CFK le pondera a éste su trabajo y su posicionamiento en la provincia de Buenos Aires, por lo que por ahora no termina de bajarlo de una eventual pelea presidencial. Para ella, la figura del gobernador trasciende la provincia y "es un dirigente taquillero en cualquier escenario". Acaso por cautela, De Pedro desmintió con sus palabras –"todavía no estamos pensando en candidaturas"– las pintadas a su favor que aparecieron en el Gran Buenos Aires. El problema con Kicillof es el de taparse la cabeza solo para destaparse los pies…
"Cristina va a trabajar para que haya un programa claro y le va a poner el cuerpo a la campaña –dijo la fuente–, pero eso no significa que vaya a avalar especialmente a uno o a otro. Todos van a necesitar de algún guiño suyo, pero es difícil que haya un respaldo exclusivo para alguien. Al menos no es lo que está hoy sobre la mesa”.
Habría mensajes, sin embargo, que estarían implícitos: con De Pedro en la cancha –y ni hablar con Kicillof–, nadie dudaría dónde estaría su corazón.
A reparar lo roto
Para ella el equilibrio será delicado porque la consigna es zurcir lo roto.
Por ejemplo, registra que Fernández"está herido". La vice quiere empezar a "encapsular el enojo" del Presidente. ¿Cómo? ¿Apaciguándolo en el momento oportuno o aislándolo? El tiempo dirá.
Si de contener se trata, más allá del trabajo en las provincias, una pata fundamental, tanto en Buenos Aires como en la nación, es el Frente Renovador, que el 10 de junio realizará el Congreso que definirá, todo lo indica, su continuidad en lo que hoy aún se llama Frente de Todos. En torno a Massa, reconoce Cristina, hay respaldos de gobernadores, referentes del empresariado y el sindicalismo y hasta de factores de poder de los Estados Unidos, por lo que su valor no debe ser minimizado.
CFK ha estado al tanto de las principales medidas del ministro de Economía y, a diferencia de lo ocurrido en el tramo final de Martín Guzmán, las ha apoyado, aun cuando suponen un ajuste que el cristinismo no gusta mencionar.
¿Podría ser Massa un precandidato respaldado por ella? Sí, podría serlo, pero esa decisión no está tomada.
La visión de Massa
La gestión económica no le despierta a CFK grandes expectativas porque la inflación ya está demasiado arriba y, dado su diagnóstico, es muy difícil que baje de modo significativo debido a la falta de dólares en el Banco Central. Claro que le inquieta la posibilidad de que un eventual candidato Massa introduzca al peronismo en un callejón sin salida en caso de que variables como el IPC o el tipo de cambio empeoren en plena campaña. Sin embargo, no exagera ese peligro; para ella, en dicho escenario, cualquier presidenciable peronista iría al muere.
El análisis pasa entonces por otro lado. ¿Son compatibles las estrategias de Cristina y de Massa?
A pesar de la inflación del 8,4% de abril y de los estragos que el INDEC podría anunciar en lo sucesivo, el jefe del Palacio de Hacienda mantiene intactas sus ganas de dar pelea. Sin embargo, quienes lo rodean no le han escuchado desde el renunciamiento de CFK una sola palabra diferente a las de los últimos días: para él, las PASO no tienen que ser competitivas, sino apenas una herramienta para entronizar a un candidato de consenso. Él, desde ya.
Esa insistencia marca un contrapunto fuerte con la lectura de Cristina. ¿Aceptaría Massa ser uno de los precandidatos en unas primarias menos aluvionales que las que, por ahora, parecen despuntar, sobre todo si CFK lo beneficiara indirectamente? Esto, por el momento, no pasa de una hipótesis.
Si algo necesita el ministro es tiempo. Tiempo para saber si la inflación no empeora y lo saca de la cancha. Tiempo para enfriar un conflicto social latente. Tiempo para definir si la intervención en los tipos de cambio paralelos le asegura una calma al menos precaria. Tiempo para determinar si las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) llegan a buen puerto y si le otorgan, como espera, un colchón de dólares. Tiempo, finalmente, para averiguar si las gestiones ante los BRICS le permiten acceder a fondos frescos en la reunión del banco de ese bloque a la que asistirá, en Shanghái, a fin de mes.
Mientras se aferra al recurso retórico de la resistencia familiar, Massa apunta a demorar una definición sobre su candidatura casi hasta último momento. El cierre de listas es el 24 de junio, pero diez días antes el INDEC dará a conocer el índice de inflación de mayo.
Mientras, aguarda que los respaldos que CFK le reconoce se manifiesten y hasta que Fernández se comporte de un modo más realista. El jefe del Palacio de Hacienda está seguro de que el Presidente caerá en la cuenta, tarde o temprano, de que su porfía en pretender que florezcan mil flores en las PASO es un seguro de desastre. ¿Seguirá Fernández alentando, a la vez, a Rossi y a Scioli?
Massa duda de eso, mientras insiste en que el oficialismo debe salir fortalecido de las primarias para evitarse un viacrucis entre esa cita y la de octubre. Viacrucis que le tocaría recorrer a él mismo. Si no le llevaran el apunte, ¿le quedarían ganas de inmolarse?
¿El verdadero rival?
Massa razona que si hubiera, digamos, cuatro figuras compitiendo en las PASO y Todos se quedara con algo así como un tercio de los votos totales, cada una de ellas se llevaría, en promedio, un 8%… un regalito para que Javier Milei salga del 13-A como el dirigente más votado, la incertidumbre económica y política se hagan máximas y el Gobierno corra peligros que no termina de ponderar. Por eso, cree, si no hay candidatura de consenso, al menos debería haber cierta racionalización de la oferta.
En el análisis del ministro de Economía, Juntos por el Cambio se podría caer por sus divisiones y Milei, acaso, emerger como un rival de mayor cuidado. Esa lectura es curiosa, ya que gana terreno en sectores de Todos y de Juntos aun cuando no es eso lo que, por el momento, surge de las encuestas.
Acaso Massa y quienes imaginan al minarquista fortalecido en agosto y clasificado para el ballotage en octubre confunden deseos con realidad. Pasa que Milei sería un rival a priori más accesible, dadas sus ideas extremas, su estilo violento, sus promesas de dolarización hiperinflacionaria, su prédica antidemocrática y hasta su decisión de hacerse acompañar por Victoria Villarruel y, así, privarse de sumar nada que ya no tenga. El detalle es que si Milei creciera lo suficiente como para volverse tan competitivo, eso sería producto de un desmadre mayúsculo de la economía, lo que arrasaría, como cree CFK, con Massa y con quien quiera que sea el valiente que compita en representación del peronismo.
El Frente de Todos está desgarrado, CFK pretende remendarlo y entiende que una competencia en las PASO es inevitable. Massa, al menos por ahora, insiste en su tesis del consenso. ¿El curso de colisión entre ambos es inevitable o hay puntos de coincidencia posibles, dados por varios elementos: un set de candidaturas más acotado, que en el mismo no aparezca un heredero K obvio como Kicillof, que este sume desde la Provincia y que ni se le ocurra desdoblar ese comicio del nacional?
Esta historia no admite respuestas tajantes porque está en plena construcción.