“Hoy escuchaba por radio a un candidato a presidente por la oposición, actual jefe de Gobierno porteño, decir que los vecinos del conurbano que compran leche le pagan el pasaje a Roma a unos cuantos. Pido: por lo menos seamos serios con los números”. El lunes, Sergio Massa olvidó su vieja amistad con Horacio Rodríguez Larreta, un contacto que ambos juran que pusieron en pausa en el último tiempo: por primera vez, con el kirchnerismo que prefiere despotricar contra Patricia Bullrich y Javier Milei, el precandidato de Unión por la Patria apuntó contra su colega de Juntos por el Cambio (JxC).
No pasaron ni 24 horas y uno de los massistas del gabinete, Diego Giuliano (Transporte), arremetió contra el libertario: "Su proyecto de país es la dolarización, las privatizaciones y arancelar la educación y la salud públicas". En el Ministerio agitan una encuesta que vuelve a plantear un escenario de tercios, con Milei clavado en 20 puntos. Paradojas: de 1999 a esta parte, el único candidato que salió tercero y llegó a esa cifra fue el propio Massa en 2015. Fuera del tigrense, Roberto Lavagna fue el que más y el que menos sacó: 16,9% en 2007 y 6,14% en 2019.
En el oficialismo no terminan de ponerse de acuerdo contra quién les conviene competir en las elecciones generales y, un escenario que ven más que probable, en el ballotage. En las usinas de campaña opositoras el día después de las PASO soñado está más claro: para Larreta su contrincante hoy es Bullrich, y viceversa, pero a mediano plazo será el Gobierno, catalogado como "kirchnerismo" por halcones y palomas para simplificar el discurso de barricada. Milei, tercero en discordia, puede resultar tan determinante para la oposición como, inesperadamente, un oficialista al que JxC le prende velas: Juan Grabois.
Los dos rivales de Sergio Massa
Cada argumento es sólido para sostener tanto uno como otro escenario. En UP, quienes piden competir contra Bullrich en las generales lo hacen para contraponer, más fácil, el choque de modelos en discusión. Desde su paso por el Ministerio de Seguridad de Cambiemos es calificada como símbolo del otro lado de la grieta: así como Mauricio era Macri, como repetía Néstor Kirchner, Patricia es Bullrich. Ambos, expresidente y exministra, son alegorías recurrentes -con nombre y apellido- de los discursos del elenco kirchnerista, comenzando por la propia de Cristina Fernández de Kirchner.
La titular del PRO en uso de licencia no es la única variable en la fórmula: a una Bullrich victoriosa en la interna opositora se tiene que sumar además un Milei que salga fortalecido de las PASO. "No podemos sacar menos de 20 puntos", afirman en el búnker libertario, para evitar la suerte de los últimos terceros en las primarias, que vieron fugarse parte de sus votos a la opción opositora más competitiva. Un dato cualitativo los asusta aún más: detectaron casos de votantes liberales que, sin dimensionar el rol definitorio del 13 de agosto para La Libertad Avanza, fueron seducidos por la interna de JxC. "Dicen que van a votar en las PASO a Patricia para que le gane a Horacio, y luego a Javier en las generales, sin darse cuenta de que necesitamos que nos voten en las PASO a nosotros", analizan en la carpa de Milei.
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El sector de UP que prefiere competir contra Larreta en las generales, una postura que el propio Massa estaría militando, enarbola que la pelea -tanto con halcones como palomas- será por seducir al electorado desencantado del Frente de Todos. El mismo grupo que, sostienen algunos alquimistas electorales, está abultando los números de ausentismo en los comicios provinciales. "Los que no van a votar son peronistas", argumentan, con más certeza que pruebas en el oficialismo. Nobleza obliga: es un fenómeno difícil de medir.
"Vayan a buscar a los que en algún momento se desilusionaron, díganles que nos costó, que cometimos errores, que asumimos nuestras culpas, que pedimos disculpas, pero que tenemos la valentía para encarar lo que viene, porque es con la unión de los argentinos", bramó este martes Massa en Merlo. Es un llamado a la militancia que Máximo Kirchner viene haciendo desde hace meses, cuando el precandidato iba a ser Eduardo de Pedro.
Larreta mira a Grabois y Milei
El larretismo lo tiene cuantificado: el electorado desencantado mide 15 puntos, una pecera llena para pescar. Hay otra proporción que el jefe de Gobierno porteño repite: 70/30. Es la "mayoría" con la que aspira a gobernar e incluye a oficialistas de ocasión, frente a un núcleo duro de ultras, que puede incluir tanto kirchneristas como bullrichistas libertarios. Para el día después de las PASO, el equipo de campaña de Larreta no sólo aspira a celebrar una victoria frente a Bullrich. También espera que se cumpla el temor libertario: que Milei quede a mitad de camino y una porción de sus votantes, la que presume más antigobierno que antisistema, se incline por JxC para terminar el partido en octubre, frente a un escenario de segunda vuelta más incierto.
No está en los planes de ninguno sellar ningún acuerdo, un pacto tácito que ya están sellando Milei y Bullrich para el Congreso, pero Larreta arrancaría el operativo seducción como el único opositor capaz de ganarle al oficialismo. Lo mismo dijo Massa en 2015. En el ballotage terminó esquivando la incomodidad de revelar si su voto iría a Macri o a Daniel Scioli.
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Precisamente Massa es la otra parte de la fórmula matemática larretista. El alcalde espera que el 13 de agosto el ministro-candidato no aglutine a todo el electorado oficialista y se desmorone el argumento del massismo para voltear la interna que reclamaba desde 2021 Alberto Fernández: la necesidad de un único postulante para aventar los malos presagios que amenazaban la apertura de los mercados el lunes 14 de agosto si el domingo había dos o tres aspirantes de UP que diluyeran la cosecha propia. Grabois puede ayudar a evitar el éxodo por izquierda del voto K que reclamaba un aspirante kirchnerista puro, pero también puede incidir en los guarismos nominales del ministro. En otras palabras, si la precandidatura del dirigente de la UTEP supera los cinco puntos, creen en un laboratorio electoral opositor, Massa podría no ser el postulante más votado de las PASO y su cara no estaría en primer lugar en los videographs de los canales de noticias.
"Los medios (de comunicación) la van a contar de la forma que perjudique al peronismo. Si Sergio es el más votado, sumarán los votos de JxC para decir que nos ganaron", minimizan en la Casa Rosada los refutadores de esa tesis. Es una forma de admitir que, pase lo que pase, se instalará la narrativa de una derrota del oficialismo.
Para Larreta -como para Massa- está claro que al votante "neutro" se lo ganará con la bandera de la gestión. Es la carta que agitan -ambos- frente al ADN aún desconocido de una eventual administración de Bullrich o Milei.
Bullrich quiere ganar en primera vuelta
Mientras en UP hay quienes ven como inevitable un choque de modelos para la segunda vuelta, con un discurso de instalación que contraponga las políticas que tomaría el sector menos moderado de la oposición (también llamado "campaña del miedo"), el bullrichismo espera evitarlo con una victoria anticipada. Despejado el camino de Larreta, en sintonía con otros precandidatos, la exministra apuesta a que Milei quede peor posicionado. La sintonía entre ambos hasta ahora ha sido fina: este martes, el economista ultra criticó el "plan económico" del alcalde, que debería ser el mismo que el de Bullrich por compartir los think tanks. "Si llega a ganar va a destruir el país y traerá de vuelta al kirchnerismo”, lo acusó.
Como Larreta, la precandidata también apuesta a que Grabois provoque alguna herida en Massa, pero sin la expectativa de captar votos aún desencantados del oficialismo. Al contrario, alimenta el juego de la grieta para diferenciarse tanto de Massa como de Larreta. Al segundo lo acusó de "ventajero", un calificativo similar al "ventajita" con el que Macri bautizó al primero. No parece casual.