El Centro de Convenciones fue el escenario del 16° Coloquio de la Unión Industrial de Córdoba (UIC) y de la oficialización de una nueva modalidad de relación entre el Círculo Rojo local y el gobierno de Javier Milei: el opoficialismo.
El gobernador y Luis Macario se resisten a elegir un bando frente a la Casa Rosada. La salida productivista. Un apoyo general, pero con letra chica.
El Centro de Convenciones fue el escenario del 16° Coloquio de la Unión Industrial de Córdoba (UIC) y de la oficialización de una nueva modalidad de relación entre el Círculo Rojo local y el gobierno de Javier Milei: el opoficialismo.
No es casual que el gobernador Martín Llaryora y el presidente de la UIC, Luis Macario, hayan elegido estos conceptos dicotómicos para estructurar sus mensajes.
“No somos oficialistas ni opositores”, definió el hombre que registra su actividad en la producción manicera de la provincia. Macario representa a más de 30 cámaras sectoriales y regionales, con más de 150 empresas asociadas, que -en general- bancan el ajuste libertario, pero hay datos que no pueden ignorarse como la pobreza o la clase media en franco retroceso.
¿Cómo sacar promedios frente a un Presidente que juega en los extremos, que demuestra su obsesión con la macro, con el control de inflación que será, en definitiva, su campaña en 2025? ¿Se puede omitir el dato de pobreza o la caída de los estratos medios del país? ¿Cómo se hace con un mandatario que se achica en los sondeos, pero que en la provincia tiene margen positivo de sobra?
Macario ensayó algunas respuestas a esas preguntas tácitas. Recogió en su discurso lo que el sector industrial reflejaba en el pasillo del centro de eventos que, por cierto, registró menor concurrencia política que en la edición del electoral 2023. Naturalmente.
“Estamos asistiendo a una batalla cultural y creemos que vamos en un buen camino, pero es con todos adentro del tren y hay algunos que todavía no tienen el boleto”, pidió Macario ante un salón repleto.
En la primera fila escuchaban su par de la Unión Industrial Argentina, Daniel Funes Rioja, Llaryora, el intendente de la ciudad, Daniel Passerini; Adrián Kauffman, de Arcor; David Uriburu, de Techint; entre otros.
En el bastión mediterráneo, nadie está ajeno a esas lógicas. Llayora tiró del mismo hilo de Macario. Para el gobernador, Córdoba integra la zona de lo indescifrable. “Muchas veces no entienden a los cordobeses. Considerarnos oficialistas u opositores es un error, somos productivistas”, explicó.
La nueva grieta que busca el esquema libertario es un desafío inédito para el cordobesismo. El antikirchnerismo que enarboló durante más de un a década -y lo sigue haciendo, aunque parezca demodée- permitía forjar una identidad, un lazo con su electorado. Ahora sirve para engordar el armado transversal, más no para gobernar dentro de las fronteras.
Milei empieza a bajar en las encuestas, pero en la provincia sigue teniendo niveles que superan el 50%. El dato impone el pragmatismo y las piruetas discursivas para diferenciarse, sin hacerlo tanto.
Esa particularidad, más la continuidad de la estrategia de extremos que sostiene Milei para hacer política, obliga a las fuerzas de centro a ensayar nuevos esquemas. Mauricio Macri, en el PRO, atraviesa un conflicto similar. La UCR también se divide entre la oposición a ultranza que pide Martín Lousteau y el “oficialismo del cambio” que ensaya el cordobés Rodrigo de Loredo, que también piensa en las realidades locales.
El opoficialismo que se observó en la sala del coloquio industrial parece que será el camino elegido para transitar el compás de espera hacia el año electoral.
El paradigma productivista es el nuevo color de moda del cordobesismo. Un prêt-à-porter que la industria local sabe llevar. Porque si algo quedó claro en el evento es que los lazos de los sectores productivos con el cordobesismo que hoy encarna Llaryora son más profundos que cualquier canto de sirena liberal.
“Cada nueva inversión en la provincia es celebrada de la misma manera por el gobierno de la provincia y el sector privado”, la observación de Macario que se verificó con el efusivo abrazo de Llaryora con autoridades de la automotriz Stellantis, que invertirá US$385 millones en Córdoba para la producción de vehículos y un motor.
El ensamble del discurso de Llaryora y Macario fue un gesto político que Milei no podrá soslayar. En el primer coloquio del peronista open mind como gobernador, el portavoz de la industria pidió por la continuidad de ese trabajo en conjunto que “aporta valor diferencial”.
Llaryora cerró con la promesa de pelear por un marco industrial.