Los teléfonos estallaron al ritmo de las especulaciones altisonantes sobre el impacto de la decisión más lógica que podía haber tomado el diputado, por su preeminencia en las encuestas; pero que demoró más de un año, para la exasperación de la mayoría.
En especial para Luis Juez, el candidato de la oposición a gobernador que encontraba en el referente de Evolución Radical un soplo de aire fresco; un “boina blanca” que representa la renovación del partido centenario, aunque aún se le resistan los apellidos tradicionales que siguen a cargo de la orgánica del radicalismo.
El jefe del Frente Cívico acusó la ansiedad generada por el tiempo perdido, aunque De Loredo predique la importancia de una campaña corta. Tan solo una hora y 45 minutos después de difundido el video, despachó la invitación para el tradicional locro que ese espacio ofrece a militantes y dirigentes cada 1° de Mayo.
Juez quiere arrancar la campaña sin demoras y reclamar la centralidad que cedió a un De Loredo que demostró ser el maestro de la intriga. El peronista díscolo no tenía opción: la unidad de JxC se urdió con paciencia, con la demostración del ego domesticado de un dirigente que puede exhibir varias derrotas en su haber, un cuero curtido ante el rechazo y que siente que este 25 de junio es su última gran oportunidad.
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Tenía que esperar y así lo hizo, a pesar de conocer el camino escurridizo de su socio radical y un patrón que se repite: De Loredo priorizó siempre su centralidad por encima de la continuidad de sus sociedades o vínculos políticos de ocasión. Juez sabe que no fue la excepción, pero tiene que salir a escena con o sin De Loredo.
Ambos se necesitan, aunque la fecha de caducidad de esta codependencia no es la misma para cada uno de los protagonistas. El primero necesita del radical para mantener la expectativa; el segundo, requiere de la proximidad del senador para comprobar todo el tiempo posible que la estrategia fue fríamente calculada; ajena a los fantasmas de funcionalidad con el cordobesismo.
Piletazo
La dupla acordó la trama argumental que utilizarían para explicar la decisión de bifurcar caminos. Salieron a desarticular el “operativo desinfle” de Juez con la promesa de una campaña conjunta que, en definitiva, subsanaría la ausencia de uno de los componentes de la fórmula más fuerte, según todos los guarismos.
Podrán recorrer juntos la provincia y la ciudad, pero la boleta única que recibirá el electorado el mes que viene tendrá a Juez en la cabeza del casillero junto a una ignoto figura radical o amarilla como aspirante a la vicegobernación.
El senador, como cualquier especialista en política, sabe que buena parte del electorado se informa sobre las opciones y decide su voto a último momento. Es probable que la campaña en tándem contribuya, pero se trata de un piletazo en términos de estrategia. El contexto y los perfiles de los candidatos siempre juegan, no pueden aislarse de las especulaciones.
Atento a esto, la incógnita más repetida en los análisis de sobremesa de oficialistas y de la oposición ponía el foco en la fama de cuentapropista de De Loredo. “Si en medio de la campaña se confirma una tendencia negativa para Juez frente al peronista Martín Llaryora, ¿cuánto tardará el flamante candidato a la intendencia en alejarse?”, abrían la mesa de apuestas algunos aliados con la confianza por el piso. Esta teoría es la reformulación de otra que se escuchó mucho en boca de justicialistas: “Una ola triunfal de Hacemos Juntos por Córdoba en la provincia favorecería al delfín municipal, Daniel Passerini".
Juez y De Loredo mostrarán que su relación sobrevivió el desgaste de estos desaguisados, aunque el peronismo celebre la jugada del discípulo del economista Martín Lousteau y varios recuerden que el escenario final resultó bastante parecido al que imaginaba el expresidente Mauricio Macri cuando, a través de su alfil Gustavo Santos, hablaba de una “continuidad con cambio en la provincia”. Es decir, un ciclo de recambio institucional para los próximos 20 años que tuviera a Llaryora y a De Loredo como protagonistas de la segunda fase que seguirá a la protagonizada por José Manuel de la Sota y el también tres veces gobernador Juan Schiaretti.
Otros memoriosos recuerdan que ya existió un pacto tácito del bipartidismo peronista y radical en 2011, entre De la Sota y Ramón Javier Mestre, para mellar a Juez. En aquellas elecciones, el peronista regresó al Centro Cívico provincial y el radicalismo recuperó el gobierno de la ciudad capital después de tres períodos consecutivos de ausencia.
Mal, pero no tan mal
En el entorno inmediato de Juez dominó la cautela y la confianza en el potencial de su jefe. “Es una locomotora en campaña. Arranca y te levanta cinco puntos en dos patadas”, ilustraba un estrecho colaborador.
Si bien es cierto que se habla del “enojo” de Juez con De Loredo, en esos campamentos prefieren encorsetar la crítica en la demora del radical para elegir su lugar. En consecuencia, razonan que cualquier candidato a gobernador, en un sistema con candidaturas a “vices” decorativas, hubiera priorizado apuntalar la Capital con un buen candidato, en especial, cuando su fortaleza no emana de ese bastión.
Como contó Letra P, la interna de JxC en la ciudad prometía escalar si De Loredo no reclamaba el lugar de liderazgo que le indicaban las encuestas. Este sábado, en una placita de la zona sur de la ciudad, el radical convocó a quienes, en adelante, pelearán por secundarlo, como la diputada macrista Soher El Sukaria y el concejal Juan Negri.
La campaña empezó y en las canteras del Frente Cívico jugarán con las cartas que les tocó en suerte. El locro que servirá en el Comedor Universitario este lunes tratará de dispar toda teoría especulativa y mostrar que con De Loredo son equipo.
En simultáneo, Llaryora participará de una peregrinación en Reducción, al sur provincial, donde participarán más de 30 mil personas. El objetivo es el sur, donde Juez goza de buenos niveles de conocimiento.
No hay descanso laboral para la política en campaña.