es decir, en la mañana del 25 de junio, cuando los cordobeses y cordobesas deberán votar para elegir a su nueva autoridad provincial. Allí se cerrará un capítulo de toda esta historia, que se extenderá problemáticamente hasta el 23 de julio, la fecha en que se realizarán las elecciones en la capital mediterránea.
Siempre dependiendo del futuro de Schiaretti, Daniel Passerini y Javier Pretto, la fórmula oficialista, podrían verse obligados a convivir en una campaña municipal que los tendrá juntos, con una campaña nacional que los pondría en escenarios separados. También podría darse la situación en la que los candidatos opositores en la ciudad apoyen a un mismo candidato a presidente que el aspirante oficialista a la viceintendencia. También podrían decidir mirar hacia otro lado durante el primer mes de la campaña nacional, aunque la tensión se convertiría en algo demasiado palpable.
“Libertad de acción para la discusión nacional”, fue la premisa con la que Llaryora tejió todos sus acuerdos electorales, que no solamente involucran a partes identificadas con el armado nacional de Juntos por Cambio. El caso más evidente es el de Martín Gill, el intendente de Villa María que fortalece su presencia en el territorio a partir de la campaña cordobesista, mientras destaca “el trabajo conjunto entre la Nación y la Provincia”.
En ese discurso, el peso específico de Gill emana de haber sido protagonista de esa presencia del Estado nacional en la vida de los pueblos y ciudades del interior cordobés. El intendente de Villa María fue secretario de Obras Públicas durante la primera etapa del gobierno de Alberto Fernández y desde ese lugar firmó convenios, cerró algunas obras y cortó cintas en otras tantas. En ese punto, la campaña de Llaryora se nutre de lo hecho por el gobierno del FdT.
En su porfía en pos de la unidad peronista a nivel global, Gill nunca cortó relaciones con el Gobierno y sus partes más importantes. Además de la buena relación con el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, actualmente sostiene un fluido diálogo con el ministro de Economía, Sergio Massa. Cualquiera sea la forma en que se resuelva la interna todista nacional, nada hace imaginar que el villamariense se mantendrá al margen de esa discusión. Es decir que los acuerdos con Llaryora se mantendrán, pero ambos intendentes caminarán la disputa nacional por diferentes sendas.
Las listas, el otro acuerdo
El miércoles próximo se oficializarán los frentes y las alianzas electorales que participarán en la elección del 13 de agosto, pero también tendrá que determinarse algo sustancial a la hora de la definición de esos armados: los reglamentos que se utilizarán para el armado de las listas definitivas de cada espacio.
Las decisiones nacionales, en ese sentido, pueden llegar a dibujar un mapa al menos extraño. Si el acuerdo que pretenden Horacio Rodríguez Larreta, Gerardo Morales y Schiaretti avanza, con Patricia Bullrich o sin ella, primero habrá que decidir cuántas figuras disputarán el tramo más alto de la lista, para luego decidir la forma en que se pondrán en juego las candidaturas para pelear por las nueve bancas que Córdoba pondrá en juego en octubre.
Entre los diputados que terminan su mandato y tendrán que volver a presentarse para continuar en el Congreso hay nombres claves para la vida política del peronismo y el radicalismo cordobés. Uno es Carlos Gutierrez, el otro es Mario Negri. Para sumar nombres fuertes, Ramón Mestre es otro de los que desde hace rato pide pista para estar en las boletas que se oficializarán el sábado 24. ¿Podrían terminar todos en una misma nómina en caso de un acuerdo entre el gobernador y los popes nacionales del cambiemismo? Todo es perfectamente posible.
Lo que restaría definir en ese caso es si una misma lista al Congreso participará de las PASO “colgada” de todas los precandidaturas presidenciales o si cada una tendrá su propia nómina, que luego terminará amalgamando la boleta definitiva que aspirará a ingresar a la Cámara baja.
Así las cosas, esta semana se consumó el desplazamiento de Orlando Arduh de la presidencia del bloque de JxC en la Legislatura provincial. De origen radical, el flamante jefe de campaña de Myriam Prunotto, la candidata a vicegobernadora del cordobesismo, llamado en la provincia Hacemos Unidos por Córdoba, tendrá su propio bloque, que conservará su identidad radical y cambiemista. ¿Mantendrá su enérgico rol opositor durante el tiempo que le queda de mandato, mientras comande una campaña que pide la continuidad de las políticas implementadas por el schiarettismo? Su lugar en el bloque será ocupado por Darío Capitani, uno de los hombres de Larreta en Córdoba, que por estas horas trabaja para que los deseos de su jefe se conviertan en realidad e integrar la misma escuadra nacional que el gobernador.
Los senderos unificados en Córdoba se bifurcan a nivel nacional de un modo notable. Pruntto acompaña a Llaryora pero prefiere que el candidato a presidente sea Facundo Manes. Pretto, que acompaña a Passerini, quiere a Rodríguez Larreta. En medio de la campaña cordobesista, Gill preferiría a alguno de los tantos que puedan surgir en el oficialismo nacional, algo que también podría suceder con el Movimiento Evita y Libres del Sur, mientras que el grueso del peronismo sigue firme con la opción Schiaretti.
La transversalidad cordobesista vive su momento de máximo esplendor.