TRIBUNA LETRA P

El batacazo de Sergio Massa y la nueva época

El candidato de UP llegó a ese porcentaje impensado porque logró sintetizar la resistencia a la destrucción y el esbozo de una nueva identidad que dé respuesta a una nueva época.

¿Se comprende el triunfo de Sergio Massa? No fue predicho por ninguna encuesta. Hace dos meses esa pregunta se aplicaba al triunfo de Javier Milei. Y dentro de cuatro semanas veremos a cuál de los dos se aplica, pero este domingo es de Massa y de Unión por la Patria. Ganó Massa de modo contundente. Ganó Axel Kicillof con una diferencia abismal, aunque le tocó gobernar con pandemia, la inflación y la peor sequía en décadas. Santoro realizó una elección excelente en la Ciudad.

Ahora mismo se abrirá un breve e intenso debate acerca de las razones del triunfo de Massa. Cada quien tratará de llevar agua para su molino. Sin embargo, responder adecuadamente esa pregunta será clave para definir la estrategia de estas cuatro semanas.

Digamos dos cosas: revísense cuidadosamente estos dos meses donde Massa pasó del tercero al primer puesto. Del 27 al 36%. Percíbase quién tuvo que guardar silencio y quién tomó la palabra. Nuestra hipótesis es que Massa llegó a ese porcentaje impensado porque logró sintetizar la resistencia a la destrucción y el esbozo de una nueva identidad que dé respuesta a una nueva época.

Con su tercer lugar este domingo, la alianza del Pro con la UCR tiene pronóstico reservado, para usar un eufemismo. No hay razones para que Facundo Manes y Mauricio Macri integren el mismo espacio político. Con su tercer lugar este domingo, la alianza del Pro con la UCR tiene pronóstico reservado, para usar un eufemismo. No hay razones para que Facundo Manes y Mauricio Macri integren el mismo espacio político.

Si el triunfo está claro, no debería dejar de percibirse la caída de UP en 2023 frente a la elección del Frente de Todos en 2019 donde había llegado a 48%. Y tampoco tapar la emergencia de un nuevo liderazgo en una nueva fuerza política de ultraderecha. El logro de Massa es haber construido una expectativa potente en ese preciso contexto.

Una nueva época se configura en este extenso proceso eleccionario. Mirando entre elecciones presidenciales, la cartografía política cambió con el primer lugar en las PASO y el 30% en las elecciones generales para Javier Milei. La primera víctima fatal de ese fenómeno, por ahora, parece ser la coalición de Juntos por el Cambio. Con su tercer lugar este domingo, la alianza del Pro con la UCR tiene pronóstico reservado, para usar un eufemismo. No hay razones para que Facundo Manes y Mauricio Macri integren el mismo espacio político. Una parte del futuro de la Argentina se juega en su implosión.

Si Massa ganó es porque su campaña no ignoró este nuevo mapa. No pasó por alto el cachetazo para el sistema político y el régimen democrático del desempeño de la motosierra de Milei. Esa fuerza de derecha extrema será central en el panorama político argentino. Hay consensos que ha puesto en jaque. La única certeza del provenir tendrá es una batalla larga contra una ultraderecha que ya ha llegado a toda Europa y a toda América.

Milei insistirá en herir profundamente a la democracia con un triunfo de fuerzas negacionistas, autoritarias y violentas.

Massa seguramente convocará a la unidad nacional democrática para la etapa que sigue. El mapa de las PASO, donde Bullrich estaba arriba de los 17% y Larreta del 10%, indican algo acerca de la composición del voto a JxC, pero también está la importante elección de Juan Schiaretti y el misterio de los votantes de Myriam Bregman.

La pregunta que se le plantea a Massa para estas cuatro semanas es cómo puede captar una parte de los votos antikirchneristas. Porque sin votos de ese tipo, no podrá alcanzar un 50%. Y eso torna muy distinta la realidad argentina de los frentes democráticos al estilo Francia. Sin una mayoría que incluya kirchnerismo y parte del antikirchnerismo no se podría derrotar a Milei. Para que estos últimos se inclinen por el voto a Massa es evidente que una nueva identidad deberá ser parida para esta nueva época. Con compromisos, programa y equipos.

“No puedo entender”

Todavía hay mucho trabajo que hacer para comprender la nueva época. Al menos, navegamos con tres mitomanías. Una es la frase de “no puedo entender que un tercio de la población vote a Milei”. En realidad, habría que invertir la pregunta: ¿por qué a tanta gente le resulta incomprensible? ¿qué les ocurre a quiénes no pueden entender a millones de argentinos? Hay un fenómeno global, una historia argentina y un contexto innegable.

La segunda mitomanía es la frase: “los votantes suscriben el programa de su candidato a presidente”, pero allí el propio lector debería interrogarse: ¿usted comparte TODO el programa del candidato que votó? ¿Realmente cree que todos los que eligieron a su candidato comparten todo el programa? Eso nunca sucede. Siempre hay diversidad en esos significados.

La tercera mitomanía se refiere a que como “los votantes de Milei mayoritariamente no comparten la venta de órganos y otros puntos de su programa, entonces deberíamos celebrar que ‘la gente no giró a la derecha’”. Lo complejo es poder ver que no comparten su programa, pero que a pesar de eso le han dado un poder inmenso.

Cuando invertimos el interrogante y preguntamos por qué hay sectores “progresistas” que no comprenden el voto a Milei, la cuestión es compleja y hay que abordarla con cuidado. Aquí diremos que hay un dolor muy grande cuando se reconoce un gigantesco traspié llamado inflación. El mecanismo de defensa impide vivir ese dolor.

Semiótica de la inflación

El éxito de Massa este domingo requiere necesariamente que haya logrado construir una identidad propia, separándose de los problemas más serios de la Argentina. Entre ellos, un tema decisivo en el ballotage de noviembre. “Inflación” no significa aquí un problema económico, sino un problema social y político. No significa aquí aumento de precios, sino desorganización total de la vida de los sectores populares y las clases medias. No significa aquí dificultad para ahorrar, sino imposibilidad de prever.

En las próximas semanas veremos si Massa puede edificar un mensaje para reunir a más del 50% del electorado. Necesitará una estrategia de una potencia inesperada, que esté a la altura de la nueva época que ya se ha abierto en la Argentina. En las próximas semanas veremos si Massa puede edificar un mensaje para reunir a más del 50% del electorado. Necesitará una estrategia de una potencia inesperada, que esté a la altura de la nueva época que ya se ha abierto en la Argentina.

Las explicaciones para la inflación respecto del déficit fiscal, endeudamiento, restricción externa u otra, pueden ser muy oportunas o no tanto. La inflación puede ser “multicausal” o no. Lo que la población cree es que los gobernantes tienen que resolver ese problema y no agravarlo. Y los candidatos deberán explicar cómo van a resolver su preocupación principal. Entonces, mientras un enorme sector del electorado argentino votó por un proyecto democrático de desarrollo con inclusión, por la convivencia pacífica, hay otro sector que votó por su preocupación principal que es la inflación, la enorme dificultad de prever algo acerca del futuro. Bronca profunda y esperanza en lo supuestamente “desconocido”.

En las próximas semanas veremos si Massa puede edificar un mensaje para reunir a más del 50% del electorado. Necesitará una estrategia de una potencia inesperada, que esté a la altura de la nueva época que ya se ha abierto en la Argentina. Y sobre todo, no olvidar que el individualismo sólo será promesa mayoritaria sobre la derrota de una esperanza colectiva.

Sergio Massa, en campaña
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