ELECCIONES 2023

Debate presidencial: Sergio Massa va por Javier Milei, pero se ataja del efecto Villarruel

Para enfrentar al libertario y al resto de sus contrincantes, el candidato tendrá ensayos entre el jueves y el sábado. En el atril desplegará una visión de futuro, cómo sería su gobierno si gana.

El equipo de Unión por la Patria (UP) busca huecos de ensayo en una agenda imposible. Entre anuncios de medidas económicas, viajes, actos de campaña y recorridas en modo candidato, el ministro de Economía, Sergio Massa, estudia para el debate presidencial que se celebrará este domingo en Santiago del Estero, donde buscará mostrar cómo sería un gobierno bajo su presidencia y confrontar con las ideas de Javier Milei, sin personalizar la discusión.

Massa dedicó los últimos días a leer el material que produjeron los equipos técnicos de UP en función de los ejes temáticos del primer debate: economía, educación y derechos humanos y convivencia democrática. En las próximas horas llevará la teoría a la práctica, ya que entre el jueves y el sábado tendrá ensayos con la escenificación de posibles situaciones que podrían darse durante el cara a cara con sus rivales.

En el equipo de campaña tienen confianza plena en los saberes del candidato. Creen que Massa es “por lejos, el más formado” de los dirigentes que pelearán por la presidencia, por trayectoria política, experiencia electoral y conocimiento del Estado. El ministro buscará instalar propuestas, contar cómo sería un país con Massa como presidente, mostrar una idea de futuro.

Pero la formación y las propuestas no son los únicos factores que inciden en el balance final del debate. En la mesa massista piensan que un error no forzado puede tener aún mayor impacto que la propuesta de ideas de fondo. Una palabra fuera de lugar, o una sonrisa socarrona, pueden costar demasiado caro. Tanto como la falta de reacción frente a una agresión o un cuestionamiento directo. Por eso, el trabajo de preparación del debate también estará puesto en la inteligencia emocional, las formas y el manejo de los potenciales cruces con el resto de los candidatos, en particular con Milei y Patricia Bullrich. El que se enoja, pierde.

El libertario tiene un cúmulo de antecedentes que lo muestran fuera de eje ante las réplicas o cuando se siente incómodo con el tema de discusión pública. Dicho en criollo, “se le sale la cadena”. A priori, podría pensarse que la aparición de un Milei desencajado jugaría a favor de sus dos principales contrincantes. Pero el massismo cree que “no hay que subestimar” al libertario, que además de haberse quedado con el primer lugar en las PASO fue quien tomó la delantera en materia de propuestas y tiene un equipo de campaña que lo preparará para la situación. Es decir, que no es el mismo Milei el de hoy que aquel que hablaba a los gritos en los programas de TV como panelista invitado.

La actuación de Victoria Villarruel durante el debate de candidatos a vicepresidente da cuenta del profesionalismo del trabajo de La Libertad Avanza para esa instancia. Nada hace pensar que Milei no trabajará, también, para tratar de domesticar sus emociones y no reaccionar a las objeciones que le plantearán sus cuatro oponentes. Massa buscará confrontar con las ideas del libertario sin entrar en agresiones personales. Como lo hace desde agosto, trazará un panorama sobre los efectos concretos que tendría la aplicación de las políticas que Milei propone para el país.

Las hipótesis previas de UP sugieren que Bullrich buscará pegar con el número de inflación, los errores de los cuatro años de gobierno de Alberto Fernández y las denuncias de corrupción contra el kirchnerismo. Milei hará eje en su fuerte, la economía, en particular en cuestiones de disciplina fiscal. En tanto, por el caudal de votos que obtuvieron en las PASO, Juan Schiaretti y Myriam Bregman, tienen poco para perder y mayor margen para disparar sus críticas.

El formato del debate generará varias oportunidades de cruce. Cada candidato podrá utilizar hasta cinco derechos de réplica en caso de sentirse aludido durante el discurso de alguno de sus oponentes. Además, habrá preguntas entre candidatos.

Massa trabaja en el debate junto a su mesa chica y a asesores externos. En el primer grupo están el consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí, el responsable de comunicación del ministro, Santiago García Vázquez, Malena Galmarini, Sebastián Galmarini, Juan Manuel Olmos y Eduardo Wado de Pedro. Las sugerencias externas están a cargo del equipo de Jessica Reis y Robert Gibb, especialistas en campañas electorales que trabajan junto al demócrata Dan Restrepo, exconsejero de Seguridad nacional de Barack Obama. Los estadounidenses tienen una larga tradición de debates presidenciales, aunque no tienen el detalle fino de los problemas de la política local.

Massa afina por estas horas el listado del equipo que lo acompañará a Santiago del Estero. Según el reglamento, el candidato podrá acceder al espacio reservado para los presidenciables junto a cinco acompañantes. En el salón habrá 20 invitados por participante.

El ministro ya tiene experiencia en debates. En 2015 fue candidato a presidente y debatió con los entonces candidatos Mauricio Macri, Margarita Stolbizer, Nicolás del Caño y Alberto Rodríguez Saá. Vacía quedó la silla de Daniel Scioli, que luego debatió con Macri de cara al ballotage. Por entonces, la asistencia de los candidatos no era obligatoria. Massa participó a sabiendas de que tenía poco para perder. El ministro juega ahora su gran oportunidad.

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